Por: Pastor
Carlos A. Goyanes
‘Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro
Padre que está en los cielos es perfecto.’ Mateo 5:48
¿Podremos
ser perfectos siendo pecadores? Por supuesto que no. Pero estas palabras de
Jesús nos indican hacia donde debemos dirigirnos. El camino a seguir debe ser
el camino de la cruz para poder estar en la lista de los vencedores (Romanos
8:37). No se trata de una simple carrera de atletismo, se trata de la carrera
de la fe (Hechos 20:24; 2 Timoteo 4:7; Hebreos 1:21).
La
palabra perfecto deriva del latín perfectus
y del griego téleios. Perfectus, en latín, deriva de factus que quiere decir hecho: completamente
hecho, terminado. El término griego téleios
deriva de la palabra telos que quiere
decir fin, meta. Teleios significa
finalmente, finalizado, terminado, llegado, sugiere que el ser de quien se dice
que es teleios, ha alcanzado su fin,
que no le falta nada para ser lo que debe ser, que ha hecho todo el esfuerzo
para hacer el bien.
Aun
así, estas palabras de Jesús ‘vosotros sed perfectos como es perfecto vuestro
Padre que está en los cielos’ suscitan un dilema. ¿Cómo puedo ser perfecto si
soy un ser pecador? Ser perfectos es el reto que el Señor nos puso y la meta a
alcanzar es Dios. No seremos como Dios, pero podemos parecernos a El. Somos la
imagen de Dios (Génesis 1:26) y cada día esa imagen debe ser mejor (Romanos
8:29).
En todo
el capítulo 5 de Mateo Jesús está dando enseñanzas que ayudan a dar pasos hacia
la perfección. No vamos a ser iguales a Dios, pero debemos luchar para volver
nuestras vidas a nuestro estado original, cómo éramos cuando Dios nos creó,
cuando Dios vio que todo era bueno. El Señor está promulgando una Nueva Alianza
en la cual expresa: ‘oísteis que fue dicho, mas yo os digo.’ Si queremos ser
hijos de Dios debemos reflejar la perfección del Padre.
Las
enseñanzas en cuanto a la justicia legal (…ojo por ojo y diente por diente…
Mateo 5:38) eran para frenar la venganza y reducirla a un castigo equitativo.
Era para que no se excedieran en el castigo por el delito cometido. Nuestra
justicia ha de ser mayor que la de los líderes religiosos de esa época, sino no
es justicia. Debe exceder las expectativas de aquellos que dicen ser
religiosos, pero no obran la justicia de Dios (Mateo 5:20).
Perfecto
da la idea de algo acabado, terminado, una obra que ha sido hecha y no tiene
defecto (téleios del griego). En el
latín la preposición per le agrega a la palabra factus una idea de intensidad máxima, de totalidad, de que la
acción está terminada, que se ha hecho totalmente, que no le falta nada per-factus. De ahí derivan en castellano
las palabras factura, manufactura, facturar o facturación y, por supuesto la
misma palabra per-fectus; per-factus — perfecto. Lo contrario a per-fectus es de-fectus, es decir, algo que o bien se ha des-hecho o no está del todo hecho. De ahí vienen en castellano los
términos: defecto, defectuoso, deficiente.
Jesús
quiere que seamos perfectos pera que glorifiquemos al Padre que está en los
cielos, para que nuestra luz alumbre delante de los hombres, para que mostremos
el amor y la misericordia de Dios y para que alcancemos la meta en el supremo
llamamiento de Dios. Nuestra fe, en lo que creemos, los principios bíblicos en
los cuales basamos nuestra vida, nos van perfeccionando para el día que vayamos
con el Señor. No solo es creer en Jesús como nuestro Salvador, sino que tenemos
que obedecerle para que Él sea nuestro Señor. Creer en Cristo salva, pero va
ligado a la obediencia. ¿Cómo podemos creer si no obedecemos a Aquel en el cual
creemos? Obedecer es la actitud que nos hace dar pasos hacia la perfección para
cada día ser más semejantes a Cristo (1 Juan 5:4).
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