Por:
Pastor Carlos A. Goyanes
De aquí en adelante
nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor
Jesús. ~Gálatas 6:17
Pablo escribe a una iglesia legalista que consideraba los rituales y la
religiosidad como lo más valioso, en cambio él les dice que lleva en su cuerpo
las marcas del Señor Jesús. La verdadera muestra de la fe son las obras, que en
el caso del cristiano, muchas veces van cargadas de sufrimiento. El apóstol
Pablo lo sabía muy bien, porque no solo estaba comprometido con la obra del
Señor, sino que había sufrido mucho por Él. En su vejez y carente de vista
Pablo decide que no sea su amanuense, sino que de su propia mano escribe con
grandes letras para acentuar su enseñanza a la iglesia de Galacia (Gálatas
6:11). El verdadero testimonio no está en la religiosidad, sino en las acciones
tomadas para demostrarla. Pablo no desea que la iglesia de Galacia le cause más
molestias en cuanto a la manera en que practicaban su fe. No desea tener que
reprenderlos otra vez.
Muchos temas de importancia abordó Pablo en Gálatas 6 tales como la
utilidad de la Ley de Moisés, lo que significa la cruz de Cristo, la
circuncisión con respecto a la salvación, la Iglesia como el nuevo Israel, el
cambio ontológico que sufre la Iglesia en su unión con Cristo (Gálatas 6:12).
Sin embargo, alude a las marcas de Cristo como muestra de la verdadera fe. ¿Qué
son las marcas a las que se refiere Pablo? La palabra griega es stígmatay. Hay personas que se auto
infligen heridas que se parecen a las de Jesús para los días de celebración de
la pasión del Señor, pero Pablo no se refería a esas marcas, sino a las
cicatrices que llevaba en su cuerpo por haber servido al Señor. No se las había
hecho él, sino los enemigos de la fe a los cuales él les llevó el evangelio
sufriendo un sinnúmero de adversidades. El menciona estos sufrimientos en su
segunda Carta a los Corintios donde habla de fatigas, cárceles, palizas,
peligros de muerte, largos y peligrosos viajes, naufragios, persecuciones.
Estas son las marcas que él lleva en su cuerpo, que le asemejan a Cristo y le
unen a Él. En la antigüedad, estas marcas (stígmata)
se ponían a los esclavos y a los animales para indicar quien era su amo. Pablo
sabe que estas marcas que son consecuencia de su misión de apóstol indican que
es esclavo de Jesús y él se gloría de ellas y no de otras marcas en la carne
como la circuncisión de la que se sentían orgullosos los que le perseguían. Ser
testigo del Señor, vivir los altos valores del reino, responder al mal con el
bien, siempre conlleva tener estas marcas que son la señal de que pertenecemos
a Cristo, de nuestra unión con Él y nos dan autoridad y credibilidad delante de
aquellos a los cuales enseñamos La Palabra.
Como creyentes somos portadores de la Palabra del Señor y ministros de su
misericordia. El mundo se sorprende de nuestra tenacidad y los creyentes de
nuestra valentía, pero solo hacemos una cosa: estamos cumpliendo con nuestro
deber (Lucas 17:10). No hay gloria terrenal en ello; pero sí una recompensa
grandiosa de parte del Señor. Nuestros cuerpos son marcados por los golpes,
nuestro orgullo herido por el rechazo, nuestra alma por la tristeza de aquellos
que no quieren oír del amor de Cristo; pero nosotros, aunque el mundo entero
considere lo contrario, hacemos la obra más noble y la labor más grandiosa de
la tierra porque trabajamos para la eternidad. Nuestra misión es de rescate y
salvamento. Somos parte de la iglesia de Jesucristo, la que es capaz de llevar
las marcas del Señor.
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