Mejores son dos que uno… (Eclesiastés 4:9)
Aunque
los seres humanos celebramos el Día de las Madres, ya estaba en la mente de
Dios la maternidad. Cuando Dios hizo a Adán este se sintió solo a pesar de todo
o que Dios había creado. Todo en su tiempo era hermoso (Eclesiastés 3:11) en la
obra que Dios terminó para el hombre, pero faltaba algo y Dios lo sabía
(Génesis 2:18). No había terminado la creación porque en el sexto día creó a
Eva (Génesis 1:26–31). La demora fue para que Adán valorara la compañía que
tendría. Aun así la hizo diferente, con características reproductivas, de rasgo
dulce y tierno. Ella completó el plan de Dios para formar la familia.
Dios
creó el concepto de que dos son mejores
que uno. La palabra de Dios dice que varón
y hembra los creó (Génesis 1:27) y así los dos tendrían parte en la crianza
y educación de sus hijos que serían el fruto de esa relación. El hecho de que
hagan falta dos partes, según lo planeado por Dios, es para que el concepto de
Dios de que dos son mejores que uno
se cumpla en nosotros. El plan de Dios es que la familia, compuesta por un
hombre y una mujer únicamente dé los frutos que El espera de esa relación. De
modo que, la relación planeada por Dios incluye amor (Cantares 8:6, 7), sexo
natural (Génesis 1:24) y los frutos que son los hijos (Salmo 127:3; 128:3). Esto
garantiza nuestra sucesión y legado a las generaciones futuras. Todo lo que
Dios hizo tiene un plan, de no ser así, estaría fuera de su voluntad y por lo
tanto es pecado (Romanos 1:26–32; Efesios 4:17–18).
Hoy
en día el concepto de familia está tomando un rumbo diferente al planeado por
Dios. Pero la Biblia sigue siendo vigente a pesar de lo que diga este mundo que
cada vez se corrompe más y vende su dignidad al diablo por unas pocas monedas o
por rebeldía contra Dios. La familia, como Dios la concibió, es una institución
santa, no en balde es la base de la sociedad. Sus orígenes están en Dios y no
en la mente cambiante del hombre que busca en el placer desenfrenado una
satisfacción (Efesios 4:17–19) que le causará la muerte (Proverbios 14:12). No
somos más justos ni más limpios que Dios, así que debemos seguir sus normas
(Job 4:17–21).
Mejores
son dos que uno porque el fruto del trabajo de los dos será mayor. Es evidente
que dos pueden producir el sustento y apoyarse en sus ganancias mejor que uno. Económicamente
hablando, el plan de Dios desarrollado para los cónyuges es fundamental. El
hombre y la mujer se complementan el uno al otro, lo cual los hace responsables
a los dos en cuanto a la administración, búsqueda y disposición de los bienes
materiales (Génesis 1:27–28).
Mejores
son dos que uno para establecer las bases de nuestra fe. La familia debe ser la
primera iglesia que conozcan nuestros hijos; debe comenzar con el matrimonio,
como desea Dios, y no con una unión libre. Allí debe haber un oasis espiritual,
una fuente de agua refrescante para el calor sofocante del desierto de la vida.
Dos son mejores que uno para colocar los cimientos de lo que Dios quiere para
la familia. Si Dios hizo al hombre y la mujer, y formó la familia, ¿quién puede
saber qué es lo mejor para ella sino El? Busquemos la voluntad de Dios para el
matrimonio, vivamos conforme a sus preceptos, andemos en armonía y lleguemos al
consenso de que lo mejor que puede hacer una familia es obedecer sus mandatos
porque ellos traerán el bien al hogar (Efesios 5:15–17).
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