Por: Pastor Carlos A. Goyanes
Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria. (Isaías 60:1–2)
El Profeta Isaías comienza en un punto muy importante; él dijo: levántate y resplandece (v.1)… porque tinieblas cubrirán la tierra (v.2). Las tinieblas empezaron con un ángel que tenía un nombre que significa luz (Lucifer). Con él empezó la obscuridad espiritual, las tinieblas espirituales, porque un día lucifer se levantó contra el gobierno de Dios y no permaneció más en el cielo. Dios lo echó del cielo. ¿Sabes que pasó? El vino a la tierra para implementar el pecado.
El diablo usó una serpiente para engañar a Adán y a Eva y así ingresar el pecado en el mundo (Génesis 3). El profeta Isaías dice que las tinieblas cubrirán toda la tierra. Y en este momento estamos viendo en cada parte de este país y en cada parte de sus ciudades, de los barrios, las tinieblas acentuándose, creciendo cada día (Isaías 24:6).
El pecado está presente en la vida de cada uno de los hombres. Nosotros somos pecadores. Si hay pecado hay tinieblas, si hay pecado hay muerte. Si hay muerte necesitamos un milagro. Necesitamos salvación. Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron (Romanos 5:12). Usted es pecador, yo soy pecador y ¿sabes cuál es la paga del pecado? Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. (Romanos 6:23).
Usted es pecador. ¿Mucho o poco? Pregunto: ¿Cuál es la paga del pecado? La muerte. ¿Y por qué tú estas vivo? Por la gracia de Dios. Porque hay un Dios maravilloso lleno de gracia y misericordia. Y esta vida que vivimos es una vida de gracia, una vida de misericordia, una vida de regalo. La última parte del versículo de Romanos 6:23 dice: pero el don gratuito de Dios es vida eterna en Cristo Jesús.Hermanos, el mundo está en pecado, hay tinieblas por todas partes. Hay tinieblas en las familias, hay tinieblas en los matrimonios, hay tinieblas en la vida de los jóvenes, hay tinieblas en el gobierno, hay tinieblas incluso en las iglesias, hay tinieblas por todas partes. Hay oscuridad espiritual. Y yo pregunto, ¿existe esperanza para este mundo? Existe esperanza para Estados Unidos, existe esperanza para Passaic, para Union City, North Bergen y todas la ciudades de este país? ¿Existe esperanza para el mundo entero? ¿Si o no? ¿Nuestra esperanza está en el gobierno? ¿En las riquezas? ¿En las cosas materiales? Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. (Juan 3:16).
¿Existe esperanza para este mundo? Sí. La esperanza está en la cruz. Jesús que murió en la cruz es nuestra bendita esperanza. …es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria… (Colosenses 1:27). Puede que tengas dolor en el alma, una herida espiritual en el corazón. Puede que conozcas la Biblia, pero te falta algo. Te falta confiar en que Cristo es tu esperanza. Debes de buscar el La Palabra de Dios la luz para andar en las tinieblas. Tener una vista 20/20 no basta para ver en la oscuridad espiritual en que el mundo vive. Es necesaria la lámpara de Dios: La Biblia. Tu palabra es una lámpara a mis pies y una luz en mi camino (Salmo 119:105). Hay esperanza porque hay un Dios que envió a su Hijo. Hay salvación porque el Hijo de Dios se entregó por nosotros. Hay gozo porque el Espíritu Santo mora en nuestros corazones. Levántate, porque Dios te ha dado fuerza; resplandece, porque ya llegó tu luz; brilla, porque la gloria del Señor ha nacido en ti.
Tuesday, May 29, 2012
Tuesday, May 22, 2012
Bienaventurados los que Padecen Persecución
Bienaventurados los que padecen persecución por
causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Mateo
5:10
Ser
perseguidos no es el sueño de los cristianos, no al menos el de los cristianos
sensatos. La persecución ha sido un arma que ha tenido satanás para tratar de
hacer claudicar a los cristianos; pero ha sido también la que ha descubierto a
los falsos creyentes. En ningún momento la Palabra de Dios nos dice que la
persecución es una bienaventuranza, sino más bien, que es una señal a los que
la padecen de su fidelidad al Señor.
Este
pasaje alude a la persecución por causa de la justicia, no por ser personas que
antisocialmente promueven la fe en ausencia de sabiduría para hacerlo. Vivimos
en un país donde la persecución no es tan fuerte como en otros países del mundo
que por el solo hecho de ser cristianos son asesinados. La justicia a la que el
pasaje se refiere es a la justicia del hombre que no entiende la justicia de
Dios. ‘Por causa de la justicia’ es
por causa de la justicia de Dios, no por nuestra propia justicia. ¿Por qué otra
justicia debiéramos ser perseguidos los cristianos? La justicia humana persigue
a los que practican la justicia de Dios porque ellos no se basan en sus
preceptos.
Si
nuestra propia justicia nos trae problemas, no es esa la justicia a la que se
refiere el pasaje. A veces nos es difícil diferir entre nuestros prejuicios y
nuestros principios por causa de nuestro carácter, y esto nos trae problemas.
Depende muchas veces de cómo hemos sido criados, enseñados y del medio en que
nos hemos desarrollado que a menudo difiere de las enseñanzas de Las
Escrituras.
No
son bienaventurados los que son perseguidos por un error, sino los que son
perseguidos por la verdad de Dios (1 Pedro 4:14–19); los que queriendo hacer el
bien hallan oposición en los malvados de la tierra que son instrumentos de
satanás. Como dice la Palabra de Dios, los que ‘digan toda clase de mal contra vosotros mintiendo’ (Mateo 5:11).
Algunos que dicen ser creyentes quieren ser perseguidos para mostrar que son
verdaderos cristianos, pero el verdadero cristiano no desea ser perseguido,
sino enseñar al mundo el evangelio de Jesucristo.
Padecer
por causa de la justicia es un mal que los cristianos hemos soportado por
siglos, sin embargo ha servido para depurar nuestra fe (1 Pedro 1:6–7) y para
limpiar la era del Señor (Lucas 3:17). No queremos ser perseguidos, pero con fuego
se prueba nuestra fe (1 Corintios 3:13), que en algunos casos se fortalece, y
en otros fracasa, porque no es verdadera. Los cristianos padecen en todos los
países del mundo de una manera u otra, pero hay que pagar el precio. No es la
fama la que mueve a la iglesia o al creyente, sino el deseo de que el mundo
conozca la verdad de Dios. No hemos recibido aplausos ni premios, más bien
tormentos por lo que hacemos, pero tenemos la certeza de que seremos
bienaventurados porque el Señor así lo ha prometido. No somos bienaventurados
cuando somos perseguidos, sino porque hemos sido fieles a nuestro llamado
aun en la persecución.
El mundo no ha sido digno de
todos los que han dado su vida por esta fe, los que se han sacrificado por
causa del evangelio (Hebreos 11:34–38), pero por la lealtad de los que nos
precedieron hoy nosotros somos salvos ya que ellos se encargaron de transmitir
de generación en generación la Palabra de Dios.
No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el
diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y
tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la
corona de la vida. Apocalipsis: 2:10
Friday, May 18, 2012
Sunday, May 13, 2012
Dos Son Mejores Que Uno
Por: Pastor Carlos A. Goyanes
Mejores son dos que uno… (Eclesiastés 4:9)
Aunque
los seres humanos celebramos el Día de las Madres, ya estaba en la mente de
Dios la maternidad. Cuando Dios hizo a Adán este se sintió solo a pesar de todo
o que Dios había creado. Todo en su tiempo era hermoso (Eclesiastés 3:11) en la
obra que Dios terminó para el hombre, pero faltaba algo y Dios lo sabía
(Génesis 2:18). No había terminado la creación porque en el sexto día creó a
Eva (Génesis 1:26–31). La demora fue para que Adán valorara la compañía que
tendría. Aun así la hizo diferente, con características reproductivas, de rasgo
dulce y tierno. Ella completó el plan de Dios para formar la familia.
Dios
creó el concepto de que dos son mejores
que uno. La palabra de Dios dice que varón
y hembra los creó (Génesis 1:27) y así los dos tendrían parte en la crianza
y educación de sus hijos que serían el fruto de esa relación. El hecho de que
hagan falta dos partes, según lo planeado por Dios, es para que el concepto de
Dios de que dos son mejores que uno
se cumpla en nosotros. El plan de Dios es que la familia, compuesta por un
hombre y una mujer únicamente dé los frutos que El espera de esa relación. De
modo que, la relación planeada por Dios incluye amor (Cantares 8:6, 7), sexo
natural (Génesis 1:24) y los frutos que son los hijos (Salmo 127:3; 128:3). Esto
garantiza nuestra sucesión y legado a las generaciones futuras. Todo lo que
Dios hizo tiene un plan, de no ser así, estaría fuera de su voluntad y por lo
tanto es pecado (Romanos 1:26–32; Efesios 4:17–18).
Hoy
en día el concepto de familia está tomando un rumbo diferente al planeado por
Dios. Pero la Biblia sigue siendo vigente a pesar de lo que diga este mundo que
cada vez se corrompe más y vende su dignidad al diablo por unas pocas monedas o
por rebeldía contra Dios. La familia, como Dios la concibió, es una institución
santa, no en balde es la base de la sociedad. Sus orígenes están en Dios y no
en la mente cambiante del hombre que busca en el placer desenfrenado una
satisfacción (Efesios 4:17–19) que le causará la muerte (Proverbios 14:12). No
somos más justos ni más limpios que Dios, así que debemos seguir sus normas
(Job 4:17–21).
Mejores
son dos que uno porque el fruto del trabajo de los dos será mayor. Es evidente
que dos pueden producir el sustento y apoyarse en sus ganancias mejor que uno. Económicamente
hablando, el plan de Dios desarrollado para los cónyuges es fundamental. El
hombre y la mujer se complementan el uno al otro, lo cual los hace responsables
a los dos en cuanto a la administración, búsqueda y disposición de los bienes
materiales (Génesis 1:27–28).
Mejores
son dos que uno para establecer las bases de nuestra fe. La familia debe ser la
primera iglesia que conozcan nuestros hijos; debe comenzar con el matrimonio,
como desea Dios, y no con una unión libre. Allí debe haber un oasis espiritual,
una fuente de agua refrescante para el calor sofocante del desierto de la vida.
Dos son mejores que uno para colocar los cimientos de lo que Dios quiere para
la familia. Si Dios hizo al hombre y la mujer, y formó la familia, ¿quién puede
saber qué es lo mejor para ella sino El? Busquemos la voluntad de Dios para el
matrimonio, vivamos conforme a sus preceptos, andemos en armonía y lleguemos al
consenso de que lo mejor que puede hacer una familia es obedecer sus mandatos
porque ellos traerán el bien al hogar (Efesios 5:15–17).
Wednesday, May 9, 2012
Bienventurados los Pacificadores
Por: Pastor Carlos A. Goyanes
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. (Mateo 5:9)
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. (Mateo 5:9)
Uno
de los frutos del Espíritu es la paz (Gálata 5:22); pero para llegar a tener
paz en el corazón es necesario haber conocido a Cristo. La paz es uno de los
dones celestiales más preciados por el hombre; sin embargo, la paz no es la
ausencia de la guerra, sino el bienestar de la persona. La palabra hebrea para
paz (shalom) y la griega (eiréne) siempre quieren decir todo lo
que contribuye al bienestar supremo del hombre. En el Oriente cuando un hombre
le dice a otro: ¡Salám! que es la misma palabra, no quiere decir que le desea
al otro solamente la ausencia de males; le desea la presencia de todos los
bienes. En la Biblia, paz quiere decir no solamente liberación de todos los
problemas, sino disfrutar de todas las cosas buenas.
El
principio de toda paz es el estar en paz con Dios (Romanos 5:1). La fe produce
paz porque nos da la convicción de que todo bienestar proviene de Dios (Salmo
13:6). El hombre, por su naturaleza caída, vive en una continua rebelión contra
Dios y se cree el centro de todas las cosas; pero la única manera de tener paz
es dejar que Dios tome el centro y dirección de nuestras vidas. Siempre que
conducimos nuestro automóvil tenemos el temor de equivocarnos o de que otro
cometa un error que nos lleve a un accidente. Cuando nos ponemos en las manos
de Dios, tenemos perfecta paz porque quien conduce no está sujeto a desaciertos
(Mateo 5:48).
Cristo
es el príncipe de paz (Isaías 9:6).
Todos los adversarios que trataban de dañarnos, Dios los venció a través de
Cristo para garantizarnos la paz y el bienestar. Ni el pasado, ni la muerte, ni
la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni el presente, ni el
futuro pueden quitarnos la paz si confiamos en la obra redentora de Cristo
(Romanos 8:38–39).
La
paz no es un accidente que simplemente ocurre en un momento. La paz hay que
buscarla, luchar por ella y mantenerla (Salmo 34:14; Hebreos 12:14; Romanos
12:18). Si Dios trabaja todavía, nosotros también debemos hacerlo (Juan 5:17). La paz no se consigue sólo con buenas
palabras. Para disfrutar de ella hay que estar dispuesto a luchar, a
esforzarnos y trabajar por ella. La paz se erige con el esfuerzo de cada
creyente por el bienestar de los demás. Esta es, precisamente, la virtud que el
mismo Jesús honraba al inicio de su Sermón del Monte dejándonos como una bienaventuranza
el ser pacificadores: Bienaventurados los
pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios (Mateo 5:9).
La
paz de Dios no busca cambiar solamente las apariencias y lo meramente
superficial; su objetivo es lograr una paz interior. Dios quiere llegar a lo
más profundo del ser humano y dejarnos su paz (Juan 14:27). Paz con Dios, paz
con el prójimo y paz con uno mismo. Porque, en la medida que nuestras vidas son
ordenadas según la voluntad de Dios, se acrecienta la paz en nuestros corazones
y nos convertimos por ende en pacificadores. De manera que, esa actitud que
viene del Padre, hace que la gente vea a Dios en nosotros y nos distinga como
hijos de Dios.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento,
guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
(Filipenses 4:7)
Tuesday, May 1, 2012
Bienventurados los de Limpio Corazón
Por: Pastor Carlos A. Goyanes
Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. (Mateo 5:7)
Vivimos
en un mundo donde todo parece estar tocado por la inmoralidad, la arrogancia y
la mentira. La gente vive una vida doble y en muchos casos la maldad es todo lo
que tienen para subsistir. Lo triste de esto es que aun los escogidos están
echando mano a los recursos que tienen los hijos de las tinieblas para lograr
sus metas.
La
expresión bíblica “limpio de corazón”
alude a un creyente que ha renunciado a la maldad y lucha constantemente por
mantenerse puro habiendo alcanzado la virtud de reconocerse pequeño delante de
Dios que es quien puede limpiar su vida
a través de la sangre de Jesucristo.
La
palabra corazón en la Biblia muy pocas veces se refiere exactamente al órgano
que en nuestro cuerpo bombea la sangre; mas bien se refiere a nuestra actitud,
nuestros pensamientos y nuestra vida delante de Dios. Cuando Dios dijo que
David era conforme a su corazón, no dijo que era perfecto, sino que buscaba
alcanzar de una manera continua una relación personal con el Creador, a pesar
de haber pecado. El mismo David pidió a Dios la restauración total de su
corazón al reconocerse pecador (Salmo 51:4, 10).
El
Señor ha roto muchas cadenas en nuestra vida, pero hay muchas que todavía están
atadas. Cantamos el canto espiritual Cristo
rompe las cadenas, pero debemos dejar que Dios las rompa. Hay tantas cosas
que Dios tiene que sanar en nuestras vidas que es necesario que le dejemos
obrar.
1.
Un corazón limpio es un corazón libre de supersticiones.
La gente vive atada a la superstición y no puede deshacerse de ella. Los
horóscopos, los augurios, las predicciones, las falsas profecías, los
pronósticos, las adivinaciones son algunas de las ataduras de los seres
humanos. Si tan solo su corazón se limpiara de todas estas cosas, serían felices.
2.
Un corazón limpio, es un corazón libre de malos pensamientos.
Recuerda que la palabra corazón en la Biblia representa no solamente los
sentimientos, sino también los pensamientos (Deuteronomio 15:9). Los antiguos
creían que el corazón era la base de los sentimientos y pensamientos. Así que
aquí se refiere a lo que piensas también. La paranoia consume a los a los seres
humanos que siempre están pensando mal de los demás y murmuran, se enojan y
toman decisiones en contra de otros, solo por el hecho de creer que alguien les
está haciendo daño.
3.
Un corazón limpio es un corazón libre de dobles intenciones. Amar
a los demás sin hipocresía, intereses personales, avaricia, el deseo de ser
reconocido y la arrogancia es el deseo de un corazón limpio. Ese abrazo, ese
beso libre de toda culpa y segundas intenciones denotan un corazón limpio. No
podemos saber las intenciones de las personas que nos aman, pero las nuestras
sí. De manera que, si tu corazón vela por las actitudes negativas de los demás
y no por las tuyas propias, es que todavía no hay un corazón limpio. Un corazón
limpio no juzga a los demás, sino que humildemente da el ejemplo.
4.
Un corazón limpio es un corazón entregado a Dios.
La Palabra de Dios en este pasaje no dice que los que tienen el corazón limpio
verán a Dios. Ciertamente los que pueden ver a Dios son los que han limpiado su
corazón. Creemos que veremos a Dios en el futuro, pero cuando nuestro corazón
se ha vaciado de la maldad y de la sicología barata de este mundo, entonces
podemos ver a Dios y entender con claridad lo que en otro tiempo estaba oculto
a nuestros ojos. ¿Quién podrá estar entonces en la presencia de Dios? La
respuesta está en el Salmo 24:3–5(DHH): ¿Quién
puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede permanecer en su santo templo? El que tiene las manos y
la mente limpias de todo pecado; el que no adora ídolos ni hace juramentos
falsos. El Señor, su Dios y Salvador, lo bendecirá y le hará justicia. Así
deben ser los que buscan al Señor, los que buscan la presencia del Dios de
Jacob.
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