Monday, October 1, 2012

¿Dónde Está Tu Corazón?

Por: Pastor Carlos A. Goyanes

Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. ~Mateo 6:21

Hay dos palabras claves en este versículo y son las palabras tesoro y corazón. El tesoro son los valores materiales, morales y espirituales. Los valores son aquellas cosas a las que les damos más importancia, lo que ganamos en esta vida y que son el centro de nuestro corazón. Y porque creemos en ellos a menudo los practicamos. Estos valores tienen la capacidad de cambiar todo lo que somos y nos hacen poner la mirada en ellos. Además, ya que Dios nos ha puesto como la influencia más poderosa del mundo, debemos cuidar nuestros valores, no sea que las vidas de otros sean transformadas de una manera que no agrada a Dios. Una vida que agrada a Dios tiene que ver con los valores que Dios nos enseña en su Palabra y no con los valores que nosotros tenemos, o traemos de nuestra cultura, educación o estilo de vida.

La Biblia dice que el corazón es el culpable de lo que somos (Jeremías 17:9). De nuestro corazón sale toda clase de pensamientos y actitudes (Mateo 12:35). Es vital que como discípulos de Cristo cuidemos nuestro corazón para conservarlo sensitivo y abierto a la palabra de Dios. Conociendo la naturaleza del corazón, debemos de arraigarnos al evangelio y permitir que Dios purifique nuestro corazón a través de la sangre de Cristo, mediante la obra del Espíritu y la Palabra de Dios.

Pero, ¿cómo sabemos dónde está nuestro corazón? Es evidente que en lo que más pensamos, a lo que más tiempo y dinero le dediquemos es lo que nos ha robado el corazón. Lo que más valoramos es lo que ocupa el centro de nuestras vidas y es nuestro tesoro. Algunos ponen su mirada en las cosas materiales como el bien supremo a sus necesidades, pero sabemos que las riquezas de este mundo son temporales. Otros ponen su mirada en pasatiempos, porque según ellos la vida es corta y hay que disfrutarla. En cambio, otros ponen su mirada en Dios, disfrutan la vida y las cosas materiales de una manera sana sabiendo que el mayor tesoro y la fuente de todo es Dios, del cual provienen todas las cosas, las materiales y las espirituales. Dios nos hizo de dos naturalezas: la material y la espiritual. Las dos han de ser satisfechas. La material a través de lo material dándole un buen uso para no desagradar a Dios y la espiritual con lo espiritual siendo hijos de Dios obedientes.

Los cristianos conocen la verdad que hace libres a aquellos que creen en Cristo (Juan 8:32), pero hay creyentes que no son libres porque están atados a costumbres, cosas materiales y dogmas espirituales que no dejan que el Espíritu de Dios tenga libertad. Han puesto como tesoro a estas cosas en vez de haber puesto como teso-ro a Dios. Son cadenas que los atan y que para romperlas tiene que desterrar lo carnal que hay en ellos. Todos hemos sido tentados alguna vez a ponernos las amarras de lo terrenal en nuestras almas, pero las consecuencias han sido siempre las mismas — vidas insatisfechas, depresión, mal carácter, odio, envidia, falta de santidad, poca consagración al Señor y mal testimonio. Un barco no puede zarpar si sus amarras no han sido quitadas. De la misma manera, un cristiano no puede crecer si no se ha desecho de las ataduras que le impiden correr en la carrera de la fe (Hebreos 12:1; Efesios 4:22).

Nosotros somos el tesoro de Dios (Malaquías 3:17; Éxodo 19:5), permitamos que Dios sea nuestro tesoro. No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; mas haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde estuviere vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón (Mateo 6:19–21).

No comments:

Post a Comment