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Tuesday, March 25, 2014

Alcanza para Todos

Por: Pastor Carlos A. Goyanes

Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas. Y los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. Mat 14:20–21

Después de la muerte de Juan el Bautista Jesús se fue solo en una barca, cruzando el mar, a un lugar a apartado. Es posible que lo haya hecho como era su costumbre para orar, quizás para salir del dominio de Herodes Antipas y no confrontarlo porque no había llegado su hora o para tener tiempo de quietud para enseñar a sus discípulos. Pero la gente le había seguido por tierra desde Capernaúm y otras ciudades. Jesús al ver la gente, tuvo compasión de ellos (Mateo 14:14). La respuesta de Jesús ante las necesidades de la gente es una de las enseñanzas más importantes que nos da este pasaje bíblico. La sensibilidad de Jesús se destacó en los evangelios como una de las características esenciales del Salvador. La compasión del Señor realzó el amor de Dios a niveles tan elevados que la raza humana nunca antes había conocido (Marcos 6:34). La palabra compasión en este pasaje viene de la palabra griega esplagcnízomai que se encuentra cinco veces en Mateo y siempre en relación con Jesús. Esta palabra se refiere a un dolor intenso en las entrañas y de esta manera se describe a la compasión del Señor por la necesidad humana.

En contraste con el corazón de Dios está la parte humana que ve los obstáculos y pone excusas al Creador sin notar su poder. En Lucas se nos dice que Jesús les hablaba del reino de Dios y sanaba (Lucas 9:11). Los discípulos vieron la necesidad de la gente; pero a diferencia el Señor, la solución era diferente. Ordenaron a Jesús que despidiera a la gente de una manera autoritaria. La mayoría contra la minoría, los discípulos contra Jesús. ¿Quién ganaría? Evidentemente era tarde, la gente tenía hambre y era necesario comer. Entre la multitud no solo había hombres y mujeres, también había niños. Lo mismo ocurre en nuestros días, ordenamos al Señor que haga algo sin pedir su voluntad. La iglesia o el creyente en particular no deben ordenar a Dios lo que debe hacer porque están pasando por alto Su voluntad. Es evidente que no pueden librarse de la situación en la que están y tratan de soltarle a Dios el problema. ¿Dónde está la fe que profesamos cuando tenemos problemas? (Mateo 14:16). No estaban desamparados, tenían algo, cinco panes y dos pescados (Mateo 14:17). Dios ha puesto en nuestras manos las herramientas para ser vencedores (Efesios 6:11); pero muchas veces tenemos temor de usarlas porque no tenemos fe.

En esta ocasión la tarea era difícil a los ojos humanos. Jesús les propuso a los discípulos: denle de comer ustedes. Retaba a sus discípulos para que alimentaran a cinco mil personas. A nuestros ojos es imposible, cinco panes y dos peces no bastarían. Pero Jesús mirando al cielo bendijo los alimentos y mandó a sus discípulos a repartirlos (Mateo 14:19). El resultado final es que todos quedaron saciados y sobraron doce canastas de los pedazos que quedaron (Mateo 14:20). Así son las matemáticas de Dios, donde 5 + 2 = 12,000. Cinco panes y dos peces alimentaron a cinco mil hombres sin contar la mujeres y los niños (Mateo 14:21).

Hay que traer al Señor nuestras necesidades (Mateo 14:18) para que su voluntad sea hecha. Él sacia a todos porque Él es el pan de vida (Juan 6:35, 51). Alcanza para todos porque en Él hay abundancia (Juan 10:10; Juan 3:16; Juan 4:14). La fe que agrada a Dios es la que no pone límites a su poder y es en esta fe en la que Dios se complace al obrar abundantemente con señales y prodigios porque nada es imposible para Él (Mateo 19:26; Lucas 1:37).

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