Por: Pastor Carlos Goyanes
Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. Mateo 2:1–2
Los magos eran una tribu sacerdotal por herencia, eran oficiales de alto rango sacerdotal, algo así como los levitas en el pueblo judío. La fama de los magos estaba dada por su sabiduría, la práctica del ocultismo y su conocimiento acerca de los astros. Eran los consejeros de las cortes de Babilonia, Persia y Media y ningún rey ocupaba el trono sin ser instruidos por éstos acerca de la religión y la ley. Ellos aprobaban, reconocían, y coronaban los reyes. Tal era su poder que todos contaban con ellos para los augurios del futuro de la nación y de sus vidas particulares.
También los magos vinieron a Jesús y le reconocieron como Rey. Este era el sello gentil del reconocimiento del Salvador. Si lo reconocían los magos, entonces debía ser aceptado por los paganos. Es interesante que los magos, siendo personas tan distinguidas, viajaran para reconocer a un Rey que nacía en un lugar tan humilde y no en un palacio como los demás reyes. ¿Cómo supieron los magos? En el año 586 A.C. los judíos fueron llevados a Babilonia y enseñaron el advenimiento de un Gran Rey que vendría como Señor de todo y traería esperanza a una nación; el Mesías esperado que habría de nacer. Esta profecía quedó profundamente arraigada en la cultura de estos pueblos mesopotámicos.
El profeta Daniel, un judío que por su sabiduría y revelaciones de Dios fue elevado a un lugar de distinción y constituido jefe de todos los magos, astrólogos, caldeos y adivinos (Daniel 2:48; 5:11), los instruyó acerca de la venida del Rey (Daniel 2:44). Además; después del exilio muchos judíos preponderantes no regresaron, sino que se quedaron y enseñaron las Escrituras a los persas, medos, y babilonios. De manera que, lograron que muchos en estos pueblos temieran a Dios y le buscaran. Por eso Dios les dio una señal, la señal de la estrella, a aquellos magos que buscaron tanto a Dios que le encontraron.
El primer fruto del evangelio a los gentiles fue la conversión de los magos que vinieron de tierras lejanas para poner delante del Rey toda su vida y posesiones. Pero aún más importante, venían a adorarle porque ya habían entregado su corazón a Él. Ellos, con su presencia y reconocimiento, coronaron al Rey que heredaba un reino devastado por el pecado; pero que pondría en orden todas las cosas a través de la ley del amor y la misericordia de Dios. Para ellos fue el suceso más grandioso jamás visto. Una estrella los guio hasta donde estaba el niño y allí, quedos, se postraron y le adoraron.
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