Por: Pastor Carlos A. Goyanes
Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. ~Mateo 7:24
Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena… ~Mateo 7:26
Edificar puede que nos lleve mucho tiempo, sobre todo si ponemos nuestro empeño para hacerlo bien. Una casa no se construye de un día para otro. Al menos, en aquellos tiempos era necesario un fundamento firme y un lugar apropiado. Eso no ha cambiado. Los constructores de aquella época buscaban las piedras desnudas y resistentes para construir. Si era necesario, cavaban como mucho esfuerzo para llegar a la roca que afirmaría sus casas.
La casa que estamos construyendo representa nuestras vidas. Todos tenemos que construir, pero tengamos cuidado, no sea que estemos edificando sobre el terreno equivocado. Jesús enseñó que hay dos clases de constructores: los que oyen La Palabra, los que edifican sobre un terreno firme, la roca; y los que no oyen La Palabra y edifican sobre un terreno blando, o sea, la arena. Por supuesto, el Señor se estaba refiriendo con algo cotidiano a lo espiritual.
Los que edifican sobre la Roca han garantizado que sus moradas resistan los embates del tiempo (Mateo 7:24). La Roca representa a Cristo, en el cual debe estar puesta toda nuestra esperanza de salvación (Hechos 4:11–12). No estaremos exentos de las pruebas aun si nuestra casa espiritual ha sido fundada sobre la fe en Jesucristo, pero estaremos seguros de que los vientos doctrinales y los ríos de filosofías, por muy impetuosos que sean, no podrán contra ella. Lluvia, inundaciones y vientos fuertes representan las pruebas que nos sobrevendrán (Mateo 7:25). No podemos escoger las pruebas que tendremos que pasar en esta vida, solo vendrán. Las tentaciones, las persecuciones, necesidades, enfermedades, muerte, abandono, etc., son algunas de las cosas que sufriremos, pero si estamos sobre la Roca, resistiremos aunque nuestra casa se menee por la fuerza de ellas. En un mundo turbulento y tambaleante, donde el pecado y la maldad amenazan la vida de todo hombre en todo lugar, tenemos que asegurar que nuestra casa esté siendo edificada sobre la Roca.
Los que edifican sobre la arena edifican en la desesperanza de una vida corta y sin resultados a largo plazo (Mateo 7:26). Sus casas elegantes y su apariencia hermosa dan a entender que están seguros, pero cuando vienen los ríos de pruebas y los vientos de desesperanza, cae todo el edificio que construyeron y se quedan sin nada. El que construyó sobre la arena edificó con poco esfuerzo — era lo más fácil, era lo que no costaba trabajo. Fue holgazán para cavar en la roca. Le gustaba más lo superficial. Son muchos los cristianos que no están construyendo sus vidas sobre Jesús, sino sobre sus propias opiniones, intereses y deseos como lo hacían los escribas y fariseos (Mateo. 7:28–29).
Siempre van a haber tormentas en esta vida, pero resistirlas depende sobre qué fundamento está puesta nuestra casa espiritual: sobre la Roca, Cristo; o sobre la arena, lo que ofrece este mundo.
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