Por: Pastor Carlos A. Goyanes
Mas yo os
muestro un camino aún más excelente. 1 Corintios 12:3
Los caminos que los seres humanos han elegido para
subsistir lejos de la voluntad de Dios son diversos, pero no han funcionado
como ellos lo esperaban. Cada uno ha tomado su camino (Isaías 53:6) y en un
frenesí de deseos carnales han tratado los problemas de la vida de una manera
desastrosa. Aun los creyentes no escapan a esta realidad. Pablo le escribió a
la iglesia de Corinto para amonestarles acerca de lo que ellos consideraban más
valioso. Para ellos los dones eran lo más importante, porque los diferenciaba
de los otros cristianos. Mientras más dones tuvieran, más importantes eran.
El servicio a Dios no debe convertirse en una
pasarela de dones sino en un derroche de frutos del Espíritu (Gálatas 5:22–23).
La competencia acerca de quién es el mayor es tan vieja como la raza humana
misma. Caín mató a Abel porque se sintió inferior. ‘¿Por qué Dios habría de
recibir la ofrenda de Abel y no la mía?’ Porque Abel tomó el camino más
excelente, el camino del amor. Amó a Dios de tal manera que trajo la ofrenda
que agradaba a Dios. Esto es lo que el apóstol Pablo nos mostró en el capítulo
13 de 1 Corintios.
La excelencia de la vida cristiana comienza en el
amor, que es el primero de los frutos del Espíritu (Gálatas 5:22) y la mayor de
todas las virtudes que Dios le ha dado al hombre (1 Corintios 13:13). El amor
es la esencia misma de Dios porque Dios es amor (1 Juan 4:8). Pero nosotros
creemos amar y lo hacemos de la manera más deshonrosa al cambiar este
sentimiento por los dones que Dios nos da. Los dones son para servir, el amor
es para ejecutar esos dones de una manera correcta, conforme a la voluntad de Dios.
Al ser seres imperfectos, nuestro amor tampoco es perfecto y a veces vamos por
caminos que no conducen al bien, sino a males peores. El amor para el mundo es
una debilidad, pero no es así porque Dios es amor y es el ser más poderoso que
existe. Los incrédulos aman la violencia, aman el poder, aman el dinero, se
aman ellos mismo (egoísmo), aman tener fama para brillar, y se alientan unos a
otros llamándose estrellas (estrella del futbol, estrella de cine, estrella
de…); pero su luz es tan fugaz, que así como Dios se la dio, se la va a quitar.
Todos sus trofeos no serán más que un vago recuerdo en un museo.
Caminar en la excelencia es caminar en el amor de
Dios, porque el que ama a Dios ama a su prójimo (1 Juan 4:20). Esta virtud es
tan grandiosa que no se puede comprar y el que lo intente será menospreciado
(Cantares 8:7). El dinero no puede comprar el amor, la violencia no logra el
amor, el poder no logra el amor, el egoísmo no logra el amor; solo el amor
logra el amor porque es el vínculo perfecto de todas las relaciones humanas
(Colosenses 3:14). Una iglesia sana es la iglesia en la que el amor a Dios y a
la humanidad es el verdadero estímulo de su servicio. Del amor han hablado los
poetas, cantores, artistas, científicos, sicólogos, filósofos y ateos porque el
amor es un lenguaje universal que rompe todas las barreras y llega a lo más
profundo de nuestras vidas, nuestro corazón. Pero nosotros también podemos
llegar al corazón de Dios si amamos de verdad. Amar es la única manera de que
nuestras vidas impresionen a Dios.
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