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Monday, October 8, 2012

Los Dos Señores

Por: Pastor Carlos A. Goyanes
 
Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.  ~Mateo 6:24 

Nuestro Dios es un ser real. Nosotros los creyentes lo sabemos, sin embargo, las cosas de la vida, lo que vemos y palpamos con nuestras manos, nos resultan tan atractivas que a veces intentan ocupar el lugar de Dios. Queremos ser fieles al Señor, pero lo que el mundo ofrece es contante y sonante, mientras que todavía no hemos recibido lo que Dios nos prometió y por eso desmayamos. La fe flaca y desnutrida de muchos creyentes les hace caer en la tentación de dejar a un lado a Dios y volcarse a los placeres del mundo. No es malo disfrutar la vida sanamente, pero sí es peligroso para nuestro bienestar y seguridad espiritual que lo material ocupe el lugar de lo espiritual.

O servimos a Dios o servimos a Satanás. No se puede servir a dos señores porque uno de los dos será desatendido. Además, las demandas de Dios muchas veces se oponen a las demandas del mundo, de manera que quien se hace amigo del mundo se constituye en enemigo de Dios (Santiago 4:4). Muchos cristianos tratan de ocultar su hipocresía espiritual tras el manto de la fe y es allí donde Satanás se está infiltrando en la vida de muchos creyentes. Tras ese vestido de fidelidad está una vida falsa de pecado, de amor a las cosas de la carne, de sometimiento a lo mundano. ¿Cómos lo sabemos? Retírele el internet, el televisor y el celular a una persona y lo verá; dele a otros las riquezas y lo sabrá; a otros quítele lo que poseen y lo averiguará. Veremos que sus vidas se convierten en nada, porque su confianza estaba en lo que el mundo ofrece y no en lo que Dios ya le dio.

Decimos al Señor que le amamos, pero puede que estemos sirviendo a otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas (Mateo 6:24). La palabra traducida como “riqueza” usada en este pasaje es Mamón que es un término arameo que significa literalmente “un almacén secreto” o “riquezas”, que en este caso hemos acumulado para nuestra gloria y placer; o sea, algo que pertenece al mundo en el que los derechos de Dios no son reconocidos (Lucas 12:16–21), en oposición a la verdadera riqueza, que pertenece al mundo venidero (Filipenses 4:19; Colosenses 1:27). Nuestro Señor Jesús fue claro cuando dijo que hay un solo camino y que solo a través de ese camino llegamos a Dios (Juan 14:6). Dios requiere por derecho todo nuestro corazón y no está dispuesto a compartirlo con el mundo (Deuteronomio 6:5; Mateo 22:37).

Nuestra fe se caracteriza por servir a Dios y no a los ídolos, pero hay muchos ídolos en la vida de los creyentes. Todo lo que ocupa el lugar de Dios se ha convertido en un ídolo para nosotros, o sea, en otro señor al cual servimos y en el que confiamos. Puede ir desde una cuenta bancaria hasta el simple gusto de sustituir el tiempo de Dios por una novela. Puede que sea una carrera universitaria en la cual confiamos tanto o un negocio, pero, ¿qué tal si descubrimos después que todas esas cosas, que son en parte necesarias, son temporales? Ya sabíamos esto, pero no la habíamos aceptado hasta que nos dimos cuenta que no satisfacen el alma.

…Si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas.

~Salmo 62:10c

 

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