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Sunday, July 14, 2013

El Discípulo No Es Más Que El Maestro

Por: Pastor Carlos A. Goyanes

El discípulo no es más que el maestro ni el servidor más que su dueño. Al discípulo le basta ser como su maestro y al servidor como su dueño. Si al dueño de casa lo llamaron Belzebul, ¡cuánto más a los de su casa!
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Mateo 10:24–25 (LPD)
La vida es una gran bendición porque la vida es lo más hermoso que Dios nos ha entregado; pero hay que cuidarla con todas nuestras fuerzas. Los seres humanos hemos fallado en ese intento por causa del pecado, pero Dios en su amor infinito nos la ha devuelto a través de la fe. Si estábamos perdidos, hemos sido hallados a través de la sangre preciosa de Jesucristo (1 Pedro 1:17–19; 1 Juan 1:7). El costo de nuestra paz fue el Hijo de Dios. Ahora nos toca a nosotros ofrecernos en sacrificio vivo (Romanos 12:1) para el extendimiento de la obra del Señor, para enseñar a otros las grandes cosas que el Señor ha hecho con nosotros (Lucas 8:39). En este esfuerzo de fe debemos de entender que vivimos en un mundo caído y sin esperanzas, que tiende al mal por el pecado que hay en la vida de los seres humanos (1 Juan 5:19). Por ende, vamos a estar en apuros de vez en cuando y en tristezas por causa de la fe que profesamos (2 Corintios 4:7–9). Los lobos nos rodearán y nos herirán con heridas terrenales, mas no eternas (Mateo 10:16). Mientras vivamos en esta tierra, estaremos en una lucha sin cuartel, una lucha espiritual que todos los que creemos en Cristo tenemos que librar (Efesios 6:12). Para dar testimonio con nuestras vidas, con nuestros labios y con nuestras acciones tenemos que esforzarnos. El enemigo de las almas está al acecho de nuestras vidas sin cejar. No descasa en sus maquinaciones por lo cual la vida cristiana a veces se torna un poco pesada.
El Señor Jesucristo dijo que “el discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor” (Mateo 10:24). No se estaba refiriendo a los milagros, ni al poder; sino al sufrimiento y las vicisitudes que tendrían en la vida cristiana. Es feliz el que encuentra a Jesucristo; pero el maligno tratará siempre que le sea posible arrebatarnos la sonrisa de nuestros labios. El diablo sabe que no nos puede arrancar de la mano de Dios (Romanos 8:35–39), pero pondrá todos los obstáculos posibles delante de nosotros para que la obra de Dios se retrase. Él no puede acabar con la obra de Dios, pero si puede hacer que el trabajo que realizas sea lento, sobre todo cuando sedes a sus tentaciones y te rindes ante sus maquinaciones.
Al Señor lo llamaron demonio, lo despreciaron, lo vejaron y se opusieron a sus enseñanzas. El Señor nos dijo siempre la verdad: Si quieres ser mi discípulo, tienes que seguirme (Lucas 9:23). Seguir significa ser como el Señor, imitarlo, ser capaz de darlo todo por Él, abandonar nuestras comodidades, si es necesario, para predicar la Palabra de Dios, y aprender a poner la otra mejilla. En un mundo tan imperfecto, no esperes que todo te salga bien; pero no seas vencido por las cosas malas, véncelas con el bien (Romanos 12:21). No eres más que tu Maestro, así que, debes estar dispuesto a soportar las pruebas, las agresiones del diablo y las tormentas de la vida. No olvides que en tu barca viaja Jesús contigo. Él nos ha enviado a predicar a un mundo que ama las tinieblas y necesita de la luz (Juan 3:19).

Es triste ver a los que se oponen al Señor asirse de nuestras imperfecciones, decir que la Biblia tiene errores o contradicciones, aferrarse a los escándalos financieros de algunas iglesias y usar hasta la mentira para bloquear la verdad. El intelecto endeble del hombre caído está en nuestra contra, y siempre se alzará en oposición, pero su conciencia por más que lo niegue siempre está al lado de la verdad. El Señor dijo que el discípulo no es más que su maestro. Cualquiera renunciaría al propósito de Dios al ver estas cosas, pero no un creyente fiel (Juan 15:20). Dios todavía tiene un propósito para nuestras vidas y Él lo cumplirá siempre que yo esté dispuesto a ser su siervo. “Jehová cumplirá su propósito en mí…” (Salmo 138:8). 

Monday, July 8, 2013

La Fe Que Salva

Por: Pastor Carlos A. Goyanes
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. ~Juan 3:16
La eternidad ha sido y es la preocupación de la raza humana. El ser humano trata de encontrar la manera de durar cada vez más. Los científicos se preocupan por buscar algún elixir que los haga durar eternamente. De hecho, ciertas personas han hecho congelar sus cuerpos porque han creído que en el futuro los adelantos científicos podrán devolverles la vida. Sabemos que la eternidad es de Dios y le pertenece a Dios porque Él es eterno. Y Él ha puesto eternidad en nuestros corazones. Esta es la razón por la que el hombre quiere ser eterno, solo que el remedio para lograrlo está equivocado. Nadie nos puede ofrecer o lograr la eternidad sin Dios y solo a través de la persona de su Hijo Jesucristo (Juan 3:16). Hay que tener fe en el Señor. Pero la verdadera fe tiene tres cosas que debiéramos observar.
I. La primera es la razón.
Tenemos que saber de Dios, tener conocimiento de El para poder creer. La fe no es ciega porque contiene la razón (Romanos 12:1). Después de razonar lo que Dios ofrece, nos damos cuenta de que es mejor aceptar a Cristo. Nadie ha ofrecido, ni puede ofrecer lo que ofrece Dios ¡Vida eterna! ¡Wow! Entonces podré ofrecerme en sacrificio vivo. Este sacrificio incluye renunciar a lo que yo amo, pero que no agrada a Dios. Ese es el verdadero sacrificio vivo. Ese es el culto racional.
II. La segunda es la parte emocional.
Después de haber conocido mentalmente a Dios, entonces puedo amarle. Amar a Dios y a lo que El ama. ¿Y qué es lo que más ama Dios? A la humanidad. ¿Cómo puedo amar a Dios a quien no he visto, si no amo a mi hermano que estoy viendo todos los días? (1 Juan 4:20). El amor no se acaba, porque el amor es una elección personal. Yo elijo amar u odiar. La Biblia dice que tenemos que amar, lo cual lo convierte en una elección. Está dentro de nuestro libre albedrío hacerlo, pero Dios te recomienda como algo fundamental y básico que ames. El amor es el sentimiento más grandioso que ser humano haya tenido, porque viene de Dios que es amor. Las cuerdas del amor mueven al corazón a la misericordia y realzan al hombre, porque el amor hace que el hombre se parezca más a Dios. Es necesario entender lo que Dios tiene para mí, por eso se predica el evangelio; pero ese conocimiento de Dios tiene que hacer una escala en el corazón. Es necesario que amemos a Dios sobre todas las cosas.
III. La tercera es la voluntad.

Las obras son resultado de haber conocido a Dios y haberle amado. La fe no se antepone a las obras, porque las obras son el resultado de la fe (Santiago 2:17). No nos podemos salvar por las obras; pero sí podemos mostrar hasta dónde llega nuestra fe a través de ellas (Santiago 2:18). Después de haber conocido a Dios y saber que Él quiere lo mejor para mí, entonces comienzo a amarlo ¿Por qué no amar a alguien que me ama tanto? Ese amor me mueve a servir, a obedecer y a enseñar a otros. Puede ser tan simple como contar lo que Dios ha hecho contigo. Algunos creen que por ser buenos es que van a la eternidad y no es así. Todo lo que somos debe ser el resultado de que conocimos a Dios primero, le amamos y ahora somos movidos a obedecer voluntariamente a su Palabra. Los que se niegan a obedecer y a vivir una vida de testimonio delante de Dios y de los hombres es porque no han nacido para Dios. ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido (Isaías 8:20).

Ovejas en Medio de Lobos

Por: Pastor Carlos A. Goyanes
He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas. ~Mateo 10:16
En medio de un mundo de violencia y de una sociedad que vive en rebelión contra Dios, el Señor nos envía como ovejas en medio de los lobos. No solo hay lobos acechando, sino que vamos a estar en medio de ellos. Los lobos son animales feroces que trabajan en conjunto para matar a una presa. La persiguen hasta agotar sus fuerzas y luego la despedazan. Así es el mundo de hoy, persigue a los creyentes para despedazarlos y destruirlos. El jefe de la jauría es el diablo que incita a sus agentes (demonios y seres humanos a su servicio) para destruir todo lo que es de Dios (Juan 10:10). Desde luego, cuando se habla de seres humanos que son como lobos u ovejas, se refiere a la actitud, el carácter y la manera de actuar. No es nada raro encontrarnos en estos tiempos con actitudes como el resentimiento, la violencia, el odio, el egoísmo y muchas más.
A nosotros nos toca vivir como ovejas en medio de lobos. Antes nuestra condición era de rebelión; vivíamos como lobos, pero ahora somos las ovejas del prado del Señor (Salmo 100:3). Como ovejas tenemos que ser prudentes como serpientes (Mateo 10:16). Esto no significa tener maldad, porque Dios no nos ha sanado para seguir siendo malos, sino para que tengamos bondad. Significa que debemos usar estrategias para salir airosos en ciertas situaciones donde peligramos y para lograr estrategias que ayuden a la salvación de las personas. No es fácil mantener una actitud de humildad y de sencillez como palomas (Mateo 10:16). Pero es necesario mostrar al mundo quién es Dios a través de nuestro testimonio que incluye nuestro estilo de vida y nuestras palabras. Es necesario que los cristianos propaguemos el mensaje del Evangelio por todas partes, que prediquemos el mensaje de Cristo sin avergonzarnos aunque el mundo intente ridiculizarnos con su falso esplendor. Es necesario que lo hagamos aunque a nadie le importe, porque así Dios lo ha mandado. En otro tiempo éramos parte de la jauría satánica, pero Dios por amor a nosotros nos rescató y dando el ejemplo envió a su Hijo, no como un león, sino como cordero en medio de lobos. Así nos salvó y espera que seamos parte de ese ministerio de salvación para arrancar de las fauces de los lobos a muchas personas.
Hoy reina la incredulidad y la perversidad en el mundo, pero hay esperanza en Cristo para todo el que en Él cree (Juan 3:16). Hay riesgo de ataques para aquellos que llevan la preciosa semilla (Salmo 126:6). Es seguro que las lágrimas correrán por nuestras mejillas al ver como muchas personas rechazan y se oponen a nuestro ministerio, pero hay que persistir por aquellos que han de ser salvos. Yo soy quien te manda que tengas valor y firmeza. No tengas miedo ni te desanimes porque yo, tu Señor y Dios, estaré contigo dondequiera que vayas. (Josué 1:9 DHH).


Comisionados para el Ministerio

Por: Pastor Carlos A. Goyanes

Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia. ~Mateo 10:1
A estos doce envió Jesús… ~Mateo 10:5 

La misión fundamental de la iglesia es el evangelismo, o sea, la predicación del evangelio a toda las personas de la tierra. Entre tantas obras preciosas que hace la iglesia debe destacarse como prioridad el mensaje del evangelio.
1. El mensaje es para el mundo, no solo para mí.
Después de haber recibido el mandato de Jesucristo de ir por todo el mundo predicando el evangelio, la iglesia a lo largo de los siglos ha batallado por cumplir su papel de una manera audaz. Todo comenzó con el Hijo de Dios que, siendo concebido por el Espíritu Santo, y nacido de mujer, dio ejemplo de lo que un hombre de Dios debía ser y murió por la humanidad perdida. Él medió de tal manera que logró la salvación de todo aquel que crea en Él (1 Timoteo 2:5–6). Dios desea que todos los seres humanos sean salvos; por esa razón Dios…manda a todo hombre en todo lugar que se arrepientan (Hechos 17:30).
No debía quedarse el mensaje de Dios aislado en un grupo de seguido-res (Mateo 28:18–20), sino que el Señor después de haber pedido a sus discípulos que rogaran al Señor de la mies por obreros para su mies, les envió a hacer la labor misionera, primeramente a los judíos, de los cuales debía salir el mensaje del evangelio al mundo. Los discípulos pasaron tiempo con el Señor y aprendieron de Él, pero era necesario que se convirtieran en obreros. La iglesia es la cantera de la cual se levantan los obreros de la mies del Señor. Cuando ores por obreros para la mies del Señor es necesario que estés dispuesto, no sea que tú seas el obrero que Dios está preparando para la buena obra. Nuestros hijos no irán toda su vida a la universidad para estudiar sin descanso, sino que llegará el momento en que estarán preparados para asumir una labor en la sociedad. Así mismo, no estamos en la iglesia toda la vida para aprender y aprender, sino para prepararnos como obreros y trabajar en la obra de Dios.

2. No solo obtenemos conocimiento de Dios, sino también poder.
Es evidente que cuando recibimos conocimiento de Dios y Él nos llama a una labor, también nos capacita. La Palabra de Dios dice que el Señor envió a los doce y les dio poder (Mateo 10:1). La iglesia tiene el poder del Espíritu Santo para obrar. No hay poder mayor en el universo que el que está a disposición de la iglesia de Jesucristo. El hombre asume tener ese poder, pero no lo tiene, este poder es el poder de cambiar lo que nadie puede cambiar, el corazón del hombre. La sicología moderna asume tener el secreto para ayudar a las personas con sus problemas espirituales, y se han escrito montones de libros que insinúan la mane-ra de hacerlo; pero solo Dios tiene esa capacidad. La iglesia tiene el remedio, pero es necesario que la gente lo use. La gente no muere por la enfermedad que tiene sino por el remedio que usan. Si el remedio que usan no sana, entonces están perdidos.
No eres tú el hombre del momento, sino Dios. Es en el nombre de Jesucristo que la iglesia predica el mensaje que, a propósito, está bajo control de Dios. El mensaje es de Dios, la iglesia es de Dios y tú perteneces a Dios. En la obra del Señor no hay lugar para los orgullosos, sino para los humildes. Este no es tu negocio, sino el negocio de Dios (Lucas 2:49). Cristo es el Rey pero a veces lo presentamos como un mendigo y nuestro mensaje lejos de ser poderoso da lástima. Dios es tan grande hoy como en aquel tiempo. Dios no ha cambiado. Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos (Hebreos 13:8). Prediquemos al mundo este mensaje de poder.


La Importancia de un Padre

Por: Pastor Carlos A. Goyanes

Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor. ~Efesios 6:4
La familia es la unión más importante de la tierra y aunque la maldad del hombre y el pecado subyacente han hecho que muchas familias se desmiembren y que se le dé poca importancia a cada miembro de la familia, sobre todo en el aspecto del liderazgo familiar, el plan de Dios al formar la primera institución humana no ha fracasado. Quien ha fracasado es el hombre en su intento de degradar a la familia a una mera relación sin compromiso.
En estos tiempos la familia está siendo atacada desde su liderazgo. A la disciplina se le llama crueldad y se identifica a las normas como cosas del pasado. De manera que, se ha ido resquebrajando la autoridad de los padres y disminuyendo por ende el concepto de disciplina. Como padres tenemos un modelo a seguir y este modelo es Dios mismo, el cual se llama Padre de todos los que Él ha adoptado como sus hijos (Juan 1:12). Dios ha honrado la paternidad al llamarse Padre y es un privilegio que los padres de familia debemos tomar muy en serio.
Si pensamos en la clase de Padre que Dios es, entonces comprenderemos el tipo de padre que Dios quiere que seamos. Ser padre es una responsabilidad, porque desde el momento que lo somos, estamos llamados por Dios a ser los líderes de nuestro hogar.
Entonces ¿cuál es la importancia de los padres?
1. Criar en disciplina y amonestación del Señor a sus hijos (Efesios 6:4).
Dios nos ha llamado a mantener el orden y la estructura de nuestro hogar. La Palabra de Dios dice que el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo (Hebreos 12:6). Si no somos disci-plinados, entonces no somos verdaderos hijos (Hebreos 12:7–8). Dios disciplina a sus hijos para que lleguen a tener un carácter semejante al de Cristo, para que crezcan y maduren. Él lo hace por medio de los sufrimientos de la vida, por medio de su Palabra, por medio de otras personas, etc. Dios nos enseña de muchas maneras.
Así debe ser la labor de los padres terrenales con su disciplina amorosa y constante que es esencial para que la familia avance bien y para que los hijos aprendan a tener dominio propio, que es un fruto del Espíritu (Gálatas 5:22–23), y tengan una vida productiva. Algo tan sencillo como asegurarte de que los niños hagan la tarea y apoyar a tu esposa en la disciplina significa que tus hijos respeten a la autoridad del hogar.
Nuestro Padre Celestial nos ha dado leyes con las cuales debemos vivir. El no hacerlo tiene consecuencias porque no estamos viviendo de acuerdo a Su voluntad. Aunque no somos perfectos tenemos un Padre perfecto al cual podemos pedir ayuda para dirigir nuestra familia hacia Él. No hay herencia mejor que dejarles a nuestros hijos un legado de obediencia, amor y fe en Jesucristo.
2. Animar a sus hijos (Colosenses 3:21).
Cuando un padre no cumple con su deber, sus hijos se desaniman. Ellos esperan en silencio ciertas cosas que nosotros tenemos que darles. Ellos esperan que los apoyemos, les demos ánimo para que puedan desarrollarse al máximo de sus capacidades. Ellos esperan que cambiemos las frases de ‘tú no puedes’ por ‘tú puedes’; ‘no sirves para nada’ por ‘la próxima vez será mejor’, etc. No ignoremos el poder que tenemos para dar ánimo a nuestros hijos.
Si quieres que tus hijos anden en malos pasos cuando crezcan no hagas nada, pero si anhelas que sean personas de bien, comienza a animarlos desde ahora. Habla con ellos de lo que desean ser y sueña con ellos. Ayúdalos a realizar sus sueños. Nuestro Padre Celestial nos anima. Mira lo que le dijo a Josué: Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente;  no temas ni desmayes,  porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas (Josué 1:9).
La Biblia es la carta de Dios para animar a sus hijos a prepararse para una vida mejor. En ella hay disciplina, anhelos y sueños que cumplir. El mayor sueño que tenemos y deseamos para nuestra familia es toda una eternidad con Dios. Padres, preparen a sus hijos para esta vida inculcándole los valores cristianos, y para la eternidad enseñándoles del amor de Cristo. Para lograrlo deben tener a sus hijos en disciplina y amonestación del Señor, y deben darles ánimo.


La Mies es Mucha mas los Obreros Pocos

Por: Pastor Carlos A. Goyanes

Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.~Mateo 9:35-38
Las palabras de Jesús tienen la misma significancia tanto en aquel tiempo como hoy en día. Millones de personas en todo el mundo necesitan escuchar del evangelio porque necesitan ser salvos. Pero, ¿cómo oirán sin haber quien les predique? (Romanos 10:14). Es tarea de todos los cristianos predicar el evangelio de Jesucristo.
Entre los errores comunes que se presentan están los siguientes:
1. Creer que la labor de predicar corresponde solo a los pastores y no a cada cristiano en particular. La obra del Señor no se llevará a cabo si todos los miembros de la iglesia no poner de su parte para ello. Todo creyente es un evangelista y un responsable del ministerio de la predicación del evangelio. Si como cristianos y aceptamos nuestra responsabilidad individual, entonces muchas personas oirán para salvación de sus almas. Estadísticamente en las iglesias hay muchos miembros pero pocos predicadores. Cada persona que haya tenido una experiencia con Cristo debe enseñar a otros cuán grandes cosas el Señor ha hecho en su vida (Marcos 5:19). Todo creyente debe imitar a los cristianos del primer siglo de la iglesia (Hechos 8:1–4).
2. Darle más importancia a otros ministerios en la iglesia que a la predicación del evangelio. La obra del Señor es la más importante de todas las obras. No son tus palabras refinadas ni tu derroche de vano conocimiento lo que salvará las almas. No es por un mensaje lleno de filosofía, de política o ciencia que llegarás al corazón de tus oyentes, sino por la Palabra de Dios que es capaz de discernir las intenciones del corazón y llegar a lo más profundo del alma (Hebreos 4:12). Dios, con nuestro carácter y personalidad, nos ha llamado a predicar el evangelio puro, no un evangelio rebajado con la sabiduría humana, sino con la Palabra de Dios. “¡Ay de nosotros si no predicamos el evangelio!” (1 Corintios 9:16). Quizás no seas un pastor o un “evangelista profesional”, pero eres un evangelista y es necesario que dediques parte de tu tiempo a la obra de Dios para que cumplas con el ministerio que Dios ha puesto en tus manos. No te ocupes en vanas filosofías, predica el evangelio de Jesucristo (1 Timoteo 4:15). La labor fundamental de la iglesia es la extensión del evangelio a través de la predicación de la Palabra de Dios (Mateo 28:18–28).
3. No omitas la verdad. Algunos que oyen la predicación se ofenderán, pero no caigas en el error de suavizar el evangelio con palabras humanas. Siempre que sea posible usa la Palabra para edificar, pero no cambies la doctrina aunque seas tentado por otros a hacerlo. Recuerda que no se trata de tus palabras elegantes, sino del mensaje de Dios que tiene que ser bíblico, aunque algunos no quieran escucharlo porque no están dispuestos a sufrir la sana doctrina (2 Timoteo 4:3–4). No pidas disculpas por lo que Dios dijo ya que son sus palabras, no las tuyas. “Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio” (2 Timoteo 4:5).
4. La obra de Dios no puede esperar a que todo sea perfecto. Dios nos usa con nuestras imperfecciones. Si vamos a esperar ser perfectos para predicar la Palabra de Dios, entonces no tendremos oportunidad de hacerlo ya que estaremos en el cielo. Allí será el único lugar donde encontrarás la perfección porque Cristo te la habrá otorgado. En los labios del apóstol Pablo el Señor te dice “que instes a tiempo y fuera de tiempo” (2 Timoteo 4:2).