Por: Pastor Carlos A. Goyanes
En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. 1 Juan 4:18
Ninguna cosa hecha o tocada por el hombre ha escapado a la imperfección porque los seres humanos somos imperfectos. Sin embargo, la Palabra de Dios habla de una posesión valiosa que es perfecta; esto es, el amor. No es que haya algo perfecto en nosotros, sino que lo que hemos recibido es perfecto; aunque no lo podemos desarrollar cabalmente en nosotros. A lo que me refiero es al perfecto amor de Dios. A medida que nos acercamos a ese amor nuestras vidas comienzan a cambiar porque ese amor es capaz de echar fuera nuestros temores.
1. El perfecto amor de Dios nos hace permanecer en Él (1 Juan 4:16) — Cuando permanecemos en el amor de Dios entonces permanecemos en Él. Dios ha hecho un pacto con su pueblo y Él lo cumplirá. La palabra “jesed” del hebreo se refiere al amor que corresponde a un pacto que Dios ha hecho con nosotros y que va a cumplir a pesar de la rebelión de los seres humanos. Dios cumple sus promesas con fidelidad y de esta manera nos muestra su amor (Romanos 5:8).
2. El perfecto amor de Dios nos da confianza (1 Juan 4:17) — A medida que el amor de Dios se va arraigando en nosotros nos da confianza porque agranda nuestra fe. Poco a poco vamos tomando la imagen de Cristo, que no es la figura física sino la espiritual, comenzando en nosotros a manifestarse la mente de Cristo (1 Corintios 2:16) y los frutos del Espíritu Santo (Gálatas 5:22–23). Entonces podemos confiar en el Señor porque ahora se nos ha revelado la verdad que libera y la fe que tiene la certeza de lo que no se ve (Hebreos 11:1). De esta manera se manifiesta la imagen de Cristo en nosotros.
3. El perfecto amor de Dios nos libra del temor (1 Juan 4:18) — Si amamos a Dios no tenemos que tenerle miedo porque estamos haciendo su voluntad. La palabra fe en la Biblia siempre está ligada a la obediencia, y los que obedecen a Dios no tienen por qué temerle al juicio, sino que deben estar felices por la recompensa que esperan del Señor. El hombre moderno vive con miedo porque no conoce a Dios, no conoce a dónde va y no sabe acerca de su futuro. La gente teme a la muerte, a la vida, a las noticias, a todo lo que les rodea; pero los que han conocido a Cristo y viven en su amor nada temen porque tienen un poderoso Salvador.
4. El perfecto amor de Dios nos exhorta a amarnos unos a otros (1 Juan 4:7, 20–21) — La palabra de Dios dice que “el que no ama no ha conocido a Dios porque Dios es amor” (v.8). El supremo amor del hombre tiene que ser Dios (Marcos 12:28–30) y puede perfeccionarse en nosotros si incluimos en ese amor a nuestros hermanos (1 Tesalonicenses 4:9) y a nuestro prójimo (Marcos 12:31) que es toda la humanidad. El amor de Dios puede parecer un poco descabellado porque afirma que debemos amar a nuestro enemigos (Mateo 5:44); pero Él nos amó a nosotros y dio su vida en nuestro recate cuando aún éramos nosotros mismos sus enemigos (1 Juan 4:9; Colosenses 1:21).
No olvidemos que nosotros le amamos a Él porque Él nos amó primero (v.19). Cuando el necesitado se acerca a Dios, de seguro hallará en Él su amor que perdona y salva. Nace en su corazón un sentimiento de gratitud y de amor que no puede ocultar. La esperanza brilla en sus ojos y en su rostro cual espejo divino que refleja la imagen de Cristo que no puede ser escondida. ¡Ha conocido a Dios! No hacen falta palabras porque su vida lo dice todo. Se esforzó en amar a Dios y lo encontró en el abrazo eterno del Padre que le otorgó una vida sin fin. Esta puede ser la experiencia de todos los que reciben a Cristo (Juan 1:12).
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