Saturday, February 7, 2015

Desechado por los Edificadores

Por: Pastor Carlos A. Goyanes
Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos? ~Mateo 21:42
A lo largo de la historia Dios había tratado con Israel de una manera maravillosa. Llamó a Abraham para formar un pueblo apartado para Él y en Egipto donde los hijos de Jacob y sus descendientes fueron oprimidos, Dios los sacó con mano poderosa a la libertad haciéndolos atravesar el Mar Rojo en seco ahogando en él la prepotencia y el orgullo de los egipcios. Los condujo por el desierto cuarenta años y después los introdujo en la tierra que le había prometido a Abraham. Pero ellos eligieron por siglos revelarse contra Dios imitando a las naciones vecinas o a las naciones a las que fueron deportados por causa de su rebelión. Adoraron sus dioses y se inclinaron ante ellos con rituales pecaminosos y obscenos. Adoraron a dioses como Moloc sacrificando víctimas humanas y a otros dioses en flagrante desacato a Dios. Mataron a los profetas e insultados a sus enviados desechando la oportunidad de salvación y la misericordia de Dios.
Jesús profirió esta parábola de los labradores para ilustrar todas estas cosas que la nación de Israel había hecho (Mateo 21:33–39). La viña de Dios es el mundo, los labradores son el pueblo de Israel al cual le envió profetas tras profetas que fueron tratados indignamente porque estos mensajeros de Dios los reprendían por sus pecados. Tal fue su rechazo al mensaje de Dios que se burlaron de los profetas, los persiguieron y mataron a filo de espada y de otras maneras horrendas. Pero Dios siguió enviando mensajeros que de diferentes formas les hablaron (Hebreos 1:1) y ellos los rechazaron. Dios en su infinito amor les dio una nueva oportunidad enviando a su propio Hijo; pero a Él también lo escarnecieron y mataron. De esto consiste la parábola de los labradores malvados.

El Hijo de Dios es la piedra que los edificadores desecharon; pero sin ella no podría sellarse la cabeza del ángulo. Esta era la piedra que se ponía en la parte final del arco romano y sin ella no podía cerrarse el arco para que sostuviera el edificio. Jesús, la piedra desechada en la edificación espiritual del hombre es la única que encaja a la perfección en el propósito eterno que Dios tiene para el hombre. No hay otra filosofía, religión, dios o cosa que pueda conducir al hombre a la eternidad (Hechos 4:11–12). Ahora se nos demanda a nosotros, la iglesia del Señor, a cuidar de su viña. Hemos recibido bendiciones por medio de Cristo y es nuestro deber compartir el evangelio para que cuando el Señor de la viña venga a recoger sus frutos haya abundancia de ellos. Dios nos demandará por todo lo que ha puesto en nuestra manos (Lucas 12:48).

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