Por: Pastor Carlos A. Goyanes
¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas! ~Lucas 19:38
Cuando Jesús nació nadie lo esperaba. Tenían las profecías del tiempo en que el Mesías habría de nacer, pero ni aún los eruditos de Las Escrituras lo estaban esperando (Daniel 9:24–27; Mateo 2:1–6). Llegó el Rey a este mundo sin una corte que lo recibiera ni una alfombra en la cual suavemente descansaran sus pies, sin una cuna que lo acogiera, sin lujos ni vanidad. Si lo hubieran estado esperando, el recibimiento hubiese sido como el día en que entró en Jerusalén.
Varios cientos de años antes de que naciera Cristo, los líderes judíos comenzaron a creer y propagar dos enseñanzas erróneas. Ellos enseñaron que las Sagradas Escrituras no podían ser tomadas literalmente porque no estaban literalmente inspiradas por Dios, y por lo tanto contenían errores y también enseñaron que las profecías no podían ser tomadas literalmente, sino espiritualmente. Libros proféticos tales como Daniel ni siquiera se continuaban enseñando porque contenían demasiada profecía. Después de que pasaron varias generaciones, los líderes espirituales judíos de los tiempos de Jesús estaban completamente desapercibidos de esta profecía. Por lo tanto, ellos estaban inadvertidos del tiempo de su visitación (Lucas 19:41–44).
Pero las profecías se cumplieron y Jesús entró a Jerusalén sobre un asno joven el cual nadie había antes montado (Zacarías 9:9; Lucas 19:30–35). A su llagada la gente tapizaba el piso con sus mantos y ramas de los árboles. La algarabía era tan fuerte que ensordeció los oídos celosos de los líderes religiosos judíos, a tal punto que le pidieron al Señor que mandara a callar a la gente; pero Él les respondió que si ellos callaban las piedras de las calles clamarían (Lucas 19:39–40). Pocos días después la multitud gritaba ¡crucifícale! No entendían a qué había venido Jesús. Esperaban un líder político, un estratega militar descendiente de David que los librara del yugo romano, por eso gritaban hosanna que significa sálvanos ahora. No creyeron que Jesús venía a librarlos de la verdadera esclavitud: el pecado. La esperanza de los judíos estaba puesta sobre su liberación terrenal y no avistaban lo que era su paz porque sus ojos estaban cubiertos (Lucas 19:42). A veces nos alejamos tanto de casa que no sabemos como regresar. Creían en Dios, pero se habían alejado tanto de El que no sabían que Aquel Varón de Dios que montaba sobre ese pollino de asno era su Rey.
La Palabra de Dios dice enfáticamente que Jesucristo vino con un solo propósito a lo suyo vino y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:11–12). No le recibieron como lo que era realmente, el Salvador y redentor de la humanidad, la paz, el amor, la bondad, el poder y la misericordia. JESÚS es su nombre, que es sobre todo nombre, y en su nombre se doblará toda rodilla (Filipenses 2:9–11).
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