...Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. Mateo 22:32b
Dios es un ser viviente que no tuvo principio, ni
tiene fin. Ha vivido y vivirá de eternidad a eternidad. Es incomprensible para
la mente humana; pero siempre ha existido. Por ser el ser dador de la vida Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.
Los seres humanos hacemos nuestras propias conclusiones acerca de las
enseñanzas bíblicas; pero hay una sola respuesta para cada cosa que Dios nos
quiere decir. En esta ocasión eran los saduceos, otra secta de los judíos que
probaron su suerte para ver si podían hacer caer al Señor en una trampa.
La imagen que siempre se nos ha proyectado acerca de
la persona de Jesucristo es de un ser lleno de amor y misericordia, de
sacrificio y abnegación, de ternura y bienestar. Todo esto es correcto; pero
nuestro Señor en numerosas ocasiones se tuvo que enfrentar duramente con los
religiosos de su tiempo. Él tenía que denunciar el pecado en que estaban y los
errores que cometían en la aplicación y práctica de la religión judía porque
ellos la usaban para defender sus propios intereses.
En este pasaje en particular, los saduceos, que eran
una secta religiosa que no creían en la resurrección de los muertos (Mateo 22:23),
trajeron una historia al Señor. Le dijeron al Señor: Maestro, Moisés dijo: Si alguno muriere sin hijos,
su hermano se casará con su mujer, y levantará descendencia a su hermano. Hubo,
pues, entre nosotros siete hermanos; el primero se casó, y murió; y no teniendo
descendencia, dejó su mujer a su hermano. De la misma manera también el
segundo, y el tercero, hasta el séptimo. Y después de todos murió también la
mujer. En la resurrección, pues, ¿de cuál de los siete será ella mujer, ya que
todos la tuvieron? (Mateo 22:24–28). Aunque ellos no creían en el Señor
le dieron el título de Maestro para adularlo, para que se sintiera cómodo con
ellos y después sorprenderlo en un error. Lo llamaron Maestro y no le dieron la
categoría que le daban sus discípulos al llamarle Señor. Llamarlo Maestro era igualarlo
a ellos, era lo mismo que decirle colega.
El Señor acusó a los saduceos de ignorar Las
Escrituras y el poder de Dios. Esta era la causa de los errores que tenían en
sus interpretaciones (Mateo 22:29). La falta de conocimiento de la Palabra de Dios
o intencionalmente pasar por alto sus enseñanzas ha producido a lo largo de la
historia las grandes herejías y ha traído como consecuencia la falta de madurez
y solidez en la iglesia. En la resurrección no habrán bodas ni uniones
matrimoniales. Nadie se casará en el cielo porque seremos como los ángeles, sin
sexo físico. Los ángeles no se reproducen porque Dios no los creó para
multiplicarse; pero a los seres humanos se nos dio la misión de multiplicarnos aquí
en la tierra (Génesis 1:27–28).
Los saduceos argumentaron acerca de lo que Moisés
había dicho; pero Jesús aclaró que no fue Moisés sino Dios quien había hablado
(Mateo 22:31). Al citar la frase “Yo soy el Dios de
Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob” estaba hablando en tiempo presente.
Él no fue el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, sino que es el Dios de ellos,
dando a entender que ellos viven. Dios no es Dios de muertos, sino Dios de
vivos. Tanto los ángeles como los seres humanos que son criaturas inteligentes
y espirituales con libre albedrío pueden escoger su destino eterno. Los ángeles
que se apartaron de Dios tras el mal (los demonios) y los seres humanos que no
acepten a Cristo serán condenados por la eternidad; sin embargo, son criaturas
eternas porque son inmortales (Daniel 12:2). La muerte se refiere a que el alma
estará eternamente separada de Dios. No obstante, La Biblia habla de la
resurrección como un evento que ocurrirá a todo creyente en Cristo. Los que
creyeron antes de Cristo y los que creen después de Cristo en El, serán salvos
(Hebreos 9:27–28; 11:24–26).
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