Monday, February 23, 2015

A César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios

Por: Pastor Carlos A. Goyanes

Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.   ~Mateo 22:21

Nuevamente los fariseos conspiraban para tenderle una trampa a Jesús. Enviaron a sus discípulos con los herodianos, que eran judíos que simpatizaban con Herodes, para que fueran testigos de la respuesta que Jesús les daría al respecto. Adularon al Señor, y aunque sus lisonjas reflejaban el carácter de Jesús, ellos en sus corazones no lo creían, de manera que, se convertían en blasfemos, burladores e hipócritas (Mateo 22:18). Jesús era un oponente al cual no habían podido vencer y ahora querían usar un argumento político para destruirle. Esta vez tenían una pregunta que ellos pensaban era un callejón sin salida. La pregunta de si era lícito dar tributo a César o no tenía una doble intención (Mateo 22:17). Por un lado, si Jesús decía que no, sería condenado por rebelarse contra el César, lo cual era un delito grave; si decía que sí, se buscaría el rechazo de sus seguidores porque ellos eran acosados con altos impuestos que los hacían cada vez más pobres. Ellos no entendían que el Señor era el Hijo de Dios y como tal les dio una contestación que los dejó maravillados y sin respuesta, así que, se tuvieron que retirar (Mateo 22: 22).

Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios (Mateo 22:21). Qué le pertenece a Dios y qué le pertenece al César es el dilema que el Señor les presentó a los fariseos y herodianos. Hoy nos toca a nosotros pensar en ese mismo conflicto. Es importante que los cristianos podamos discernir qué es lo que le pertenece al gobierno, a la sociedad y al mundo, y qué le pertenece a Dios. El gobierno (el César) no tiene autoridad absoluta y Jesús lo declaró al separar lo que era del César y lo que es de Dios. No todo es para el César. Los creyentes nos sujetamos a las autoridades terrenales porque Dios lo manda en Su Palabra (Romanos 113:1); pero no podemos hacer todo lo que el César quiere. El estado no puede dictar a quién adoramos, gobernar nuestra conciencia, o ser la autoridad máxima de nuestras vidas. ¿Qué le pertenece a Dios? Nuestra lealtad y nuestra obediencia: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos 5:29).

Todo lo que somos y tenemos le pertenece a Dios. Si la moneda pertenecía al César porque tenía su imagen, nosotros le pertenecemos a Dios porque fuimos hechos a su imagen (Génesis 1:27). ¿Podrá el hombre pagar a Dios? En ninguna manera; sin embargo en un acto de obediencia debemos amar a Dios sobre todas las cosas, con todas nuestras fuerzas, con todo nuestro corazón y con toda nuestra mente (Lucas 10:27). Como pecadores tenemos que reconocer nuestra calamidad espiritual y física sabiendo que solo nos queda ampararnos bajo la gracia y misericordia de Dios para recibir su perdón.

Dios espera de nosotros frutos de justicia que le glorifiquen a través de nuestras buenas obras (Juan 15:8; Mateo 5:16). Dios nos llamó a ser parte de su pueblo; pero tenemos que reconocerle como nuestro Dios. 

Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia (1 Pedro 2:9–10).

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