Por: Pastor Carlos A. Goyanes
La Biblia es nuestra única regla de fe y práctica.
Todas las cosas van a pasar, pero no ella (Mateo 24:35). Las promesas que Dios
ha hecho no se desvanecerán aunque todo acabe, porque trascienden el cielo y la
tierra. Ni una jota ni una tilde de lo que Dios ha dicho en su Palabra serán
disminuidas o quitadas porque es Palabra de Dios. En ella encontramos palabra
de vida eterna (Juan 5:39).
Dios inspiró Las Escrituras para que el creyente
aprendiera a perfeccionar su vida (2 Timoteo 3:16, 17) y estuviera preparado para
hacer buenas obras. La Biblia es el libro más maravilloso que existe y a pesar
de que fue escrito en un período de aproximadamente 1500 años, todas sus
enseñanzas concuerdan porque tiene un solo autor, Dios mismo, el cual inspiró a
los hombres de Dios a través del Espíritu Santo para que escribiesen en sus
propios estilos las más grandiosas enseñanzas jamás dadas a hombre alguno (1
Pedro 1:21).
Muchos desean encontrar la voluntad de Dios, pero la
voluntad de Dios se encuentra en su Palabra que da testimonio del plan de Dios
para la vida de los cristianos y reprende el pecado de la humanidad (Romanos
3:19, 20). La Palabra de Dios ha venido a ser el institutriz para enseñar a la
humanidad cuan lejos está de Dios. La Biblia contiene la promesa más grandiosa
y sublime que se le haya hecho al hombre: Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. (Juan 3:16).
Se hace evidente en sus páginas que su objetivo es
mostrar el amor de Dios al hombre y el sacrificio de Cristo por toda la
humanidad perdida para que sean salvos de sus pecados. Hay una razón por la
cual fue escrita la Palabra de Dios y esa razón somos nosotros los seres
humanos, y lo ha hecho, para alumbrar nuestros pasos en medio de esta vida
obscurecida por la maldad (Salmo 119:105).
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