Por: Pastor Carlos A. Goyanes
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia (Mateo 5:7).
¡Cuán preciosa es la misericordia! Es una virtud que viene de Dios. Cuando prende en el corazón de los mortales alivia al alma sufriente y da esperanza al que tiene necesidad. Así es la misericordia de Dios, tan grande que alcanza a todo aquel que le busca y libra a todo aquel que cree.
Es interesante saber que la palabra misericordia viene del hebreo hesed (חסד) que sugiere una relación íntima entre la misericordia y la justicia. Esto enseña que la misericordia no pasa por alto la justicia, pero el hombre se justifica en la misericordia de Dios. Si has recibido misericordia, es porque has cumplido tu parte del pacto que hiciste con Dios. La misericordia de Dios nos envuelve en su amor constante, pero demanda una actitud recíproca.
En el Nuevo Testamento la palabra usada es eleémon (elehmon del griego que se traduce en Mateo 5:7 como misericordia o compasión. La misericordia es uno de los atributos de Dios por el cual El expresa su bondad y amor para el que sufre. Es interesante que la palabra misericordia que usamos en nuestro idioma español venga del latín miser (miserable, desafortunado) y cordis (corazón). La misericordia puede ser fingida, pero la verdadera misericordia es una actitud interior que se deriva de una relación profunda con Dios que dura toda la vida. Tener misericordia es tener un momento de compasión por alguien que sufre o perdonar a alguien que nos ha hecho daño (Lucas 10:33). Pero ser misericordioso va más allá de un momento de piedad porque implica un deseo interior de servicio y tomar parte en la acción de ayudar a otros.
El Señor Jesucristo fue el gran ejemplo de la misericordia, nunca pecó, no hizo daño a nadie, siempre dijo la verdad, vino a salvar al hombre perdido y aun así lo vimos desde la cruz decir “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). También nosotros los que creemos en el Señor podemos ser ejemplo de misericordia para aquellos que nos desprecian, y nos difaman y en el momento que ellos quieran hacernos daño elevemos una oración a Dios para que se compadezca de ellos. Porque qué recompensa tenemos si devolvemos mal por mal u ofensa por ofensa (Proverbios 16:6; Mateo 6:14–15). Ser misericordioso es ser feliz (Proverbios 19:22a). Un ejemplo de la misericordia de un cristiano lo encontramos el la Palabra de Dios cuando un diácono de la iglesia de Jerusalén llamado Esteban pedía a Dios perdón para quienes lo apedreaban (Hechos 7:60).
El deseo de Dios es que los que han alcanzado la misericordia sean misericordiosos. La misericordia es un don de la gracia de Dios y es segura para el que la ejerce, porque Dios ha prometido que los misericordiosos alcanzarán misericordia (Mateo 5:7). Así que, debemos por las misericordias de Dios, presentar nuestros cuerpos en sacrifico vivo, santo y agradable a Dios (Romanos 12:1). Nosotros somos parte integral de la agencia terrenal de la misericordia de Dios que tiene su sede en el cielo, pero su oficina está aquí en la tierra y se llama la Iglesia de Jesucristo.
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