Por: Pastor Carlos A. Goyanes
Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido allamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento. ~Mateo 9:13
El sacrificio del Antiguo Testamento era un ritual que simbolizaba el sacrificio de Cristo en el Nuevo Testamento. Nuestra vida se pueden convertiren un ritual si no está cargada del fruto del Espíritu (Gálatas 5:22, 23). Nuestro testimonio, el sacrificio vivo (Romanos 12:1), puede ser un ritual. Lo que los judíos hacían en el templo era un ritual porque carecía de misericordia. La misericordia es el resultado de una vida consagrada a Dios que sorprende al mundo con una respuesta diferente a la que ellos esperan. La iglesia de Jesucristo debe sorprender al mundo con misericordia.
El sacrificio sin misericordia es hipocresía, porque el sacrificio es elsímbolo de la misericordia. Testimonio sin misericordia es hipocresía, porqueel verdadero testimonio es el de la misericordia. Hemos recibido lamisericordia de Dios y Él desea que seamos misericordiosos (Mateo 5:7). El sacrificio tiene su lugar en la Biblia, pero el sacrificio es inútil si no hay amor para el prójimo. La falta de amor es evidencia de una falta de arrepentimiento. En ese caso el sacrificio es absurdo (Isaías 1:10–17; Miqueas 6:8).
El sacrificio es una foto cuyo marco lo limita a un símbolo. La acción está en la misericordia que comenzó en Dios y es traspasada a los hombres através de las virtudes cristianas. Es la herencia del amor de Dios en la tierray la puerta para que el hombre conozca de Cristo.
Nuestros pies deben de estar bien afirmados sobre la tierra, pero nuestro corazón debe estar en el cielo. Solo podremos tener una vida llena de misericordia cuando después de haber experimentado la misericordia de Dios tengamos la gracia de ser misericordiosos con otros. La misericordia está representada en el sacrificio, pero el sacrificio sin misericordia es algo vacío porque carece de valor.
Jesús llama a los pecadores de todo el mundo al arrepentimiento y para ello usa de su misericordia. Nuestros pecados nos han separado de Dios, pero en Cristo recibimos el perdón y somos librados de las consecuencias eternas. Dios vivió, en la persona de Jesucristo, entre los enfermos del alma y vino a sanarlos. Es necesario estar conscientes de nuestra enfermedad espiritual para que el médico nos sane, de lo contrario no acudiremos a Él (Mateo 9:12; 11:28). La respuesta a todos los males del alma está en Jesucristo, quien tomó para sí todos nuestros dolores y enfermedades, llevándolos sobre sí y clavándolos juntamente con El en la cruz (Isaías 53:4–5).
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