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Tuesday, July 10, 2012

Una Justicia Mayor

Por: Pastor Carlos A. Goyanes

Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. ~Mateo 5:20

La justicia es el anhelo de los seres humanos. Pero en muchas ocasiones la justicia es para otros y no para mi mismo. La justicia a la que el Señor se refiere en este pasaje es a la justicia que parte de mi propia justicia, a la justicia que es satisfecha a través del cumplimiento de la justicia en nosotros mismos. Hemos popularizado entre la grey de Dios la palabra fariseo como algo malo aludiendo a la característica distintiva de casi todos ellos, que era la hipocresía. La hipocresía de los fariseos consistía en exigir el cumplimiento de las leyes espirituales y morales; en fabricar a través de la interpretación normas y valores que ellos cumplían rígidamente como un rito externo, pero no había una convicción interior en sus corazones.

Había corrupción en sus corazones, porque practicaban la ley de una forma ceremonial pero habían dejado a un lado la misericordia (Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento. Mateo 9:13). A esa actitud sincera del corazón Jesús la llamó justicia mayor que la de los fariseos. Una justicia que obedece porque ama a Dios y no por un cumplimiento estricto que en la mayoría de los casos estaba cargado de crueldad. No decimos que la ley es mala en sí misma, pero a veces los métodos que usamos han echado fuera los valores y el espíritu de la ley que es enseñar, no castigar; aunque a veces lleva en sí misma castigo.

La filosofía moderna de la salud habla de evitar a toda costa el dolor y esto se ha propagado a todas las esferas de la vida del hombre moderno; pero hay cosas que deben dolernos para que haya cambios radicales en nosotros. Si no existiera la ley, no habría un espejo en el cual nos miráramos para saber cuán lejos estamos de la voluntad de Dios. La Palabra de Dios habla de la Ley como un “ayo” (Gálatas 3:24), el maestro que nos enseña rectitud, obediencia, y todas las virtudes cristianas. En los signs computarizados de las autopistas aparecen las palabras en inglés click it or ticket. Para los que no les gusta amarrarse con un cinturón de seguridad, esto es un fastidio, pero le ayuda a salvar sus vidas en caso de un accidente. La ley de Dios no salva la vida del hombre pero muestra el camino de la salvación.

Las iglesias han ido las responsables de ganar muchas almas para el Señor, pero también han sido las responsables por la pérdida de otras al aplicar leyes, criterios y tradiciones que no están en Las Escrituras y que la mayoría de los creyentes practica por verse comprometidos con una comunidad de fe llena de ritos creados humanamente. La justicia mayor es la justicia que parte de el amor y la misericordia. Una ley des-provista de estas virtudes es crueldad. El Señor Jesús hizo referencia a ello cuando le dijo a los fariseos: Ustedes imponen cargas que ni ustedes mismos pueden llevar (Lucas 11:46).

Quizás después de leer estas palabras alguien ose decir que la justicia que es por la ley no es importante, pero nosotros no somos cristianos del Nuevo Testamento solamente, somos cristianos de toda la Biblia, y cada palabra, ya sea que se encuentre en el Antiguo Testamento o Nuevo Testamento, es Palabra de Dios (2 Timoteo 3:16-17). El problema no está en la Ley sino en quien la aplica. Para que nuestra justicia sea mayor que la de los fariseos, nuestra ley debe ser la ley del amor. Todo lo que Dios demanda de nosotros es bueno, porque es para nuestro bien, pero hagámoslo con la buena sazón de su misericordia.

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