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Tuesday, January 15, 2013

No Todo El Que Me Dice: ‘Señor’


Por: Pastor Carlos A. Goyanes

No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. ~Mateo 7:21

Quizás los seres humanos puedan engañarse unos a otros, pero no a Dios. Existen “creyentes” que muestran cosas que al parecer agradan a Dios, pero el Señor Jesús advierte: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.” La gran sorpresa se la llevarán aquellos que creen que sin obedecer al Señor podrán entrar en el reino de los cielos. Es cierto que las obras no salvan (Efesios 2:8–9); pero el que después de haber hecho una profesión de fe no obedece al Señor, es porque nunca le ha conocido. La obras que el Señor espera no son solo las obras que incluyen lo material, sino los frutos espirituales que muestran la obra del Espíritu Santo en sus vidas (Gálatas 5:22–25).
Muchos de los que enseñan, predican, dan de lo que poseen y profesan con sus labios al Señor en estos días viven muy lejos de la voluntad de Dios (Isaías 29:13). Ante la presencia de Dios serán descubiertos los falsos maestros y los falsos profetas, también serán revelados los falsos cristianos que abundan hoy en las iglesias. Muchos le dirán en aquel día al Señor: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?” Pero el Señor les dirá: “Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7: 22–23).
Todo creyente en todo lugar debe de estudiar Las Escrituras para poder identificar, si fuere posible, a los falsos maestros y predicadores que pululan en estos tiempos. El mensaje a medias de muchos predicadores modernos y el énfasis en los sentimientos más que en las convicciones ha hecho de esta época uno de los tiempos de más hipocresía espiritual y falsedad en la vida cristiana. Es necesario estar atentos para hacer diferencia entre los buenos y los malos maestros. Debemos de tener cuidado de no ser engañados por los que hablan en nombre de Cristo y acomodan a su manera y su estatus de vida las verdaderas enseñanzas de la Biblia. Si confesamos nuestra fe, debemos vivir nuestra fe según la palabra de Jesucristo. El solo hecho de repetir el nombre de Dios, no es suficiente, hay que aceptar al Señor con todos los planes que Él tiene para nosotros, y en sus planes está nuestra entrega y obediencia.
El honor y los principios no son tan importantes en estos tiempos. Bajo una piel de misericordia muchos esconden un corazón de maldad y una vida licenciosa (Mateo 7:15, 2 Timoteo 3:2–5). La traición a Dios y a nuestros semejantes se hace de una manera solapada, porque su interés es su bienestar y dar una imagen de piedad (2 Timoteo 3:2–5). Está de moda en los creyentes lo políticamente correcto pero no lo bíblicamente correcto. Vivimos en un mundo narcisista y esto se ha infiltrado en los creyentes. La imagen es lo que vale: ¿cómo luzco ante los demás, quedar bien, no ofender a nadie, etc. Le hemos arrancado muchos pasajes a la Biblia para no vernos en la obligación de creerlos y practicarlos, y para no ofender a la gente. Es necesario usar la Palabra de Verdad (1 Timoteo 2:21). Tenemos que volver al mensaje de una Biblia completa, no al de una Biblia disminuida. La gente necesita oír Palabra de Dios, no palabra de hombres.
El mundo no puede saber de la salvación si no les hablamos del pecado (Romanos 10:14, 17). El Señor desconocerá a los que hablan en su nombre con palabras falsas, los que no tienen un corazón dispuesto, los que no tienen el fruto del Espíritu y los que no obedecen, porque “no escaparemos si descuidamos una salvación tan grande”(Hebreos 2:3).

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