Por: Pastor Carlos A. Goyanes
El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo… (1 Pedro 3:21)
I. Jesús cumplió con los requisitos humanos para darnos el ejemplo, se bautizó.
La aspiración más grande de un nuevo creyente en Cristo es ser bautizado para formar parte de la iglesia del Señor. Jesús mismo se bautizó, no por sus pecados, sino para dar el ejemplo y poner las pautas para la entrada a la iglesia que El fundaría después. Como él mismo dijo: …para que se cumpla toda justicia (Mateo 3:15).
El bautismo de Jesús no tuvo que ver con el arrepentimiento de sus pecados ya que Él no era pecador, pero fue la manera de enseñar a sus seguidores lo que significaba ser bautizado. Es un acto de profesión pública de fe y de testimonio. La persona que se bautiza ha cumplido con los requisitos espirituales (fe, arre-pentimiento), físicos (obediencia, consiente del pecado lo evita) y materiales (da a Dios lo que es de Dios y no se apega a lo material). Este acto representa la muerte a la vida pasada que incluye: El rompimiento con el pecado, el desarraigo de lo material y la demostración notoria de la fe.
Nosotros deberíamos ser bautizados por el Señor (Mateo 3:14), porque nosotros sí hemos pecado, por lo tanto, el símbolo del bautismo representa lo que ha ocurrido en nosotros. El bautismo es la señal que representa la muerte y sepultura del pecado en nuestra vida y esto es simbolizado cuando somos sumergidos en el agua (Romanos 6:3, 4). También representa la resurrección a una nueva vida y es representado cuando emergemos del agua. Así que, ya no viviremos más para el mundo, sino para Dios, porque somos nuevas criaturas (2 Corintios 5:17).
II. El Bautismo de Jesús demuestra que Dios se complace en este acto.
Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia. (Mateo 3:16, 17).
Dios se complace en los hijos de obediencia. No es que la iglesia haya inventado el bautismo, sino que fue establecido por Dios como símbolo de nueva vida. El bautismo es la puerta por la cual entran los creyentes a la membresía de la iglesia local (Hechos 2:41), pero también es un acto de obediencia a Dios. Quien dice ser de Cristo debe obedecer y cumplir con este requisito que complace a Dios. Somos hijos de Dios y Él también se complace en nuestra obediencia. Al hacer la voluntad de Dios, en el cielo se oyen las palabras: Este es mi hijo amado, estoy complacido de él.
Es evidente que el bautismo no salva porque no quita las inmun-dicias de la carne (1 Pedro 3:21), pero lo que simboliza sí. El bautismo que corresponde a la fe en el Señor (Hebreos 11:6) y a una vida entregada a su voluntad (Hebreos 13:20, 21) nos asegura un lugar en el reino de Dios. El bautismo es un acto de fe consciente por el cual confirmamos que amamos al Señor y que cumpliremos con sus demandas hacia nosotros.
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