Por: Pastor Carlos A. Goyanes
Palabra fiel
y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a
los pecadores, de los cuales yo soy el primero. ~1 Timoteo 1:15
La época de la navidad tiene muchos atractivos. La
gente espera esta fecha para hacer celebraciones, para reunirse con sus familiares
y amigos, para hacerse regalos, para disfrutar de una buena comida y de una
hermosa decoración. Se oyen villancicos en las tiendas, en las casas, en los
autos, en las estaciones de radio cristianas, y en los anuncios de radio y
televisión. No es posible que Jesús haya dejado su trono celestial y haya
tomado forma humana para que nosotros nos pusiéramos a celebrar en medio de
regalos y fiestas sin tomar en cuenta el significado de la Navidad.
1. Dios
tuvo un propósito al enviar a su Hijo Jesucristo al mundo. Jesús nació en Belén
para traer la salvación a todo aquel que Él cree (Juan 3:16). El propósito de
Dios no fue establecer un día festivo; Él quiso revelarse al mundo para que el
mundo le conociera. Un mundo que literalmente estaba alejado de Dios y perdido
en sus pecados (Isaías 9:2; Mateo 1:21). No está mal que celebremos; pero ¿qué
es lo que estamos celebrando?
2. El
propósito de la navidad es que demos un mensaje al mundo. Sabemos que los que no conocen a Dios lo
único que desean es celebrar en sus pecados; pero los que han creído en
Jesucristo tienen un deber espiritual y moral con el mundo, y es, en esta
fecha, decir al mundo lo que significa la navidad y enseñar que el objeto de la
navidad es Jesucristo mismo. Tenemos que celebrar, celebrar a Cristo en una
celebración sana que dé testimonio de lo que somos. La gente tiene que saber
por qué celebramos. Nuestra celebración debe destacar la venida del Hijo de
Dios a un mundo rebelde que necesita arrepentimiento y reconciliación con Dios.
No debe ser solo el aspecto romántico ni el acto poético de aquella noche en
Belén si no todo habría sido en vano.
3. Jesús
vino con un mensaje y nos ha enviado a llevarlo a todas las naciones. (Mateo
28:18–20; Juan 15:27). La navidad no es solo para nuestro propio beneficio,
sino para compartir el mensaje del Señor. No podemos olvidar que hemos sido llamados a esta misión. Como
creyentes estamos llenos de gozo, nos sentimos felices porque nuestros pecados
han sido perdonados, nos alegramos de la presencia de Cristo en nuestras vidas;
pero no podemos olvidar que hay muchos que están perdidos porque no tienen el
Salvador que tenemos nosotros. Jesús comenzó con una misión al venir desde el
cielo y nos la ha encomendado a nosotros. Tenemos que llevar su mensaje, así
que en medio del gozo de esta navidad proclamemos su Palabra.
Piensa que el verdadero gozo no es la fiesta en sí
misma, sino un corazón arrepentido y lleno del Espíritu de Dios. La verdadera
satisfacción no está en los regalos, la comida que perece ni la euforia de esta
fecha; está en el milagro de una vida redimida por Dios a través de su Hijo; en
la renovación personal y en una vida que agrada a Dios (Salmo 16:11). Así que,
cuando te sientes a la mesa a comer, recuérdale a todos cuán grandes cosas el
Señor ha hecho contigo (Marcos 5:19). Aprovecha estas fiestas para hablar del
poder de Dios que trae paz y gozo al corazón (Jeremías 33:9).
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