Por: Pastor Carlos A. Goyanes
Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la
puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que
entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a
la vida, y pocos son los que la hallan. ~Mateo 7:13-14
Casi
terminando Jesús su Sermón del Monte, nos muestra dos puertas por las cuales
podemos entrar. Estas dos puertas conducen a dos caminos. La primera es llamada
la puerta estrecha, la puerta que indica la dificultad de ser los discípulos de
Cristo. En una generación desobediente que no teme a Dios es muy difícil vivir
en santidad, reverencia y disciplina del Señor.
En Lucas
13:23 dice la Palabra de Dios: “Esforzaos a entrar…” (esforzaos viene del
griego agonizomai, que significa
luchar y es la palabra que usamos en español como agonizar). Significa que es
una lucha que nos deja exhaustos y abarca todos los ángulos de nuestra vida.
Entrar por la puerta estrecha es entrar en una competencia entre la vida que
debo vivir como creyente y la vida que el mundo ofrece (1 Corintios 9:25).
Pablo aconseja que peleemos la buena batalla de la fe y así echemos mano de la
vida eterna (1 Timoteo 6:12). A nadie le gustaría verse en medio de una guerra
en la cual tiene que pelear; sin embargo estamos envuelto en una batalla, la
batalla de la fe (Efesios 6:11, 12). Hay que pelear si queremos mantener
incólumes nuestros principios y dar testimonio con nuestras vidas.
La puerta
estrecha representa la vida cristiana llena de sacrificios y de luchas
constantes por mantener la santidad y los principios bíblicos en nuestra vida
(Lucas 9:23; 1 Corintios 9:27). La rebelión de nuestras almas hace muy difícil
que sometamos nuestra voluntad a la voluntad del Señor, pero es necesario que
lo hagamos. Entrar por la puerta estrecha significa escuchar la voz de Dios y
rendirnos a su voluntad. Si queremos ser discípulos hemos de dejar las maletas
de la mundanalidad, porque por esa puerta no pueden pasar nuestras actitudes
pecaminosas y nuestros deseos carnales.
Si quieres
seguir a Cristo debes saber que hay dos caminos: Uno amplio y espacioso, que
lleva a la perdición y otro estrecho y angosto que no todos hallan, pero que lleva
a la vida (Mateo 7:13-14). Jesucristo nos llamó a cambiar de actitud, a dejar
de ser religiosos y ritualistas para convertirnos en seguidores, a santificar
nuestras vidas y consagrar todo lo que somos a El. Hay una sola puerta y un
solo camino que conduce a la vida eterna, este camino es Jesucristo (Juan 14:6).
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