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Friday, April 11, 2014

Más Que Palabras

Por: Pastor Carlos A. Goyanes

“Este pueblo de labios me honra;  mas su corazón está lejos de mí.”    Mateo 15:8

Alabar a Dios es una cosa; pero estar cerca de Él es otra. Ni las oraciones elocuentes ni las palabras hermosas nos acercan a Dios. Esas cosas para Dios no cuentan si no hay un corazón entregado en obediencia, respeto y dignidad. Los sacrificios que podamos hacer, nuestra fiel religiosidad o nuestra ritualidad, a Dios no le interesan si tu corazón está lejos de Él (Salmo 51:16–17). No importa cuán inteligente, rico o distinguido eres, para Dios todos estamos al mismo nivel. Los fariseos reclamaron al Señor acerca de sus tradiciones, pero el Señor les respondió enseñándoles que ellos también las rompían (Mateo 15:3-6). Todos somos pecadores y tenemos fallas, pero aquellos que viven para encontrar los defectos de otros se olvidan de los suyos (Lucas 6:41, 42).

Cuando estamos lejos de Dios no entendemos el espíritu de los mandamientos de Dios y erramos a la hora de enseñarlos o aplicarlos. Muchas veces queremos que sean aplicados en los demás cuando realmente somos nosotros los que tenemos que corregir nuestras vidas. Dios no mira primero lo que decimos porque Él está más interesado en nuestro corazón (1 Samuel 16:7). Quien busca a Dios de corazón es aquel que busca la verdad y anhela conocer más de Él; pero aquellos que buscan reconocimiento, fama, beneficios personales, prestigio, conocimiento, nivel social y distinciones humanas lo hacen para sentirse superiores y demostrar que los demás no llegan a su nivel. Estos son los que andan buscando los errores de los demás y no se ocupan de sus fallas.

Para honrar a Dios es necesario entender que ante Él todos somos iguales. Los seres humanos se ocupan toda su vida en las apariencias, pero no hay un maquillaje espiritual que los haga lucir bien delante de Dios excepto la sangre de Cristo que limpia de todo pecado (1 Juan 1:7). Dios quiere mucho más que palabras; Dios quiere tu corazón; así que, no olvides que amar a Dios sobre todas las cosas es un mandamiento (Mateo 22:36, 37). Solo podemos tener una verdadera relación con Dios si le amamos, y es a través del amor  que Dios vacía toda su gracia en nosotros; El desea que este amor sea sincero y voluntario.

Algo que Dios no soporta es el pecado y la hipocresía es pecado (Mateo 15:7). Podemos fingir que amamos a Dios; pero Él conoce nuestro corazón y sus intenciones. Hay cosas que atesoramos en nuestra vida que estorban la voluntad y sus planes para nosotros; pero las mantenemos como alguien que compra cosas nuevas y mantiene las viejas porque no quiere deshacerse de ellas sabiendo que son inservibles para su vida. Las cosas del pasado o del presente que estorban a Dios tenemos que sacarlas de nosotros para que nuestro amor sea sin fingimiento delante de Él. ¡Cómo duelen esas palabras de Dios al pueblo dichas a través del profeta Isaías! (Isaías 29:13–16) y repetidas por Jesús a los escribas y fariseos (Mateo 15:8). Pero ellos se ofendieron y no reconocieron que lo que Jesús decía era Palabra de Dios (Mateo 15:12). ¡Ojalá esta no sea nuestra actitud ante las enseñanzas del Maestro!

Es hora de escudriñar nuestros caminos y de examinar nuestro corazón para ver cuán cerca estamos de Dios ya que la corriente de este mundo que no descansa para el mal pudiera arrastrarnos con frecuencia fuera de la voluntad del Señor. Tenemos que usar nuestra brújula, La Palabra de Dios, para no salirnos del camino trazado por el Señor (Hebreos 4:12). ¡Que nuestros labios honren lo que ya de antemano ha honrado nuestro corazón: nuestro Dios!

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