Bienaventurados los que padecen persecución por
causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Mateo
5:10
Ser
perseguidos no es el sueño de los cristianos, no al menos el de los cristianos
sensatos. La persecución ha sido un arma que ha tenido satanás para tratar de
hacer claudicar a los cristianos; pero ha sido también la que ha descubierto a
los falsos creyentes. En ningún momento la Palabra de Dios nos dice que la
persecución es una bienaventuranza, sino más bien, que es una señal a los que
la padecen de su fidelidad al Señor.
Este
pasaje alude a la persecución por causa de la justicia, no por ser personas que
antisocialmente promueven la fe en ausencia de sabiduría para hacerlo. Vivimos
en un país donde la persecución no es tan fuerte como en otros países del mundo
que por el solo hecho de ser cristianos son asesinados. La justicia a la que el
pasaje se refiere es a la justicia del hombre que no entiende la justicia de
Dios. ‘Por causa de la justicia’ es
por causa de la justicia de Dios, no por nuestra propia justicia. ¿Por qué otra
justicia debiéramos ser perseguidos los cristianos? La justicia humana persigue
a los que practican la justicia de Dios porque ellos no se basan en sus
preceptos.
Si
nuestra propia justicia nos trae problemas, no es esa la justicia a la que se
refiere el pasaje. A veces nos es difícil diferir entre nuestros prejuicios y
nuestros principios por causa de nuestro carácter, y esto nos trae problemas.
Depende muchas veces de cómo hemos sido criados, enseñados y del medio en que
nos hemos desarrollado que a menudo difiere de las enseñanzas de Las
Escrituras.
No
son bienaventurados los que son perseguidos por un error, sino los que son
perseguidos por la verdad de Dios (1 Pedro 4:14–19); los que queriendo hacer el
bien hallan oposición en los malvados de la tierra que son instrumentos de
satanás. Como dice la Palabra de Dios, los que ‘digan toda clase de mal contra vosotros mintiendo’ (Mateo 5:11).
Algunos que dicen ser creyentes quieren ser perseguidos para mostrar que son
verdaderos cristianos, pero el verdadero cristiano no desea ser perseguido,
sino enseñar al mundo el evangelio de Jesucristo.
Padecer
por causa de la justicia es un mal que los cristianos hemos soportado por
siglos, sin embargo ha servido para depurar nuestra fe (1 Pedro 1:6–7) y para
limpiar la era del Señor (Lucas 3:17). No queremos ser perseguidos, pero con fuego
se prueba nuestra fe (1 Corintios 3:13), que en algunos casos se fortalece, y
en otros fracasa, porque no es verdadera. Los cristianos padecen en todos los
países del mundo de una manera u otra, pero hay que pagar el precio. No es la
fama la que mueve a la iglesia o al creyente, sino el deseo de que el mundo
conozca la verdad de Dios. No hemos recibido aplausos ni premios, más bien
tormentos por lo que hacemos, pero tenemos la certeza de que seremos
bienaventurados porque el Señor así lo ha prometido. No somos bienaventurados
cuando somos perseguidos, sino porque hemos sido fieles a nuestro llamado
aun en la persecución.
El mundo no ha sido digno de
todos los que han dado su vida por esta fe, los que se han sacrificado por
causa del evangelio (Hebreos 11:34–38), pero por la lealtad de los que nos
precedieron hoy nosotros somos salvos ya que ellos se encargaron de transmitir
de generación en generación la Palabra de Dios.
No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el
diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y
tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la
corona de la vida. Apocalipsis: 2:10
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