Thursday, December 27, 2012

...Hijo Nos Es Dado...


Pastor Carlos A. Goyanes

Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.  ~Isaías 9:6

Con el nacimiento de Jesús en Belén de Judea, Dios se acercaba al hombre. Pero su acercamiento fue de una manera distinta a la que el hombre estaba acostumbrado. Hasta ese momento Dios hablaba a través de los profetas, de sueños, visiones, de muchas maneras y de muchas formas (Hebreos 1:1–2); pero ahora lo hacía tomando nuestro lugar, nuestra forma. Si otrora Dios nos había hecho a su imagen y semejanza, ahora Él tomaba la forma de nosotros los hombres. Dios se hizo carne para habitar entre nosotros (Juan 1:14). Un hijo nos fue dado, alguien que fuera igual a nosotros, perfectamente hombre para tomar el lugar del hombre y perfectamente Dios para mediar  en el conflicto entre el ser humano pecador y Dios (1 Timoteo 2:5).

La gracia y la misericordia de Dios vinieron al mundo cuando su Hijo nos fue dado. Dios cumplió la promesa que tanto se había anunciado a lo largo de la historia. Su Hijo amado en el cual Él se complacía vino al mundo a cumplir con su misión redentora (Isaías 42:1; Mateo 3:17). Verdaderamente recibimos un hijo de los hombres, semejante a nosotros y sufriente cual Varón de dolores (Isaías 53:3). La historia del romance de Dios es  la historia de amor más grande que haya existido. Un Dios creador, grandioso y eterno; por amor, se humilla para rescatar a una humanidad perdida. Deja todo lo que tenía en el cielo y viene aquí, a este lugar de corrupción para salvar (Filipenses 2:5-8).
   
En el idioma hebreo la palabra usada para Dios Fuerte es gibbor que representa a un guerrero que va a luchar por su pueblo. Cuando nadie nos rescata, Dios en la persona de su hijo Jesucristo lo hace. Jesús vino a vencer el pecado, a lograr la salvación, a contender por nuestras almas y a buscar lo que se había perdido (Lucas 19:10). Sus armas para vencer fueron un ejército de ángeles que lejos de venir con espadas de fuego relampagueantes vinieron con cantos que anunciaban las Buenas Nuevas de salvación. Su canto fue: Gloria a Dios en las alturas y paz para la tierra (Lucas 2:14). Pastores y magos se postraron delante de Jesús, los reyes sintieron amenazados sus poderes terrenales, pero su reino es un reino de paz que ofrece una vida más allá de las fronteras de la muerte.


 

Justicia Para Las Naciones


Por: Pastor Carlos A. Goyanes

He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones.  ~Isaías 42:1

El hecho de que Dios haya enviado a su Hijo a nacer en Belén de Judea es la muestra más grandiosa de su amor. Aunque su apariencia siendo un niño pareciera débil y tierna a los ojos de los que lo vieron nacer, todos ellos reconocieron que había poder en Él. María, y los pastores recibieron el mensaje de Dios a través de los ángeles que con gran gozo dieron las Buenas Nuevas (Lucas 1:26–35; Lucas 2:8–15), José a través de un sueño (Mateo 1:18–21) y a los magos una estrella los guio (Mateo 2:1–2). Dios le dio a esas personas el mensaje de una manera diferente, pero siempre fue el mismo mensaje: el mensaje de salvación a través de su Hijo Jesucristo.

Lo profetizado en el pasado por Dios al pueblo de Israel ahora se cumplía en la persona de Jesús. El Mesías prometido había llegado con la encarnación de Dios, en otras palabras, Dios se había hecho hombre (Juan 1:14; 1 Timoteo 2:5). Jesús vivió en la tierra como un ser humano y como un verdadero siervo de Dios para cumplir satisfactoriamente con la misión que Dios le había dado que era enseñar el camino de la salvación y dar su vida para salvar al hombre caído. Él era el siervo perfecto de Dios que serviría con abnegación y obediencia.

El contentamiento de Dios estaba en presentar a su siervo escogido para alcanzar a una humanidad perdida. Él traería justicia a las naciones, o sea, enseñaría lo que es la justicia de Dios. No vendrá con gritos ni alzará la voz en busca de fama y honores perecederos sino que sería un siervo humilde que desearía los mejor para sus semejantes (Isaías 42:2). Qué interesante es saber que fuimos hechos a imagen de Dios (Génesis 1:26–27) y que ahora Dios se hizo a nuestra imagen para acercarse a nosotros (Filipenses 2:5–8). Tomó nuestra apariencia humana para llegar a nosotros y llamar nuestra atención a una salvación grande (Hebreos 2:3).

Él traerá justicia a las naciones. Justificará su amor a los que creen en su nombre y condenará a los que están sujetos al mal. No es que Dios quiera condenar al hombre, sino que quiere que el hombre sea salvo por Jesús (Juan 3:17, 18; Mateo 1:21). Acerquémonos cada día más al Señor y sirvamos a Dios con humildad, porque ejemplo tenemos en Él para seguir sus pisadas (1 Pedro 2:21). Esforcémonos por fortalecer “las manos cansadas” y afirmar “las rodillas endebles” (Isaías 35:3).

 

Monday, December 10, 2012

Ropa de Imitación

Por: Pastor Carlos A. Goyanes

Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas,  pero por dentro son lobos rapaces.  ~Mateo 7:15

La imitación siempre ha sido la manera más eficaz de hacer que algo parezca real. La ropa de marca es imitada, los relojes y las joyas lujosas también. Lo interesante es que quienes compran estas cosas, por mucho que quieran aparentar, están vestidos con imitaciones. El evangelio ha sido imitado por muchos que dicen tener la verdad y conducen a millones de personas por las falsas doctrinas a la perdición eterna. Pablo dijo a Timoteo que se cuidara de esto (1 Timoteo 4:16). Las sublimes enseñanzas de Jesús son falsificadas por falsos profetas que no buscan la salvación de sus oyentes, sino su propio bien, satisfacer su deseo de sentirse poderosos y gozar de una vida de comodidades. Comercian con el evangelio, y para ello tienen que convertir el evangelio en una verdad a medias. La verdad es importante para el hombre ya que el conocimiento de la verdad libera (Juan 8:32).

Todo lo que Dios ha hecho para nuestro bien, Satanás lo trata de falsificar. Él es el gran mentiroso que ha cambiado un evangelio de marca por un evangelio de imitación, donde no importa tanto una vida consagrada, sino “creer en Dios”; personas que viven en el camino ancho y dicen que andan en el angosto (Tito 1:16; 2 Timoteo 3:1-5).

¿Quiénes son los falsos profetas? Los falsos profetas son predicadores, pastores, personas que enseñan la Palabra de Dios, pero niegan con sus acciones la eficacia de ella. Son los que predican un evangelio fácil y no tienen en cuenta el sacrificio de Cristo, por lo cual son sumamente dañinos para las almas de los que reciben sus enseñanzas nocivas. A veces son fáciles de identificar, pero con frecuencia tienen el disfraz de un hombre o de una mujer muy amable, muy dulce y muy suave, que habla bien, que tiene el don de atraer a muchos seguidores. Frecuentemente son personas amadas por las congregaciones. Esto es la razón por la que son personas tan peligrosas. Vienen vestidos de ovejas y tienen todos los distintivos de la piedad. Muestran sus títulos y alardean de sus credenciales, y engañan a todos con la apariencia de piedad. Aunque parecen ovejas son los peores enemigos de las ovejas. Sólo quieren dividir y devorar. Si fueran verdaderas ovejas, enseñarían la verdad para salvar y edificar almas; pero son lobos.

La culpa no es sola de los falsos maestros, sino también de sus seguidores, los cuales por ignorancia o por mantener la paz deciden vivir algo que se parezca al evangelio. La gracia no es una excusa para vivir en rebelión (Judas 1:3-4).  Cristo tiene que ser Salvador y el Señor de nuestras vidas.

 

Thursday, December 6, 2012

Dos Puertas y Dos Caminos


Por: Pastor Carlos A. Goyanes

Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.  ~Mateo 7:13-14

Casi terminando Jesús su Sermón del Monte, nos muestra dos puertas por las cuales podemos entrar. Estas dos puertas conducen a dos caminos. La primera es llamada la puerta estrecha, la puerta que indica la dificultad de ser los discípulos de Cristo. En una generación desobediente que no teme a Dios es muy difícil vivir en santidad, reverencia y disciplina del Señor.

En Lucas 13:23 dice la Palabra de Dios: “Esforzaos a entrar…” (esforzaos viene del griego agonizomai, que significa luchar y es la palabra que usamos en español como agonizar). Significa que es una lucha que nos deja exhaustos y abarca todos los ángulos de nuestra vida. Entrar por la puerta estrecha es entrar en una competencia entre la vida que debo vivir como creyente y la vida que el mundo ofrece (1 Corintios 9:25). Pablo aconseja que peleemos la buena batalla de la fe y así echemos mano de la vida eterna (1 Timoteo 6:12). A nadie le gustaría verse en medio de una guerra en la cual tiene que pelear; sin embargo estamos envuelto en una batalla, la batalla de la fe (Efesios 6:11, 12). Hay que pelear si queremos mantener incólumes nuestros principios y dar testimonio con nuestras vidas.

La puerta estrecha representa la vida cristiana llena de sacrificios y de luchas constantes por mantener la santidad y los principios bíblicos en nuestra vida (Lucas 9:23; 1 Corintios 9:27). La rebelión de nuestras almas hace muy difícil que sometamos nuestra voluntad a la voluntad del Señor, pero es necesario que lo hagamos. Entrar por la puerta estrecha significa escuchar la voz de Dios y rendirnos a su voluntad. Si queremos ser discípulos hemos de dejar las maletas de la mundanalidad, porque por esa puerta no pueden pasar nuestras actitudes pecaminosas y nuestros deseos carnales.

Si quieres seguir a Cristo debes saber que hay dos caminos: Uno amplio y espacioso, que lleva a la perdición y otro estrecho y angosto que no todos hallan, pero que lleva a la vida (Mateo 7:13-14). Jesucristo nos llamó a cambiar de actitud, a dejar de ser religiosos y ritualistas para convertirnos en seguidores, a santificar nuestras vidas y consagrar todo lo que somos a El. Hay una sola puerta y un solo camino que conduce a la vida eterna, este camino es Jesucristo (Juan 14:6).

 

 

Wednesday, November 28, 2012

La Regla de Oro


Por: Pastor Carlos A. Goyanes

Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.  ~Mateo 7:12

La regla de oro no solo es un resumen de todas las enseñanzas de Jesús dadas en el Sermón del Monte, sino que también incluye a “la ley y los profetas”, enseñándonos que toda la Palabra de Dios alude a esta enseñanza de amor y misericordia. Esta enseñanza es la condensación de todas las enseñanzas destiladas y refinadas en una breve oración: “Haced con los hombres lo que queráis que hagan con vosotros.”

Existe una tendencia entre los seres humanos de devolver mal por mal. Pero Jesús nos dejó esta enseñanza para que cada vez que hiciéramos algo pensáramos qué es lo que nos gustaría a nosotros que nos hicieran y entonces haríamos las cosas para los demás de una manera diferente. No es que devolvamos el bien simplemente, sino que nos adelantemos a los demás haciéndolo nosotros primero. Las grandes religiones del mundo proponen una visión humanista de no hacer daño a los demás, una visión pasiva; pero el Señor dijo: “haced vosotros con ellos…” Tenemos que tomar la iniciativa en las relaciones interpersonales así como Dios tomó la iniciativa de amarnos primero a nosotros (1 Juan 4:19).

Lo que se necesita para vivir la regla de oro es la disposición personal de hacer la voluntad de Dios. El que cumple con la regla de oro está cumpliendo con el mandamiento de amar al prójimo como a uno mismo (Mateo 5:43–45). Si quieres ser sabio lee la Biblia; pero si quieres ser santo, practícala. La moral y la justicia languidecen ante la enseñanza de Jesús. Una nueva ética aparece para cambiarlo todo. Queremos el perdón de Dios, pero nosotros nos resistimos a hacerlo porque nuestro orgullo lo impide. Para practicar la regla de oro debemos de estar llenos de humildad y caminar la segunda milla (Mateo 5:41), la que no están dispuestos a caminar los que no obedecen. Debemos de ir nosotros primero; debemos perdonar primero, debemos dar ejemplo nosotros primero.

Dios fue nuestro gran ejemplo de compasión, renuncia y piedad. No nos ha devuelto mal por mal, ni nos guarda rencor, sino desea que todos podamos compartir de la vida eterna. Esto fue solo posible porque Dios practicó primero la Regla de Oro. Seríamos conforme al corazón de Dios si amaramos lo que Dios más ama, o sea, a las demás personas (Mateo 22:37–40). Si tan solo viéramos a los demás como nos vemos a nosotros mismos, si cuidáramos de los demás como nos cuidamos nosotros mismos, todo a nuestro alrededor cambiaría. Todas las leyes y enseñanzas de los profetas se resumen en la Regla de Oro que no es más que la manifestación de una ética superior, la del amor de Dios (Romanos 5:8).

 

Monday, November 19, 2012

Manejando Correctamente la Justicia


Por: Pastor Carlos A. Goyanes

No juzguéis para que no seáis juzgados. ~Mateo 7:1

Quien juzgará a todos los seres humanos es Dios; sin embargo, a los seres humanos nos encanta juzgar, y en nuestra condición imperfecta, puede ser que nuestros juicios sean imperfectos. No solo en las cárceles hay personas que han sido mal juzgadas, sino entre nosotros también. Nuestro Señor Jesucristo dijo: No juzguéis para que no seáis juzgados.

¿Será que hacer juicios es pecado? Definitivamente no. Muchos creyentes caen en la trampa de satanás mencionando este pasaje como tolerancia a los pecados y corrientes supuestamente cristianas que invaden la fe sana y las doctrinas bíblicas. Un versículo bíblico ha de estudiarse e interpretarse a la luz de su contexto y aquí se da a entender que no debemos hacer juicios injustos y despiadados de las personas, sino que la justicia debe estar a la luz del amor, ya que sin este, cada juicio se convertirá en algo cruel y pecaminoso. Para poder vivir una vida santa y justa, no solo tenemos que discernir y establecer de una manera santa juicio sobre los demás, sino sobre nosotros mismos. Si juzgamos a los demás por sus errores, debemos de juzgarnos a nosotros mismos por los nuestros. De manera que, sabiendo que también yo soy un pecador, juzgaré a los demás de la misma manera.

Dios nos juzgará a nosotros con la misma medida con la que juzgamos a los demás (Mateo 7:2). No mires los defectos de los demás antes de haber mirado los tuyos propios. Si crees que eres demasiado bueno, verás a los demás como malos y estarás colocándote en una posición de superioridad espiritual. Esta es una de las formas de orgullo que padecen algunos creyentes que viven en una burbuja de santidad y creen ser perfectos (Romanos 12:3; Filipenses 2:3). Esta es la causa de los males en los que se encuentran sumidas algunas congregaciones, ya que hay un grupo de “supersantos” y otro grupo de pecadores que son juzgados por estos. Jesús dijo: ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano. (Mateo 7:5).

Tenemos que discernir entre lo bueno y lo malo, lo que Dios desea y lo que Dios no desea, a la luz de Las Escrituras. Eso es juzgar, no para colocarnos en un plano superior, sino para obedecer al Señor y orientar humildemente a otros a ello. Hay personas que juzgan para mostrar que ellos son buenos y los otros malos (Lucas 18:10–14). En nuestro juicio no debe haber maldad sino santidad con el buen propósito de edificar y exhortar a nuestros hermanos, sabiendo que también nosotros podemos ser juzgados por otros en el momento de nuestra debilidad espiritual. Los que se convierten en jueces implacables no admiten sus faltas y creen que tienen todas las respuestas. Son los que con más facilidad caen en los lazos del diablo porque su fe está basada en que ellos no tienen errores y no en la perfección de Cristo. Sucede que, generalmente el que se dedica a juzgar a los demás, está mostrando sin saberlo, su propia decadencia espiritual, tratando de esconder sus propios errores al proyectar su frustración en los errores de los demás. Como dice la Palabra de Dios: El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca (Lucas 6:45).

 

Somos Salvos

Por: Pastor Carlos A. Goyanes

Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador… (Tito 3:4–6)

Dios es bondadoso (Zacarías 9:16–17). A pesar de nuestros pecados decidió mostrar su amor hacia nosotros entregando a su Hijo Jesucristo por nuestra maldad (Isaías 53:3–6). A través de la historia humana, los hombres han tratado de ganarse la salvación con ritos, sacrificios vacíos y regalos (1 Samuel 15:22; Salmo 51:16–17); pero la Palabra de Dios nos dice que no es por las obras que podríamos hacer, sino por la misericordia que Dios tiene para con todos los hombres (Tito 3:5; Efesios 2:9).

Esta salvación costó. Muchas personas no han llegado a entender el costo, y muchas nunca lo entenderán mientras vivan inmersos en la ignorancia y el egoísmo; pero costó la vida del Hijo de Dios, aquel que nos habló de una vida eterna sabiendo que en su futuro estaba la cruz, no la que a veces llevamos colgada al cuello, sino la cruz tosca y vil en la que murió. Más que el peso de esa cruz, su verdadera cruz fue llevar el pecado de todos los hombres sobre sí (Isaías 53:6). Habiéndose despojado de su vestidura celestial y vistiéndose de los harapos humanos, se humilló hasta la muerte y muerte de cruz (Filipenses 2:5–8). Fueron puestas en la mesa celestial todas las angustias y los dolores que habría de padecer y en aquel consenso celestial, Jesús, viendo la posibilidad de una humanidad redimida, no escatimó nada viendo que el gozo puesto delante de Él era mayor que el sufrimiento que habría de padecer (Hebreos 12:2). Dios se satisface siendo un Salvador; Dios se satisface por amor.

La bondad de Dios nos salvó (Efesios 2:4–7). Tenemos vida eterna porque hemos sido lavados con la sangre preciosa de Jesucristo (1 Pedro 1:18, 19). Y ahora no estamos solos porque ha sido derramado en nosotros el Espíritu Santo para consolación y auxilio de nuestras vidas (Tito 3:5–7).

Lo Primero, Primero

Por: Pastor Carlos A. Goyanes


“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” Mateo 6:33



Es algo natural para todos los seres humanos tener una escala de valores en la vida. Algunas cosas las consideramos más importantes y la colocamos en primer lugar; a otras las ponemos en segundo plano. Sin embargo, cuando se trata de Dios, este debe ocupar el primer lugar ya que Él es primero que todo. La Palabra de Dios nos dice que en “el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1), de modo que, Él estaba antes que nosotros. Él es “el primero y el último” de todas las cosas (Apocalipsis 1:11, 17).



Las inquietudes de la vida y el afán que trae las cosas materiales y las espirituales bien podrían ser solucionadas si ponemos a Dios en el primer lugar de nuestra escala de valores. Postergar esto implica pesadas cargas para nuestras almas. Jesús nos aconseja que no estemos afanosos, o sea, no le añadas cargas a tu vida que no le corresponden (Mateo 6:25-34). Mira a tu alrededor y ve la creación de Dios. A las aves de cielo Dios las alimenta, a los lirios del campo Dios los viste con ropas más hermosas que las vestiduras de Salomón, así que, Dios hará mucho más a nosotros, aun siendo creyentes de poca fe (Mateo 5:30).



Lo primero, primero; esto es, el reino de Dios y su justicia. Lo cierto es que para buscar el reino de Dios, primero tenemos que buscar de Dios y buscar su justicia es ser obedientes. No podemos ser justos si no obedecemos y no podemos hacer justicia si no velamos celosamente por la justicia de Dios que no tiene nada que ver con el legalismo que algunos creyentes tratan de sostener infructuosamente en algunas iglesias. Los fariseos predicaban la justicia siendo legalistas y Jesús los acusó de hipócritas. La justicia del amor es la mejor justicia, porque no sería cruel el que con amor juzga en el nombre del Señor.



Buscar el reino de Dios y su justicia nos demanda un testimonio fiel, una vida entregada y lejos de los afanes sin sentido de la vida. No debemos ser irresponsables por lo que tenemos que hacer, pero sí confiar en que Dios añadirá lo que nos falta (Filipenses 4:19). En nuestro trabajo, en nuestro esfuerzo diario, Dios abre las ventanas de los cielos y derrama bendiciones hasta que sobreabundan.

Wednesday, October 31, 2012

¿Qué la gente espera de la iglesia?

Por: Pastor Carlos Goyanes

Vivimos en un mundo lleno de desilusión y sin esperanza donde la gente no sabe qué hacer para satisfacer su necesidad espiritual y no sabe como manejar sus propias vidas, pero nos maravilla ver cómo la gente sabe lo que la iglesia los cristianos debemos hacer y de cómo debemos conducirnos.

1. La gente espera de la iglesia que sea fiel a sus enseñanzas (Apocalipsis 2:10).

Hay una palabra que se ha latinizado desde hace ya mucho tiempo que es la palabra fariseo (fariseísmo). Los fariseos eran una secta religiosa a la cual Jesús reclamó que eran hipócritas. Enseñaban y obligaban a la gente a vivir de una manera, pero ellos no sentían en su corazón sus propias enseñanzas. La gente espera que nuestra actitud, nuestro diario vivir y nuestras acciones reflejen lo que tanto predicamos.

2. La gente espera que la iglesia infunda esperanza (Efesios 4:1–4).

No hay esperanza para el que no tiene a Cristo, pero ellos tienen necesitan ver en nosotros esperanza. El fatalismo, el pesimismo y la incredulidad no es lo que espera el mundo de nosotros. Ellos se burlan de nuestra fe y aunque carecen de dirección en sus vidas y han perdido el rumbo totalmente nosotros debemos influir en ellos con nuestra esperanza (Romanos 15:4).

3. La gente espera de la iglesia compromiso (Lucas 9:23).

La falta de compromiso está matando la fe de muchos. Tenemos que renunciar un poco a nuestra comodidad y comprometernos más con el Señor. El hombre de hoy se las ha ingeniado para poner en nuestras manos tantas cosas y para involucrarnos en tantos proyectos, ya sean profesionales, seculares o diversión, que nuestro compromiso con Dios está quedando para lo último, y lo que queda para el final, muchas veces no hay tiempo para hacerlo. La gente común espera que estemos comprometidos con Dios, con la iglesia, con nuestra familia y con ellos también.

Thursday, October 25, 2012

Nuestra Regla de Fe y Práctica


Por: Pastor Carlos A. Goyanes

La Biblia es nuestra única regla de fe y práctica. Todas las cosas van a pasar, pero no ella (Mateo 24:35). Las promesas que Dios ha hecho no se desvanecerán aunque todo acabe, porque trascienden el cielo y la tierra. Ni una jota ni una tilde de lo que Dios ha dicho en su Palabra serán disminuidas o quitadas porque es Palabra de Dios. En ella encontramos palabra de vida eterna (Juan 5:39).

Dios inspiró Las Escrituras para que el creyente aprendiera a perfeccionar su vida (2 Timoteo 3:16, 17) y estuviera preparado para hacer buenas obras. La Biblia es el libro más maravilloso que existe y a pesar de que fue escrito en un período de aproximadamente 1500 años, todas sus enseñanzas concuerdan porque tiene un solo autor, Dios mismo, el cual inspiró a los hombres de Dios a través del Espíritu Santo para que escribiesen en sus propios estilos las más grandiosas enseñanzas jamás dadas a hombre alguno (1 Pedro 1:21).

Muchos desean encontrar la voluntad de Dios, pero la voluntad de Dios se encuentra en su Palabra que da testimonio del plan de Dios para la vida de los cristianos y reprende el pecado de la humanidad (Romanos 3:19, 20). La Palabra de Dios ha venido a ser el institutriz para enseñar a la humanidad cuan lejos está de Dios. La Biblia contiene la promesa más grandiosa y sublime que se le haya hecho al hombre: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. (Juan 3:16).

Se hace evidente en sus páginas que su objetivo es mostrar el amor de Dios al hombre y el sacrificio de Cristo por toda la humanidad perdida para que sean salvos de sus pecados. Hay una razón por la cual fue escrita la Palabra de Dios y esa razón somos nosotros los seres humanos, y lo ha hecho, para alumbrar nuestros pasos en medio de esta vida obscurecida por la maldad (Salmo 119:105).

 

Monday, October 15, 2012

Uno en Cristo

Por: Pastor Carlos A. Goyanes

…solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz… ~Efesios 4:3

La unidad es una virtud necesaria en la iglesia. Todos los esfuerzos humanos por mantener la unidad fracasan porque están fundamentados en la utopía de un mundo lleno de paz sin Dios. La Palabra de Dios es clara al afirmar que debemos guardar la unidad que es producida por el Espíritu Santo que hay en nosotros para que tengamos paz.

La unidad fue hecha por el Espíritu. No es un esfuerzo nuestro la unidad, sino un don del Espíritu el cual cada creyente debe “guardar”. Cuando fuimos añadidos a la iglesia de Cristo comenzamos a compartir esa unidad del Espíritu. La Palabra de Dios dice que debemos “guardar la unidad del Espíritu” porque es el Espíritu de Dios el que mantiene unida a la iglesia. Depende de nuestra relación con Dios el que seamos uno en el Señor y no de nuestra capacidad para hacer lo “políticamente correcto”. Puede que funcione por un tiempo, pero al final la unidad se deshará porque el motor de esa unidad no es el Espíritu.

Jesús oró por sus discípulos y por los que habían de creer para que fueran uno (Juan 17:20, 21) y no solo esto, sino para que fueran perfectos en unidad (Juan 17:23). El propósito de estar unidos es para que el mundo conozca que Dios envió a Jesucristo. Si nos amamos unos a otros, entonces estaremos unidos y si estamos unidos estamos dándole al mundo el mensaje del Señor. Una iglesia unida es una iglesia en la cual la paz de Dios reina en los corazones porque Dios está en control de nuestras vidas. Así que debemos estar solícitos en guardar la unidad que depende de una buena relación con Dios para que tengamos paz — no la del mundo, sino la de Dios (Juan 14:27).

Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. ~Filipenses 2:1–2

Monday, October 8, 2012

Los Dos Señores

Por: Pastor Carlos A. Goyanes
 
Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.  ~Mateo 6:24 

Nuestro Dios es un ser real. Nosotros los creyentes lo sabemos, sin embargo, las cosas de la vida, lo que vemos y palpamos con nuestras manos, nos resultan tan atractivas que a veces intentan ocupar el lugar de Dios. Queremos ser fieles al Señor, pero lo que el mundo ofrece es contante y sonante, mientras que todavía no hemos recibido lo que Dios nos prometió y por eso desmayamos. La fe flaca y desnutrida de muchos creyentes les hace caer en la tentación de dejar a un lado a Dios y volcarse a los placeres del mundo. No es malo disfrutar la vida sanamente, pero sí es peligroso para nuestro bienestar y seguridad espiritual que lo material ocupe el lugar de lo espiritual.

O servimos a Dios o servimos a Satanás. No se puede servir a dos señores porque uno de los dos será desatendido. Además, las demandas de Dios muchas veces se oponen a las demandas del mundo, de manera que quien se hace amigo del mundo se constituye en enemigo de Dios (Santiago 4:4). Muchos cristianos tratan de ocultar su hipocresía espiritual tras el manto de la fe y es allí donde Satanás se está infiltrando en la vida de muchos creyentes. Tras ese vestido de fidelidad está una vida falsa de pecado, de amor a las cosas de la carne, de sometimiento a lo mundano. ¿Cómos lo sabemos? Retírele el internet, el televisor y el celular a una persona y lo verá; dele a otros las riquezas y lo sabrá; a otros quítele lo que poseen y lo averiguará. Veremos que sus vidas se convierten en nada, porque su confianza estaba en lo que el mundo ofrece y no en lo que Dios ya le dio.

Decimos al Señor que le amamos, pero puede que estemos sirviendo a otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas (Mateo 6:24). La palabra traducida como “riqueza” usada en este pasaje es Mamón que es un término arameo que significa literalmente “un almacén secreto” o “riquezas”, que en este caso hemos acumulado para nuestra gloria y placer; o sea, algo que pertenece al mundo en el que los derechos de Dios no son reconocidos (Lucas 12:16–21), en oposición a la verdadera riqueza, que pertenece al mundo venidero (Filipenses 4:19; Colosenses 1:27). Nuestro Señor Jesús fue claro cuando dijo que hay un solo camino y que solo a través de ese camino llegamos a Dios (Juan 14:6). Dios requiere por derecho todo nuestro corazón y no está dispuesto a compartirlo con el mundo (Deuteronomio 6:5; Mateo 22:37).

Nuestra fe se caracteriza por servir a Dios y no a los ídolos, pero hay muchos ídolos en la vida de los creyentes. Todo lo que ocupa el lugar de Dios se ha convertido en un ídolo para nosotros, o sea, en otro señor al cual servimos y en el que confiamos. Puede ir desde una cuenta bancaria hasta el simple gusto de sustituir el tiempo de Dios por una novela. Puede que sea una carrera universitaria en la cual confiamos tanto o un negocio, pero, ¿qué tal si descubrimos después que todas esas cosas, que son en parte necesarias, son temporales? Ya sabíamos esto, pero no la habíamos aceptado hasta que nos dimos cuenta que no satisfacen el alma.

…Si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas.

~Salmo 62:10c

 

Monday, October 1, 2012

¿Dónde Está Tu Corazón?

Por: Pastor Carlos A. Goyanes

Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. ~Mateo 6:21

Hay dos palabras claves en este versículo y son las palabras tesoro y corazón. El tesoro son los valores materiales, morales y espirituales. Los valores son aquellas cosas a las que les damos más importancia, lo que ganamos en esta vida y que son el centro de nuestro corazón. Y porque creemos en ellos a menudo los practicamos. Estos valores tienen la capacidad de cambiar todo lo que somos y nos hacen poner la mirada en ellos. Además, ya que Dios nos ha puesto como la influencia más poderosa del mundo, debemos cuidar nuestros valores, no sea que las vidas de otros sean transformadas de una manera que no agrada a Dios. Una vida que agrada a Dios tiene que ver con los valores que Dios nos enseña en su Palabra y no con los valores que nosotros tenemos, o traemos de nuestra cultura, educación o estilo de vida.

La Biblia dice que el corazón es el culpable de lo que somos (Jeremías 17:9). De nuestro corazón sale toda clase de pensamientos y actitudes (Mateo 12:35). Es vital que como discípulos de Cristo cuidemos nuestro corazón para conservarlo sensitivo y abierto a la palabra de Dios. Conociendo la naturaleza del corazón, debemos de arraigarnos al evangelio y permitir que Dios purifique nuestro corazón a través de la sangre de Cristo, mediante la obra del Espíritu y la Palabra de Dios.

Pero, ¿cómo sabemos dónde está nuestro corazón? Es evidente que en lo que más pensamos, a lo que más tiempo y dinero le dediquemos es lo que nos ha robado el corazón. Lo que más valoramos es lo que ocupa el centro de nuestras vidas y es nuestro tesoro. Algunos ponen su mirada en las cosas materiales como el bien supremo a sus necesidades, pero sabemos que las riquezas de este mundo son temporales. Otros ponen su mirada en pasatiempos, porque según ellos la vida es corta y hay que disfrutarla. En cambio, otros ponen su mirada en Dios, disfrutan la vida y las cosas materiales de una manera sana sabiendo que el mayor tesoro y la fuente de todo es Dios, del cual provienen todas las cosas, las materiales y las espirituales. Dios nos hizo de dos naturalezas: la material y la espiritual. Las dos han de ser satisfechas. La material a través de lo material dándole un buen uso para no desagradar a Dios y la espiritual con lo espiritual siendo hijos de Dios obedientes.

Los cristianos conocen la verdad que hace libres a aquellos que creen en Cristo (Juan 8:32), pero hay creyentes que no son libres porque están atados a costumbres, cosas materiales y dogmas espirituales que no dejan que el Espíritu de Dios tenga libertad. Han puesto como tesoro a estas cosas en vez de haber puesto como teso-ro a Dios. Son cadenas que los atan y que para romperlas tiene que desterrar lo carnal que hay en ellos. Todos hemos sido tentados alguna vez a ponernos las amarras de lo terrenal en nuestras almas, pero las consecuencias han sido siempre las mismas — vidas insatisfechas, depresión, mal carácter, odio, envidia, falta de santidad, poca consagración al Señor y mal testimonio. Un barco no puede zarpar si sus amarras no han sido quitadas. De la misma manera, un cristiano no puede crecer si no se ha desecho de las ataduras que le impiden correr en la carrera de la fe (Hebreos 12:1; Efesios 4:22).

Nosotros somos el tesoro de Dios (Malaquías 3:17; Éxodo 19:5), permitamos que Dios sea nuestro tesoro. No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; mas haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde estuviere vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón (Mateo 6:19–21).

Monday, September 24, 2012

El Padre Nuestro


Por: Pastor Carlos A. Goyanes
 
~ Mateo 6:9–13

La verdadera oración es la que sale del alma, de lo más profundo del corazón, no de las repeticiones vanas que hacen algunos que piensan que por su palabrería serán oídos (Mateo 6:7,8). Esta oración en particular, a la que se le llama El Padre Nuestro, no es un amuleto, ni una oración para ser repetida meramente como una oración. Esta oración es un modelo en cuanto a sus ingredientes y formas para enseñarnos a orar. De hecho, esta oración fue dicha por el Señor cumpliendo con el deseo de un discípulo de tener una guía para sus propias oraciones (Lucas 11:1).

La oración modelo pone las pautas para una oración ordenada y centrada en la verdadera necesidad humana. No solo enseñó a aquellos discípulos a orar, sino que también ha enseñado y enseña a los discípulos de Cristo a lo largo de la historia. Esta oración contiene siete peticiones que a nuestro juicio no deben faltar en nuestras oraciones. Estas peticiones son:

1. Que el nombre del Padre sea santificado (v.9). O sea, que haya reverencia para el nombre de Dios, que le sea atribuida la santidad que Él se merece; aunque no por eso El deja de ser Santo. El reconocimiento de la santidad de Dios incluye nuestra propia santidad. Si es nuestro Padre, debemos vivir como sus hijos en santidad, reverencia, amor y buen testimonio al mundo, esto proclama la santidad de Dios.

2. Que venga su reino (v.10). El reino de Dios siempre ha existido desde que los hombres creyeron en Dios y amaron su salvación. Él es el Rey y nosotros los súbditos. Esperamos la manifestación gloriosa de su reino sempiterno en el cual reinaremos con nuestro salvador Jesucristo en una gloria sin fin (2 Pedro 1:11).

3. Que se haga su voluntad (v.10). La aspiración de Dios es que se haga su voluntad. Nuestra oración debe demandar esto. Es cierto que después que el hombre pecó, se perdió la facultad de cumplir cabalmente con la voluntad de Dios, pero algún día su voluntad será hecha porque Dios así lo ha querido. Nuestra lucha terrenal es asignarnos como meta la tarea de hacer la voluntad de Dios, pero para ello necesitamos la ayuda del Padre.

4. Que recibamos nuestro pan cotidiano (v.11). A través de esta petición tan sencilla, rogamos por la humana necesidad del pan diario, no solo del material, sino del espiritual, resumiendo en esta petición dos necesidades básicas de los seres humanos: la material; y la espiritual que son evidentes en esta vida y no pueden excluirse. Al hablar del pan de cada día se refiere a lo necesario para ese día. Los lujos y las extravagancias no están relacionados a esta petición. Por otro lado, necesitamos de toda palabra que sale de la boca de Dios (Deuteronomio 8:3) para vivir sanamente sobre la tierra.

5. Que perdone nuestras deudas (v.12). En la medida en que perdonamos a los demás, Dios nos perdonará a nosotros (Marcos 11:25-26). Como el deudor en manos del acreedor, así es el pecador en las manos de Dios. Si alguien nos debe algo, mucho más le debemos a Dios. Si Dios nos perdonó tanto, cuánto más nosotros debemos perdonar a los que nos ofenden.

6. Que no permita que caigamos en tentación (v.13). El creyente que con sinceridad busca el perdón de sus pecados, y tiene la seguridad del perdón, se esforzará por evitar cometer pecados en el futuro. De una manera consciente queremos hacer el bien, pero el mal está en nosotros y queriendo hacer lo correcto pecamos (Romanos 7:19–22). Jesús nos enseña a hacer esta petición, que viene naturalmente e instintivamente del corazón de todo creyente sincero.

7. Que nos libre del mal (v.13). No solo del mal que pueda venir sobre nosotros, sino de toda obra mala que nosotros podamos hacer (2 Timoteo 4:18). Dios puede librarnos del mal porque suyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.

 

Monday, September 17, 2012

El Que Ve En Lo Secreto

Por: Pastor Carlos A. Goyanes

“…y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” ~ Mateo 6:4b

Una de las preocupaciones mayores de los seres humanos es dar a conocer lo que hacen. Ser reconocidos se convierte a veces en el afán de los que obran en alguna tarea en la viña del Señor. Sin embargo, la Palabra de Dios nos enseña que no debemos alabarnos ni reconocernos nosotros mismos, sino que Dios lo hará de alguna manera (Proverbios 27:2; 1 Tesalonicenses 5:12).

Nos preocupamos de que la gente sepa, pero Dios ve en lo secreto. Quizás en la mayoría de los casos en que queremos que la gente sepa lo que hacemos para la obra del Señor no hay malas intenciones como las que expresó Jesús acerca de los que daban limosnas y oraban en las calles (Mateo 6:2, 3 y 5), pero nuestra mayor preocupación no debe ser el reconocimiento, ni las fanfarrias, sino hacer la obra del Señor (Tito 3:4–5). El verdadero mensaje no está en lo que yo hago, sino en lo que Dios hace a través de nosotros; de otra manera le estamos robando la gloria a Dios que es quien actúa en nosotros por el poder del Espíritu Santo.

Los religiosos de la época de Jesús, cuando daban limosna, lo ha-cían para ser reconocidos públicamente por las personas, para que vieran sus buenas obras y los alabaran. Sonar trompeta (Mateo 6:2) alude al hecho de anunciarse para que la gente viera cuán bueno eran al dar limosna a los pobres. También oraban en las esquinas de las calles para que la gente viera cuán consagrados eran (Mateo 6:5). Hemos descubierto a lo largo de nuestra vida cristiana que es Dios quien da la recompensa a nuestros actos, ya sean buenos o malos, y que es hipocresía el tratar de sobresalir espiritualmente por encima de los demás. Es Dios quien a través de nuestro servicio fiel y santo nos da el premio a nuestra labor. Los hombres podrán ponernos coronas que se corrompen, pero Dios nos premia para la eternidad.

No practiques tu justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos (Mateo 6:1). Jesús nos alerta del peligro de caer en la tentación de practicar la vida cristiana delante de los hombres para ser vistos, alabados y apreciados por ellos. Esta tentación corre el peligro de exponernos  como el centro, en vez de procurar que sea conocido Dios, que es el origen de todas las obras. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que están los cielos (Mateo 5:16).

Como hijos de Dios debemos de estar conscientes que la gloria le corresponde al Padre Celestial. Si eres hijo, compórtate como hijo. Un hijo de Dios busca la gloria del Padre y no la suya propia. Si uno se apropia de la gloria debida al Padre, deja de ser hijo y se convierte en ladrón y usurpador. El apóstol Pablo fue claro al decir: Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efesios 2:10). Lo que tenemos lo recibimos de Dios y a Él le damos la gloria. Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido? (1Corintios 4:7). 

Pensamos que nadie va a apreciar lo que hacemos, pero Dios recompensa y lo hace en público (Mateo 6:4b). El creyente que busca la gloria para sí mismo es un creyente que tiene una mala relación con Dios y en su conducta de celebración egocéntrica ha sacado a Cristo del centro de su vida. Toda nuestra vida debe redundar para la gloria del Señor. Mas el que se gloría, gloríese en el Señor… (2 Corintios 10:17). Lo que nadie puede ver lo ve Dios. Dios mira las intenciones del corazón y recompensa lo que hacemos aunque nadie lo sepa. El ve en la intimidad de nuestras vidas, en lo secreto de nuestra existencia y da la recompensa verdadera que agrada al corazón. Hay felicidad en obrar para el Señor y no hay paga mejor que la que Él nos da. Para Dios no hay nada secreto y lo que está oculto a los ojos humanos Él lo recompensa en público.

 

Monday, September 10, 2012

La Fe Que Perfecciona


Por: Pastor Carlos A. Goyanes

‘Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.’ Mateo 5:48

¿Podremos ser perfectos siendo pecadores? Por supuesto que no. Pero estas palabras de Jesús nos indican hacia donde debemos dirigirnos. El camino a seguir debe ser el camino de la cruz para poder estar en la lista de los vencedores (Romanos 8:37). No se trata de una simple carrera de atletismo, se trata de la carrera de la fe (Hechos 20:24; 2 Timoteo 4:7; Hebreos 1:21).

La palabra perfecto deriva del latín perfectus y del griego téleios. Perfectus, en latín, deriva de factus que quiere decir hecho: completamente hecho, terminado. El término griego téleios deriva de la palabra telos que quiere decir fin, meta. Teleios significa finalmente, finalizado, terminado, llegado, sugiere que el ser de quien se dice que es teleios, ha alcanzado su fin, que no le falta nada para ser lo que debe ser, que ha hecho todo el esfuerzo para hacer el bien.

Aun así, estas palabras de Jesús ‘vosotros sed perfectos como es perfecto vuestro Padre que está en los cielos’ suscitan un dilema. ¿Cómo puedo ser perfecto si soy un ser pecador? Ser perfectos es el reto que el Señor nos puso y la meta a alcanzar es Dios. No seremos como Dios, pero podemos parecernos a El. Somos la imagen de Dios (Génesis 1:26) y cada día esa imagen debe ser mejor (Romanos 8:29).

En todo el capítulo 5 de Mateo Jesús está dando enseñanzas que ayudan a dar pasos hacia la perfección. No vamos a ser iguales a Dios, pero debemos luchar para volver nuestras vidas a nuestro estado original, cómo éramos cuando Dios nos creó, cuando Dios vio que todo era bueno. El Señor está promulgando una Nueva Alianza en la cual expresa: ‘oísteis que fue dicho, mas yo os digo.’ Si queremos ser hijos de Dios debemos reflejar la perfección del Padre.

Las enseñanzas en cuanto a la justicia legal (…ojo por ojo y diente por diente… Mateo 5:38) eran para frenar la venganza y reducirla a un castigo equitativo. Era para que no se excedieran en el castigo por el delito cometido. Nuestra justicia ha de ser mayor que la de los líderes religiosos de esa época, sino no es justicia. Debe exceder las expectativas de aquellos que dicen ser religiosos, pero no obran la justicia de Dios (Mateo 5:20).

Perfecto da la idea de algo acabado, terminado, una obra que ha sido hecha y no tiene defecto (téleios del griego). En el latín la preposición per le agrega a la palabra factus una idea de intensidad máxima, de totalidad, de que la acción está terminada, que se ha hecho totalmente, que no le falta nada per-factus. De ahí derivan en castellano las palabras factura, manufactura, facturar o facturación y, por supuesto la misma palabra per-fectus; per-factus — perfecto. Lo contrario a per-fectus es de-fectus, es decir, algo que o bien se ha des-hecho o no está del todo hecho. De ahí vienen en castellano los términos: defecto, defectuoso, deficiente.

Jesús quiere que seamos perfectos pera que glorifiquemos al Padre que está en los cielos, para que nuestra luz alumbre delante de los hombres, para que mostremos el amor y la misericordia de Dios y para que alcancemos la meta en el supremo llamamiento de Dios. Nuestra fe, en lo que creemos, los principios bíblicos en los cuales basamos nuestra vida, nos van perfeccionando para el día que vayamos con el Señor. No solo es creer en Jesús como nuestro Salvador, sino que tenemos que obedecerle para que Él sea nuestro Señor. Creer en Cristo salva, pero va ligado a la obediencia. ¿Cómo podemos creer si no obedecemos a Aquel en el cual creemos? Obedecer es la actitud que nos hace dar pasos hacia la perfección para cada día ser más semejantes a Cristo (1 Juan 5:4).

 

Monday, August 6, 2012

Sí o No

Por: Pastor Carlos A. Goyanes

Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos. Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede. ~Mateo 5:37

A través de las enseñanzas del sermón del monte Jesús contrasta las enseñanzas de siglos de interpretación de los eruditos judíos con las enseñanzas de la ley original. El espíritu con que los maestros judíos enseñaban la ley no necesariamente era el espíritu con el que Dios había dado las leyes al pueblo. Por ejemplo, en los diez mandamientos de Éxodo 20 se habla de no codiciar la mujer ajena; pero los maestros hebreos se inclinaban más a juzgar con severidad los hechos antes que la actitud previa a estos. Jesús enseñó que el que pensaba en adulterar era culpable de adulterio. Mientras que los fariseos iban a juzgar los hechos, Jesús iba a la causa de ello. Limpiar la mente y el corazón del pecado prevenía el acto mismo de pecar.

En varias ocasiones dijo: “Oísteis que fue dicho…” dando a entender el error en que estaban y cuán lejos estaban de la verdad. En este pasaje en particular Jesús repite esta frase y da dos lecciones esenciales para la vida del creyente. Una es no mentir y la otra es que nuestro sí sea sí y nuestro no sea no.

Los judíos estaban tomando a la ligera a la persona de Dios. Hacían juramentos que violaban directamente el mandato de Dios de no tomar el nombre de Dios en vano. Juraban por el cielo, juraban por la tierra, juraban por Jerusalén para tratar de hacer sus palabras creíbles a los ojos de los demás, pero mentían o no eran lo suficientemente honestos (Mateo 5:33; 23:16–22; Santiago 5:12). Es necesario decir la verdad. Es necesario cumplir las promesas porque estamos poniendo el prestigio del nombre de Dios en juego. Perjurando no solamente está dañando a tu propia reputación, sino la reputación de Dios. La Palabra de Dios dice en Éxodo 20:7 que “no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.” Es mejor no hacer voto ni juramento, para después romper la promesa. (Levítico 19:12; Deuteronomio 23:21,22).

Nuestro sí debe ser realmente sí y nuestro no debe ser realmente no. La palabra del cristiano goza de valor en su carácter, su testimonio y su fe. Así que un creyente no necesita juramentos que apoyen su sus palabras. Las personas que necesitan juramentos es porque han mentido y para que otros confíen en sus palabras necesitan descansar sus explicaciones sobre ellos. Nuestra justicia debe ser mayor que la de los escribas y los fariseos hipócritas. La hipocresía es mentira; es fingir algo que uno no es (Mateo 5:20). Es necesario un corazón limpio, libre de mentiras que dañan, no solo a la congregación de los santos, sino a la vida de los no creyentes que ven en nosotros la imagen de Dios. Debemos siempre decir la verdad (Efesios 4:25).

Jesús no condenó el juramento, sino la falsedad de los que perjuraban poniendo testigos falsos y mintiendo para tapar sus pecados. El verdadero problema radicaba en un corazón impuro. Mucha gente jura a la ligera y dan mal testimonio a la grey de Dios, predican para el arrepentimiento de otros, pero ellos se rehúsan a arrepentirse y siguen causando escándalos y tropiezos a sus amigos, en sus hogares y en la iglesia. Si tienes una visión clara y un concepto elevado de la santidad de Dios, entonces entenderás que esto es un tema muy serio. Orarás en serio, hablarás de Dios en serio y pensarás que las cosas de Dios son serias. Sé ejemplo de los creyentes (Salmo 15).

Tuesday, July 24, 2012

¡El Sexto Mandamiento!

Por: Pastor Carlos A. Goyanes

“Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.” Mateo 5:21-23

La fe y religión cristiana tiene una lista interminable de interpretaciones diferentes al texto original de la Biblia, esto sin contar con la variedad de interpretaciones que los eruditos judíos le daban a los pasajes que hoy conocemos como el Antiguo Testamento. La ley y los Profetas mencionados en la Palabra de Dios, es lo que hoy conocemos como el Antiguo Testamento. Los eruditos judíos afirmaban tener la interpretación correcta de los Escritos Sagrados, pero estaban muy lejos de esa verdad.

Un hombre llamado Jesús desafió la autoridad de las enseñanzas judías, no porque la Palabra de Dios no fuera la fuente de autoridad, sino porque las interpretaciones de los que decían tener la verdad, estaban muy lejos de las enseñanzas que Dios le había dado originalmente a su pueblo. Ese hombre llamado Jesús habló con autoridad, porque vino del Padre a nosotros. Aquella enseñanza de la ley distorsionada por la mente pecaminosa del hombre vino a ser encauzada en los labios de su Hijo Jesucristo que vino a enderezar lo torcido (Isaías 45:2).

Los judíos oían lo que sus maestros les enseñaban, pero Jesús les dio el significado original de la ley. No hay ninguna contradicción entre lo que Dios dijo e el Antiguo Testamento y las enseñanzas de Jesús. El Señor estaba hablando del espíritu de la ley y no de las interpretaciones que le habían dado a lo largo de la historia los letrados judíos. La frase de Jesús “pero yo os digo” no cambió la enseñanza de Dios, pero sí la forma en que ellos la concebían en ese momento. Es necesario para cada cristiano saber lo que Dios actualmente ha dicho, y no confiar solamente en los comentarios de los hombres. A la palabra de Dios no se le puede añadir o quitar nada.

Jesús explica el Sexto Mandamiento de la Ley de Dios con el sentido e intención originales. No sólo es pecado el asesinato, sino primeramente las emociones que frecuentemente conducen a matar (Proverbios 6:16-19). La diferencia entre las enseñanzas de Jesús y las de los escribas y fariseos estribaba en que los escribas y fariseos enseñaban el castigo para un hecho cometido como el asesinato; pero Jesús trataba con las emociones que conducían a esos hechos. Nuestro Señor se adelantaba al acto que consumaba el pecado enseñando que también era pecado la ira, el desprecio, la carencia de amor, y que estos pecados que se originan en el corazón antes que los hechos conducen a sucesos lamentables.

“Necio” es la traducción del original “Raca” (alguien que tiene la cabeza vacía, inservible, sin valor, y por tanto puede ser excluido o eliminado. “Fatuo” es, sencillamente, un sinónimo (Mateo 5:22). Históricamente estas actitudes han traído consecuencias fatales para los seres humanos. Los movimientos de Supremacía racial, desprecios étnicos, el racismo, el odio, el trato de otras personas como inferiores, el pensamiento de que hay grupos subhumanos, genocidios, y otros pecados. Jesús exaltó a los que eran considerados débiles e inferiores por los judíos (Gálatas 3:28; Colosenses 3:10-14). Las distinciones la hemos hecho los seres humanos; ya sea por la nacionalidad, por la posición social o por la religiosidad; pero la Palabra de Dios dice que por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. (1 Corintios 12:13).

Cosas que Podemos Aprender de los Animales Según la Biblia

Por: Pastor Carlos A. Goyanes

Proverbios 30:24-28

Los seres humanos fuimos creados para ser el ejemplo de virtud en la creación. La Palabra de Dios afirma que fuimos hechos a imagen de Dios (Génesis 1:27) y coronados de honra y de gloria (Salmo 8:5). Todo lo creado debe honrar a Dios (Salmo 150:6). El pecado rompió la capacidad de entender correctamente a Dios y deshizo lo bueno que había en nosotros. Dios intenta rescatar esos valores en nosotros a través de su Palabra. Una de las cosas que vemos en la Palabra de Dios es que se usan las cualidades de los animales para hacernos entender a nosotros la voluntad de Dios.

En Proverbios 30 se hace alusión a cuatro animales que, a pesar de sus limitaciones y ser pequeños e indefensos, sobreviven por el instinto de sabiduría que Dios ha puesto en ellos.

1. Las hormigas, que aunque son pequeñas son muy laboriosas y en el verano se preparan para el invierno. La cualidad que destacan es la perseverancia. La hormiga es sabia, previsora, prudente, precavida y lista. Como nos dice el libro de Proverbios “… pueblo no fuerte, y en el verano preparan su comida”. (Proverbios 30:25). “Ve a la hormiga… Mira sus caminos, y sé sabio; la cual no teniendo Capitán, ni gobernador, ni señor, pre-para en verano su comida” (Proverbios 6:6-8).

2. Los conejos, que aunque no son muy esforzados, ponen su casa en la piedra (proverbios 30:26). El término he-breo para este tipo de conejo es ‘shaffan,’ que significa: tesoro, algo de mucho valor. ¿Qué nos dice Dios en Éxodo 19:5?: “Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos...”. Los conejos supieron elegir su refugio (Mateo 7:24–27). No hay mejor lugar en el campo que una gran roca para protegernos de una tormenta. Los árboles pueden ser arrancados, pero una gran roca no será movida. Nosotros como creyentes hemos de buscar refugio en La Roca, Jesucristo (Isaías 28:16; Hechos 4:11, 12). Vendrán vendavales de ignorancia, tormentas de modas y criterios que atentarán contra nuestra fe, tristezas de la vida, enfermedades, crisis familiares, dolores, fracasos, abandonos, pero nadie nos podrá arrebatar nuestra fe si nos hemos refugiado en la Roca de los siglos. Al final de la tormenta, cuando todo acabe, cuando Dios haya hecho su supremo llamamiento (Filipenses 3:12–14), hemos de alcanzar la eternidad.

3. Las langostas que trabajan en equipo para hacer su trabajo. Hablan de la unidad. La Palabra de Dios enseña que la iglesia es el cuerpo de Cristo y debe estar unida. Cada parte debe hacer su labor según el don que el Espíritu Santo le ha dado a cada cual para la edificación del cuerpo de Cristo. Edificar no significa solamente hacer sentir bien a los demás, sino procurar que la iglesia como unidad crezca en espiritualidad y membresía. De esta manera estamos cumpliendo con el mandato de Cristo. La unidad es la fuerza arrolladora que hace que nada detenga a la iglesia. Hay un refrán que Dice que ‘en la unión está la fuerza’ y es real. Muchos de nuestros principios están siendo debatidos y pisoteados porque no estamos unidos como iglesia de Cristo.

4. La araña que vive en el palacio del rey. Algunos presumen de sus logros en esta vida. Nosotros debemos presumir de los nuestros. Vivimos, aunque por un poco de tiempo, en los atrios del Rey. Y un día, aunque somos débiles y nuestra fragilidad está a la vista, hemos de vivir en los palacios del Rey. En nuestra habitación celestial disfrutaremos de toda la gloria que el mundo nos ha negado, no porque presumimos que somos fuertes, sino porque hemos reconocido nuestra debilidad y le hemos entregado a Dios nuestras vidas. Porque hemos sido valientes y hemos arrebatado el reino de los cielos (Mateo 11:12).

Encontramos también en Las Escrituras dos zoomorfismos de nuestro Señor. Jesucristo está a nuestro favor como León de la tribu de Judá para defendernos (Apocalipsis 5:5), aunque nos salvó con la ternura y la bondad de un cordero (1 Pedro 1:18–19), sufriendo en silencio nuestra maldad por amor. Y ahora ¿quién acusará a los escogidos de Dios si Dios es quien los justifica? (Romanos 8:33).


Tuesday, July 10, 2012

Una Justicia Mayor

Por: Pastor Carlos A. Goyanes

Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. ~Mateo 5:20

La justicia es el anhelo de los seres humanos. Pero en muchas ocasiones la justicia es para otros y no para mi mismo. La justicia a la que el Señor se refiere en este pasaje es a la justicia que parte de mi propia justicia, a la justicia que es satisfecha a través del cumplimiento de la justicia en nosotros mismos. Hemos popularizado entre la grey de Dios la palabra fariseo como algo malo aludiendo a la característica distintiva de casi todos ellos, que era la hipocresía. La hipocresía de los fariseos consistía en exigir el cumplimiento de las leyes espirituales y morales; en fabricar a través de la interpretación normas y valores que ellos cumplían rígidamente como un rito externo, pero no había una convicción interior en sus corazones.

Había corrupción en sus corazones, porque practicaban la ley de una forma ceremonial pero habían dejado a un lado la misericordia (Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento. Mateo 9:13). A esa actitud sincera del corazón Jesús la llamó justicia mayor que la de los fariseos. Una justicia que obedece porque ama a Dios y no por un cumplimiento estricto que en la mayoría de los casos estaba cargado de crueldad. No decimos que la ley es mala en sí misma, pero a veces los métodos que usamos han echado fuera los valores y el espíritu de la ley que es enseñar, no castigar; aunque a veces lleva en sí misma castigo.

La filosofía moderna de la salud habla de evitar a toda costa el dolor y esto se ha propagado a todas las esferas de la vida del hombre moderno; pero hay cosas que deben dolernos para que haya cambios radicales en nosotros. Si no existiera la ley, no habría un espejo en el cual nos miráramos para saber cuán lejos estamos de la voluntad de Dios. La Palabra de Dios habla de la Ley como un “ayo” (Gálatas 3:24), el maestro que nos enseña rectitud, obediencia, y todas las virtudes cristianas. En los signs computarizados de las autopistas aparecen las palabras en inglés click it or ticket. Para los que no les gusta amarrarse con un cinturón de seguridad, esto es un fastidio, pero le ayuda a salvar sus vidas en caso de un accidente. La ley de Dios no salva la vida del hombre pero muestra el camino de la salvación.

Las iglesias han ido las responsables de ganar muchas almas para el Señor, pero también han sido las responsables por la pérdida de otras al aplicar leyes, criterios y tradiciones que no están en Las Escrituras y que la mayoría de los creyentes practica por verse comprometidos con una comunidad de fe llena de ritos creados humanamente. La justicia mayor es la justicia que parte de el amor y la misericordia. Una ley des-provista de estas virtudes es crueldad. El Señor Jesús hizo referencia a ello cuando le dijo a los fariseos: Ustedes imponen cargas que ni ustedes mismos pueden llevar (Lucas 11:46).

Quizás después de leer estas palabras alguien ose decir que la justicia que es por la ley no es importante, pero nosotros no somos cristianos del Nuevo Testamento solamente, somos cristianos de toda la Biblia, y cada palabra, ya sea que se encuentre en el Antiguo Testamento o Nuevo Testamento, es Palabra de Dios (2 Timoteo 3:16-17). El problema no está en la Ley sino en quien la aplica. Para que nuestra justicia sea mayor que la de los fariseos, nuestra ley debe ser la ley del amor. Todo lo que Dios demanda de nosotros es bueno, porque es para nuestro bien, pero hagámoslo con la buena sazón de su misericordia.

Buscad a Jehová

Por: Pastor Carlos A. Goyanes

Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. ~Isaías 55:6

Se buscan tantas cosas en esta vida que a veces olvidamos lo que más relevancia tiene. La mirada de la humanidad está puesta en el futuro, pero no en el eterno, sino en el futuro terrenal, en lo que esta vida ofrece. Sin embargo, cuando se trata de buscar a Dios pareciera que no hay beneficios a corto plazo, y por lo tanto, no se ocupan de ello. Es como el que trabaja arduamente para tener todo lo que desea y se olvida acumular para su retiro. Al terminar su vida laboral encontrará que no tiene nada. Hay que buscar a Dios porque cuando termine nuestra vida terrenal no habremos acumulado nada para el retiro celestial.

La Palabra de Dios dice que Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos (Lucas 20:38). Significa que es en esta vida donde debemos de buscar a Dios. Quizás le hayas dedicado tiempo a la caridad y las obras sociales que son muy buenas y provechosas para los necesitados, pero si no has buscado a Dios con fe (Deuteronomio 4:29), no has cultivado tu relación con Dios. Serás como dijo el apóstol Pablo, heraldo para otros (1 Corintios 9:27). La palabra de Dios dice que sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6). De esa fe genuina se concibe sin esfuerzo alguno la alabanza, la oración y la obediencia como los frutos de una planta arraigada junto a la corriente de un río que recibe todo lo que necesita de esa fuente de agua.

Dios ha hecho un llamado a la humanidad a dejar la impiedad (Isaías 55:7). El pecado rompió la relación de los seres humanos con Dios y cada vez más se cierne su sombra sobre la humanidad quitándole su dignidad. Volvámonos de nuestros pecados a Dios, porque Él nos ama y ha suministrado a través del sacrificio de Cristo nuestra salvación con un perdón que abarca no solo a todos los hombre de la tierra, sino a todos sus pecados también. Todo el que crea en El será salvo (Juan 3:16). Es posible buscar a Dios porque Él se dejará encontrar. El secreto de hallarlo está en tu corazón (Jeremías 29:13). Hoy, aquí, en este momento, en esta vida, podrás buscar lo que te falta y lo recibirás porque todo el que busca de Dios haya, el que pide recibe y que llama a su puerta Él le abre (Lucas 11:9–10).

El buscar a Dios deriva en grandes bendiciones para la vida y no debe ser un sueño que posterguemos para el fin de nuestros días porque no sabemos cuán cerca está ese momento (Salmo 90:9; Job 14:1–2; 1 Pedro 1:24).

Toda gloria humana es pasajera
Y no retornará el día que pasó;
Los encantos de una vida perecedera
Son trampas que el diablo preparó.

Pero tú, hombre de fe, mira hacia arriba,
Buscando con profundo amor a Jehová Dios,
Sabiendo que hallarás con fe genuina
Descanso, salvación y amplio perdón.