Por: Pastor Carlos A. Goyanes
He aquí que viene con
las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de
la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.
~Apocalipsis 1:7
Hay una iglesia con una puerta pequeña en Belén — es tan pequeña que hay
que encorvarse para entrar a ella. Cuando entras es una iglesia grande. Debajo
de ella hay una cueva a la que se puede llegar desde adentro del templo por una
escalera. A esta iglesia se le llama la iglesia de la Natividad, porque se cree
que en la cueva que está debajo de ella nació Jesús. ¡Todavía recordamos el día
en que Jesús vino al mundo! No se puede esconder esta realidad. Tanto luchó
Satanás usó al rey Herodes para impedir que Jesús viviera, así que este hizo
que los niños de toda Jerusalén y sus alrededores fueran asesinados en un
intento por callar el mensaje de Dios al mundo (Mateo 2:16).
Nadie nunca ha podido hacer callar a Dios. Ahora nos habló a través de su
Hijo que vino a padecer por nosotros. Fue probado muchas veces, pero todas las
veces venció. Fue llevado al desierto para ser tentado e incitado a convertir
las piedras en pan después de 40 días sin ingerir alimentos. Satanás lo tentó
porque él sabía que Jesús podía hacerlo, pero no lo hizo. Fue tentado en todo
(Hebreos 4:15), aun a renunciar a la cruz (Mateo 27:39–44), pero no lo hizo. En
la cruz pudo pedir la asistencia de los ángeles y renunciar al castigo de
nuestra paz, pero no lo hizo.
Murió después de pedir perdón para nosotros (Isaías 53:12; Lucas 23:34) y
al decir consumado es (Juan 19:30), estaba diciendo que todo lo que le había
sido demandado por Dios en cuanto a nuestra salvación lo había cumplido. La
celebración de los que lo querían ver muerto duró poco porque al tercer día
resucitó poniendo el último clavo en el ataúd de Satanás. El venció para darnos
la victoria. Como Rey triunfante volverá por su pueblo y nadie podrá impedirlo.
Rompió lo grilletes de la muerte y las cadenas del pecado que nos ataban fueron
despedazadas por Él. Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Romanos
8:31).
Él prometió regresar y lo hará. Si ha cumplido en su vida y en su muerte
gran parte de sus promesas sin faltar a una, ¿cómo no cumplirá también las que
faltan? Si Dios nos dio a su Hijo, ¿cómo nos dará también con Él todas las
cosas? (Romanos 8:32). La palabra de Dios es clara, Él vendrá de la misma
manera que fue al cielo (Hechos 1:11). Todos van a ver este evento (Apocalipsis
1:7), pero no todos se irán con Él . Si quieres ser parte de los que se van con
el Señor tienes que entregarte a Él y estar preparado para ese día. No sabemos
ni el día ni la hora (Mateo 24:36, 37), pero prometió regresar y lo hará
(Apocalipsis 22:7, 12, 13,16). La primera vez vino a enseñarnos el camino a
través de la verdad para darnos vida (Juan 14:6); pero la segunda vez que venga
arrebatará a su pueblo para que viva eternamente con Él en el lugar que nos
tiene preparado (Juan 14:2). El Señor dijo: Ciertamente vengo en breve y la
iglesia responde: Sí, ven, Señor Jesús (Apocalipsis 22:20).
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