Por: Pastor Carlos A. Goyanes
El lenguaje que lo cambia todo es el amor. Es el idioma de Dios para los seres humanos que aunque nos expresamos en diferentes idiomas, podemos entender este lenguaje que es uno de los atributos e Dios. La Biblia dice que “Dios es amor” (1 Juan 4:8). Pero ¿cómo expresar el amor? ¿Quién es tan elocuente y sabio para hacerlo de una manera perfecta? Solo Dios lo hizo y lo hace a través de la persona de su hijo Jesucristo. Los creyentes hemos tratado de expresar el amor y muchas veces fallamos. Aun así, a pesar de nuestros defectos, creemos en el amor. Si amamos, estamos hablando con el lenguaje de Dios.
El Señor nos exhortó a expresarnos en el idioma de Dios, que es un lenguaje que todos las personas entendemos (Juan 13:34). El amor es un mandamiento nuevo que Jesús nos dio como el nuevo pacto con Dios. El amor libera nuestras vidas del egoísmo y la arrogancia; el amor nos declara iguales, más que la constitución de nuestro país ya que el amor nos hace diferencia de razas, lenguas o naciones. El amor es la expresión más sublime de todas las virtudes de Dios que abraza el alma humana y la realza, la ennoblece. De un ser salvaje y sin conciencia, nos transforma en una persona sensata y atinada.
Nosotros los seres humanos hemos querido expresar el amor, pero nos faltan las palabras apropiadas para hacerlo. Los griegos usa-ron cuatro palabras para enunciar esta virtud:
- Eros (ἔρως érōs) es el amor apasionado, con deseo y desear sensual.
- Philia (φιλία philía), que significa amistad en griego moderno, un amor virtuoso desapasionado. Incluye lealtad a los amigos, a la familia, y a la comunidad, y requiere virtud, igualdad y familiaridad. En textos antiguos, philia denotó un tipo general de amor, usado para el amor entre la familia, entre los amigos, un deseo o el disfrute de una actividad, así como entre amantes.
- Agapē (ἀγάπη agápē) significa “amor” en griego moderno del día, por ejemplo en el término s’agapo (Σ'αγαπώ), que significa “te amo”. En la Biblia, su significado y uso es ilustrado uno mismo sacrificándose, dando amor a todos, tanto al amigo como al enemigo.
- Storge (στοργή storgē) significa “afecto” en griego moderno; un afecto natural, como el que siente un hijo por sus padres o en relaciones dentro de la familia.
El amor cuesta, es un sacrificio. Nos cuesta algo cada vez que amamos a alguien, nos cuesta de nuestro tiempo, talento, dinero, la renuncia de nuestro yo. El amor definitivamente cuesta. Para amar hay que estar dispuesto a dar (Juan 3:16). El amor nos induce al perdón y nos cuesta la renuncia de nuestro orgullo. El amor es compromiso. Es imposible tener una relación verdadera sin involucrarse con otros. Involucrarse requiere un compromiso, el compromiso requiere trabajo, el trabajo es esfuerzo. Parece que hay una falta de gozo dentro del pueblo de Dios; una de las razones principales es que frecuentemente somos pasivos, buscando un estilo de vida sin esfuerzo ya que le huimos a los sacrificios.
El amor comprende una relación con otros; no nos aísla. El amor requiere que extendamos la mano al que sufre. Amor es perdonar antes de que me perdonen tomando la iniciativa en la relación con otra persona y este intercambio que puede traer la restauración y la comprensión. Ejemplo tenemos en la Palabra de Dios cuando aquel padre amante salió a recibir a su hijo al camino demostrándole perdón por todas sus ofensas y abandono (Lucas 15:11–24). Pero el más grande ejemplo de amor lo tenemos en Dios, que amó primero, se adelantó a nosotros desde la eternidad para ganarnos por amor (Jeremías 31:3); así que, le amamos a Él porque Él nos amó primero (1 Juan 4:19).
El amor involucra dar con sacrificio. El amor no es una debilidad, es una virtud. El amor no hace lo que es correcto simplemente para recibir algo; el amor hace lo correcto porque es correcto. El amor sana, el amor restaura, el amor lo cambia todo (1 Corintios 3:4–7).
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