Monday, May 5, 2014

De La Mesa De Su Señor

Por: Pastor Carlos A. Goyanes

Y ella dijo: Sí,  Señor;  pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. ~Mateo 15:27

Después de tantos milagros y trabajo Jesús quería apartarse a un lugar tranquilo con sus apóstoles; por eso fue a la región de Tiro y Sidón, de manera que, dejó Israel para ir a un lugar donde habitaban gentiles. En el evangelio de Marcos 7:24 se nos dice que Jesús no quería que nadie supiese que estaba allí. Sin embargo la gente de Tiro y Sidón habían oído de Él y muchos vinieron a que les sanara (Marcos 3:8). Es probable que muchas de estas personas hayan creído en Él. La Palabra de Dios nos dice en Mateo 11:21 que si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que hizo en Israel, se hubieran arrepentido mucho antes que ellos.

Aparece en la escena una mujer sirofenicia, de ascendencia griega. Ella era una mujer gentil, como los habitantes de Tiro y Sidón. Eran idólatras y por eso no se llevaban muy bien con los judíos. El nombre de esta mujer, el de su marido y el de su hija no lo sabemos; pero se veía en ella a una madre afligida por tener una hija poseída por un demonio. Parece que sabía algo acerca de Jesús por la manera como se dirigió a Él — lo llamó como los judíos lo llamarían porque le llamó ‘Señor, Hijo de David’. Esta palabra ‘Señor’ significa amo, dueño. ‘Hijo de David’ era la expresión judía con la cual llamarían al Mesías (Mateo 15:22). La fama de Jesús había llegado hasta esa tierra pagana, y esta mujer cananea había escuchado que Jesucristo era el Mesías que el pueblo de Israel esperaba. Aquella mujer en su desesperación daba gritos; pero el Señor no le respondía. Así que, la mujer siguió dando gritos para ser escuchada. Por eso los discípulos le pidieron al Señor que la despidiera para que dejara de dar gritos (Mateo 15:23). Los discípulos no le pidieron a Jesús que contestara su petición, sino que la despidiera. Cuando al fin el Señor le responde, lo hace de una manera que para nosotros aquí en occidente es ofensivo; pero lejos estaba Jesús de ofenderla. Aun así, ella se postró delante del Señor pidiendo que la socorriera (Mateo 15:25). Tuvo una respuesta sorprendente de parte del Señor: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. A lo cual ella respondió: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.

La misión del Señor era que toda la tierra de Israel se saciara de la fe y la Palabra de Dios (Mateo 15:24). Al decir esto delante de sus discípulos les estaba dando una enseñanza. ¿Cómo voy a dar de comer a los perrillos antes que a mis hijos? (Marcos 7:28) Este pan primero es para los de mi pueblo que aunque están hambrientos, no quieren comer en la mesa de su Señor. Es tan grande el Señor que aun las migajas que caen de su mesa saciarán a todos los que de ellas quieran comer. A aquella mujer, como al centurión romano (Mateo 8:5–13), le fue reconocida públicamente la grandeza de su fe y su hija fue sanada en aquella hora (Mateo 15:28).

El hecho es que Dios llamó a un pueblo, Israel, para llevar el mensaje de salvación al mundo y envió a su Hijo en una misión final para que este pueblo se arrepintiera, y no lo hicieron. En estos tiempos el pueblo gentil está desarrollando la misión del pueblo de Israel a través de la iglesia. Millones de hombre y mujeres comen de la mesa de su Señor y sobras abundantes bendiciones espirituales para todos los que se acerquen con fe a Él.

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