Monday, July 8, 2013

La Importancia de un Padre

Por: Pastor Carlos A. Goyanes

Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor. ~Efesios 6:4
La familia es la unión más importante de la tierra y aunque la maldad del hombre y el pecado subyacente han hecho que muchas familias se desmiembren y que se le dé poca importancia a cada miembro de la familia, sobre todo en el aspecto del liderazgo familiar, el plan de Dios al formar la primera institución humana no ha fracasado. Quien ha fracasado es el hombre en su intento de degradar a la familia a una mera relación sin compromiso.
En estos tiempos la familia está siendo atacada desde su liderazgo. A la disciplina se le llama crueldad y se identifica a las normas como cosas del pasado. De manera que, se ha ido resquebrajando la autoridad de los padres y disminuyendo por ende el concepto de disciplina. Como padres tenemos un modelo a seguir y este modelo es Dios mismo, el cual se llama Padre de todos los que Él ha adoptado como sus hijos (Juan 1:12). Dios ha honrado la paternidad al llamarse Padre y es un privilegio que los padres de familia debemos tomar muy en serio.
Si pensamos en la clase de Padre que Dios es, entonces comprenderemos el tipo de padre que Dios quiere que seamos. Ser padre es una responsabilidad, porque desde el momento que lo somos, estamos llamados por Dios a ser los líderes de nuestro hogar.
Entonces ¿cuál es la importancia de los padres?
1. Criar en disciplina y amonestación del Señor a sus hijos (Efesios 6:4).
Dios nos ha llamado a mantener el orden y la estructura de nuestro hogar. La Palabra de Dios dice que el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo (Hebreos 12:6). Si no somos disci-plinados, entonces no somos verdaderos hijos (Hebreos 12:7–8). Dios disciplina a sus hijos para que lleguen a tener un carácter semejante al de Cristo, para que crezcan y maduren. Él lo hace por medio de los sufrimientos de la vida, por medio de su Palabra, por medio de otras personas, etc. Dios nos enseña de muchas maneras.
Así debe ser la labor de los padres terrenales con su disciplina amorosa y constante que es esencial para que la familia avance bien y para que los hijos aprendan a tener dominio propio, que es un fruto del Espíritu (Gálatas 5:22–23), y tengan una vida productiva. Algo tan sencillo como asegurarte de que los niños hagan la tarea y apoyar a tu esposa en la disciplina significa que tus hijos respeten a la autoridad del hogar.
Nuestro Padre Celestial nos ha dado leyes con las cuales debemos vivir. El no hacerlo tiene consecuencias porque no estamos viviendo de acuerdo a Su voluntad. Aunque no somos perfectos tenemos un Padre perfecto al cual podemos pedir ayuda para dirigir nuestra familia hacia Él. No hay herencia mejor que dejarles a nuestros hijos un legado de obediencia, amor y fe en Jesucristo.
2. Animar a sus hijos (Colosenses 3:21).
Cuando un padre no cumple con su deber, sus hijos se desaniman. Ellos esperan en silencio ciertas cosas que nosotros tenemos que darles. Ellos esperan que los apoyemos, les demos ánimo para que puedan desarrollarse al máximo de sus capacidades. Ellos esperan que cambiemos las frases de ‘tú no puedes’ por ‘tú puedes’; ‘no sirves para nada’ por ‘la próxima vez será mejor’, etc. No ignoremos el poder que tenemos para dar ánimo a nuestros hijos.
Si quieres que tus hijos anden en malos pasos cuando crezcan no hagas nada, pero si anhelas que sean personas de bien, comienza a animarlos desde ahora. Habla con ellos de lo que desean ser y sueña con ellos. Ayúdalos a realizar sus sueños. Nuestro Padre Celestial nos anima. Mira lo que le dijo a Josué: Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente;  no temas ni desmayes,  porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas (Josué 1:9).
La Biblia es la carta de Dios para animar a sus hijos a prepararse para una vida mejor. En ella hay disciplina, anhelos y sueños que cumplir. El mayor sueño que tenemos y deseamos para nuestra familia es toda una eternidad con Dios. Padres, preparen a sus hijos para esta vida inculcándole los valores cristianos, y para la eternidad enseñándoles del amor de Cristo. Para lograrlo deben tener a sus hijos en disciplina y amonestación del Señor, y deben darles ánimo.


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