Por: Pastor Carlos A. Goyanes
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para
enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que
el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. ~2 Timoteo 3:16–17
La preocupación de la mayoría de los padres es que
sus hijos se preparen para la vida; para ello hacen grandes esfuerzos para
enseñarlos desde la niñez hasta la adultez. Es prioritaria la educación si
queremos que nuestros hijos alcancen sus metas. Lo mismo pasa con la educación
religiosa (Mateo 7:11). En sí misma ella no salva; pero enseña el camino a
seguir y orienta al creyente para que alcance las metas de Dios para su vida
(Deuteronomio 6:4–9; Proverbios 1:7; 2 Timoteo 1:5). A esta educación religiosa
la llamamos más específicamente Educación Cristiana ya que nos orienta a una
relación con Cristo y la Palabra de Dios en contraste con otras religiones o
escritos religiosos (Santiago 1:5).
La Educación Cristiana es importante para la vida,
la salud espiritual, moral, mental y física del creyente (Santiago 3:17; Mateo
7:24). La Educación Cristiana nos enfoca en la voluntad de Dios y nos provee de
herramientas para la vida que de otra manera serían difíciles, sino imposibles
de obtener. Esta educación Cristiana la obtenemos a través del conocimiento de
la Palabra de Dios, el ejemplo de otros creyentes, y en la práctica de los valores
y principios bíblicos (2 Timoteo 3:10, 14, 15).
La Palabra de Dios es
viva, eficaz y más cortante que cualquier espada de dos filos. Viva porque está
vigente, no ha dejado de tener validez en el mundo a pesar de que el hombre
asegura que sus conocimientos científicos tienen o tendrán la respuesta
absoluta a sus males; eficaz porque es lo que el hombre necesita y al aplicarla
en su vida tiene resultados eternos; y más cortan-te que toda espada de dos
filos porque éstas pueden penetran en el cuerpo humano y romper más músculos,
tendones y huesos; pero la Palabra de Dios puede penetrar en el corazón y la
mente que es un lugar inaccesible. A pesar de todos los esfuerzos humanos el
hombre no puede transformar la mente y el corazón, y mucho menos salvar; sin
embargo, la Palabra de Dios alcanza el fuerte más defendido e inalcanzable del
hombre: sus pensamientos e intenciones, su pecado, su voluntad. Ninguna otra
palabra, por más sabia que sea, puede llegar a la puerta sin llave del corazón.
El apóstol Pablo al escribirle a un pastor joven
llamado Timoteo le orientaba a usar la Palabra de Dios para enseñar, corregir,
redargüir e instruir (2 Timoteo 3:16-17). Solo ella puede llegar a la mente y
al corazón eficazmente y hacer los cambios necesarios para nuestro bien. Esto
es de esperarse porque es la Palabra de Dios y la base de la Educación
Cristiana. Así que no perdamos tiempo y preparémonos para la buena obra de Dios
a través del conocimiento de Su Palabra (Filipenses 1:6), entrenémonos en el
cumplimiento de Su voluntad (Romanos 12:2) y usemos la autoridad que Él nos dio
para la tarea que nos ha encomendado (Mateo 28:18–20).
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