Por: Pastor Carlos A. Goyanes
Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. ~Mateo 20:26–28
Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. ~Mateo 20:26–28
El servicio es un don inestimable de Dios porque sustenta todas las obras de la iglesia. Este servicio no es para que nadie se haga grande, sino para procurar el avance de la obra de Dios en la tierra que debe ser la prioridad de la iglesia. Cuando se trata de recibir privilegios, muchos creyentes están dispuestos a ser candidatos; pero si se trata de servicio no hay muchos aspirantes. Si comprendiera cada creyente que en el servicio está la grandeza del hijo de Dios (Mateo 20:26) el Reino se extendería con mayor rapidez. El Señor Jesús se destacó más por su servicio que por sus milagros y Él mismo lo expresó al decir: “…como el hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:28). El cristiano más digno es el que sirve a su Señor en el servicio a otros poniéndose en la escala más alta con la que Dios mide nuestra fe. Cuando servimos obedecemos a Dios, no así los gobernantes de este mundo que creen ser grandes por sus cargos y autoridad sobre otros (Mateo 20:25). Rotundamente nuestro Señor Jesucristo nos aclaró que no puede ser así entre nosotros, sino que, “…el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será el servidor de todos” (Marcos 10:43).
Quien desprecia el servicio está despreciando el ministerio de Cristo. En estos días en que vivimos estamos careciendo de siervos porque muchos cristianos están ocupados solamente en sus propios intereses. Ser como Cristo no se logra con palabras solamente, sino con un espíritu de servicio que es la mayor señal de grandeza espiritual. Este es el sentir de Cristo y el deseo de Dios para nuestras vidas (Filipenses 2:5–8). Si queremos ser benefactores de los necesitados tenemos que ofrecernos con un espíritu de servicio humilde que es el mayor sacrificio, este es el sacrificio vivo que menciona el apóstol Pablo en Romanos 12:1. Bendice a Dios de esta manera y no olvides sus beneficios (Salmo 103:2). El mayor ejemplo lo encontramos en nuestro Señor que no usó su posición elevada, sino que nos dio de su gracia por amor (2 Corintios 8:9). Si el siendo el Señor vino a servir, nosotros debemos imitar su ejemplo (Juan 13:13-15).
No dejes que el mundo te avergüence con sus conceptos equivocados acerca del servicio. Para lo que no son hijos de Dios, servir es lo más bajo de sus escala de valores porque ellos viven en arrogancia y alardean de su poder; pero su vanidad los consume como el fuego a la brizna de la hierba. Ellos creen que tienen que ser servidos y que no tienen que servir a nadie; piensan que servir a otros es rebajarse y perder su dignidad. Su errónea filosofía los aleja de Dios porque no entienden que el servicio dignifica, aunque a los ojos de los demás parezca que el que sirve sea menor al que es servido. Dios te está llamando a su servicio y no hay escusas suficientes para que rechaces su llamado. Si Él te llama es porque te va a capacitar y te va a dar las herramientas necesarias para la tarea que te ha encomendado. Dios sabe que no eres perfecto y aun así te está llamando. Queda de tu parte estar dispuesto a obedecer, a estar disponible para el momento que hagas falta (2 Timoteo 2:21). Servir en la obra de Dios es un privilegio y una oportunidad de demostrar tu fidelidad al Señor. Hazlo mientras te queden fuerzas (Eclesiastés 12:1).
Quien desprecia el servicio está despreciando el ministerio de Cristo. En estos días en que vivimos estamos careciendo de siervos porque muchos cristianos están ocupados solamente en sus propios intereses. Ser como Cristo no se logra con palabras solamente, sino con un espíritu de servicio que es la mayor señal de grandeza espiritual. Este es el sentir de Cristo y el deseo de Dios para nuestras vidas (Filipenses 2:5–8). Si queremos ser benefactores de los necesitados tenemos que ofrecernos con un espíritu de servicio humilde que es el mayor sacrificio, este es el sacrificio vivo que menciona el apóstol Pablo en Romanos 12:1. Bendice a Dios de esta manera y no olvides sus beneficios (Salmo 103:2). El mayor ejemplo lo encontramos en nuestro Señor que no usó su posición elevada, sino que nos dio de su gracia por amor (2 Corintios 8:9). Si el siendo el Señor vino a servir, nosotros debemos imitar su ejemplo (Juan 13:13-15).
No dejes que el mundo te avergüence con sus conceptos equivocados acerca del servicio. Para lo que no son hijos de Dios, servir es lo más bajo de sus escala de valores porque ellos viven en arrogancia y alardean de su poder; pero su vanidad los consume como el fuego a la brizna de la hierba. Ellos creen que tienen que ser servidos y que no tienen que servir a nadie; piensan que servir a otros es rebajarse y perder su dignidad. Su errónea filosofía los aleja de Dios porque no entienden que el servicio dignifica, aunque a los ojos de los demás parezca que el que sirve sea menor al que es servido. Dios te está llamando a su servicio y no hay escusas suficientes para que rechaces su llamado. Si Él te llama es porque te va a capacitar y te va a dar las herramientas necesarias para la tarea que te ha encomendado. Dios sabe que no eres perfecto y aun así te está llamando. Queda de tu parte estar dispuesto a obedecer, a estar disponible para el momento que hagas falta (2 Timoteo 2:21). Servir en la obra de Dios es un privilegio y una oportunidad de demostrar tu fidelidad al Señor. Hazlo mientras te queden fuerzas (Eclesiastés 12:1).
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