Por: Pastor Carlos A. Goyanes
Asimismo el reino de los cielos es
semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces; y una
vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo
malo echan fuera.
~Mateo 13:47-48
~Mateo 13:47-48
Con esta
parábola de la red llegamos al fin de siete parábolas que hablan sobre el reino
de Dios. El Señor Jesús usó eventos de la vida cotidiana para enseñar a sus
oyentes en sus propios términos. La pesca no era algo desconocido; por el
contrario, esta labor era muy importante ya que era el sustento de muchas
personas, tanto de los que pescaban como de los que compraban los pescados.
Muchos de los apóstoles del Señor eran pescadores. Gran parte de sus vidas la
habían dedicado a esta labor. Otras personas les habían visto remendando sus
redes, saliendo en sus barcas a pescar, trabajo que hacían a veces en la noche,
halando sus redes para traer los pescados a la orilla; así que, tanto los
pescadores como la gente común no eran ajenos a esta faena y entendieron las
enseñanzas que el Señor les daba a través de esta parábola.
Esta parábola
contiene varios elementos dignos de resaltar como lo son el reino de los
cielos, la red, el mar, los peces, la cesta. Implícitamente están los que
lanzan la red que son los pescadores y la barca desde la cual es lanzada la
red. Las parábolas del reino no solo resaltan la importancia de éste, sino que
destacan las herramientas con las cuales se trabaja para su crecimiento. Por
ejemplo, la red es una herramienta importante para la pesca y representa el
evangelio que atrapa a muchos en su red, unos por curiosidad, otros por
necesidad y otros por creer genuinamente en Cristo. La red desde entonces es el
símbolo de la pesca espiritualmente entre los cristianos que lanzan el
evangelio al mundo para atrapar en su red a los seres humanos para que conozcan
del amor de Cristo. El mar representa al mundo, a la gente desprevenida que es
arrastrada al mal, pero que una vez en la red de Dios son instruidos en la fe
de Jesucristo. Los peces son esa gente que ha caído en la red y representa un
número específico de discípulos.
La cesta
representa el discernimiento de la iglesia entre los que son creyentes y los
que no lo son. Los peces son echados en la cesta y son separados los malos de
los buenos. Es cierto que nadie está capacitado ni tiene autoridad para decir
quién es salvo o no; pero podemos ser guardianes de los que se dicen ser hijos
de Dios y no lo son ya que sus frutos no lo evidencian (Mateo 7:16). Toca a la
iglesia tomar parte en salvaguardar su integridad y su testimonio. La verdadera
limpieza espiritual la harán los ángeles que guiados por el Señor, han separado
los malos de los buenos para el día del juicio. A nosotros, como parte de la
iglesia, nos queda la labor salir a pescar, de lanzar la red, de halar la red
hacia la barca que es la iglesia. Dios nos está llamando a ser pescadores de
hombres (Mateo 4:19) así que debemos tener nuestra red lista para ser lanzada
en cualquier oportunidad que tengamos.
Dediquémonos
a la labor de halar la gran red del evangelio, hagamos nuestra parte para sacar
los peces de ese gran mar. Dios se encargará de separar lo bueno de lo malo en
nuestra labor de pesca espiritual. Luchemos por ganar el mundo para Cristo.
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