Por: Pastor Carlos A. Goyanes
Antes
bien, creced en la gracia y el
conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y
hasta el día de la eternidad. Amén. ~2 Pedro 3:18
La gracia de
Dios es el más grande de los regalos dados al hombre. Desde la eternidad, en
algún momento en el infinito, Dios ya tenía la buena noticia para el hombre.
Allí estaba el Hijo como Verbo de Dios y como Dios mismo para nuestra
salvación. Allí fue preparado el mensaje dado a los ángeles para el día de su
nacimiento como humano. Dios estaba manifestando su gracia. Un regalo grandioso
del cual no podemos prescindir, ya que es fundamental para la salvación del
hombre y constituye su mayor necesidad a la hora de tener una relación con
Dios. No es que merecemos la gracia de Dios, sino que Él en su misericordia nos
hizo hallar gracia delante de sus ojos a través de la persona de su Hijo
Jesucristo (Efesios 2:1–5).
Nosotros teníamos deuda con Dios; una deuda tan
grande que no podíamos pagar. Éramos totalmente ineficaces de pagar esta deuda.
Si alguien debe algo, debe pagarlo porque esto es justo (Romanos 13:7–8). Como
ningún ser humano podía cancelar la deuda con Dios, Él mismo decidió pagarla.
Por eso envió a su Hijo Jesucristo para que tomara nuestro lugar. En esto
consiste la salvación que siempre es por gracia. Necesitamos gracia. Pues si por la transgresión de uno solo
reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que
reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia (Romanos 5:17).
La gracia se recibe por fe.
El hombre no puede comprar la salvación, pero sí la
puede obtener porque Dios es bueno y se la regala en su gracia. Un regalo
inmerecido que recibimos por el amor y la misericordia de Dios hacia la
humanidad. Ningún ser creado por Dios recibe este extraordinario don, excepto
el hombre. Tenemos un privilegio maravilloso y es nuestro deber y ocupación
crecer en Su gracia porque nuestra imagen se ha empobrecido y debilitado por el
pecado. Para vivir en la gracia de Dios hemos de trabajar en el sentido de
mejorar nuestra imagen porque debemos parecernos cada día más al Señor (Romanos
8:29; Efesios 4:13); al menos esa es la aspiración de Dios para nuestras
vidas.
La gracia de Dios solo puede recibirse mediante la
fe (Efesios 2:8). No hay nada que puedas hacer para recibir la gracia de Dios.
No es con cosas materiales ni con logros personales; sin embargo, Él se nos
revela con bendiciones no solo para los creyentes, sino para los incrédulos,
porque desea darles de Su gracia (Mateo 5:45). Solo mediante la fe recibimos el
más grande regalo de Dios: la salvación eterna. Actualmente la gracia de Dios
se ha manifestado, aprovecha esta oportunidad eterna (Tito 2:11).
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