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Monday, June 11, 2012

La Luz del Mundo

Por: Pastor Carlos A. Goyanes

Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.  ~Mateo 5:14

Las tinieblas predominan en el mundo de hoy y hay necesidad de luz. Jesús dijo que sus discípulos son la luz de este mundo. Hay al menos tres cosas implícitas en este pasaje que son necesarias para dar luz.

1. El candelero o lámpara que representaba el evangelio. El Señor Jesús profirió palabras que sentenciaban a una iglesia que había olvidado su primer amor, o sea, su misión fundamental de llevar el evangelio. Esta fue la iglesia de Éfeso que aunque había hecho una labor extraordinaria, ahora habían dejado de hacer las primeras obras (Apocalipsis 2:5).

2. El aceite. El aceite era usado para el candelabro y las lámparas. ¿Su función? Iluminar la casa de Dios. El aceite representa al Espíritu Santo que es el que opera el nuevo nacimiento en nosotros. Sin el aceite no hay luz. Sin el Espíritu Santo tampoco hay luz. La iglesia puede transformarse en un lugar oscuro, donde no se descubren las impurezas, si es que  el Espíritu Santo no está iluminando el corazón. El aceite es usado en las Escrituras para ungir, para dar luz y para sanar, fundamentalmente (Isaías 1:6). El aceite de la santa unción era confeccionado de especias escogidas. Su fórmula era secreta, y nadie podía usarlo para fines profanos. Con ese aceite se ungían los utensilios del tabernáculo y a los sacerdotes que ministraban allí. El aceite aquí descrito alude al Espíritu Santo. La unción de Dios recaía sólo sobre los sacerdotes, los que ministraban delante de Dios. Así ocurre también hoy. Sólo los hijos de Dios — sacerdotes en el Nuevo Pacto — tienen esta unción, y su presencia sobre ellos los distingue y los honra. Por tanto tenemos que estar llenos del Espíritu para poder alumbrar más.

3. La llama de fuego. La llama es el resultado de tener el aceite en el lugar adecuado, o sea, en el depósito (el candelero). Sin embargo, para que la llama exista, tiene que ser encendida. El Espíritu Santo ha encendido esa llama en nosotros y es necesario que la pongamos en alto como nos instruyó nuestro Señor Jesucristo para que todos sean alumbrados. Se encendía una llama y con esta se encendía otra, y otra, y otra hasta que todas las lámparas en casa estuvieran encendidas. Es interesante que en el templo hubiera levitas dedicados solo a mantener las lámparas encendidas de día y de noche. Debemos dar Luz siempre, a pesar de las circunstancias.

La obscuridad no es en sentido literal, sino en sentido espiritual. Hablamos del corazón del hombre que está a obscuras de día y de noche. La luz es para alumbrar, no se esconde debajo de algo, sino arriba para dar su máximo potencial. Esto nos muestra el carácter público del evangelio. Jesús dijo: Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras,  y glorifiquen a vuestro Padre que están los cielos. Nuestra misión es alumbrar a todos los que podamos. Significa que tenemos que mostrarle al mundo lo que es Dios a través de nuestras  vidas, nuestro testimonio y nuestras palabras.

Hay luz en nosotros y tenemos que alumbrar porque el mundo en que vivimos está a obscuras. Nosotros podemos disipar las negruras porque somos lámparas de Dios encendidas con el fuego celestial del Espíritu Santo. Nuestro deber es alumbrar el camino de la vida a las almas que están llenas de tinieblas para que nuestra misión sea cumplida, en lo personal como hijos de Dios, y en conjunto como la Iglesia de Jesucristo.

¡Tienes luz…entonces…alumbra!


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