Monday, December 15, 2014

Casa de Pan

Por: Pastor Carlos A. Goyanes

Sucedió que cuando los ángeles su fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado.  ~Lucas 2:15

Aunque los historiadores y religiosos le han restado importancia a Belén de Judea, la Biblia la ha ensalzado con las profecías sobre ella (Miqueas 5:2; Mateo 2:6). Dos grandes hombres nacieron en Belén, el Rey David y Jesús el Hijo de Dios. No es coincidencia que esta ciudad que llevaba en el pasado el nombre pagano Bit llu Lajama, que significa Casa de la diosa Lajama (alusión encontrada en las cartas de el-Amarna del faraón egipcio Amenhotep IV, también llamado Ajenatón (1350–1330 A.C.), fue cambiado su antiguo topónimo a Betlejem, que significa Casa de Pan ya que los valles de Belén eran fértiles en cereales.

Esta pequeña aldea fue históricamente subestimada y denigrada porque en el siglo XI A.C. vivían allí campesinos y pastores de ovejas. No obstante, este pequeño pueblo siempre fue importante ya que al estar a solo 7 km de Jerusalén se convirtió en una avanzada militar a fin de impedir que el enemigo llegara a la ciudad de Jerusalén, de manera que, allí debieron estar hombres valerosos. Su gloria comenzó a brillar con la visita del gran profeta Samuel que hizo sacrificios allí para engañar al rey Saúl y poder ungir a David, el rey más célebre de Israel (1 Samuel 16:1–13). Siglos después se abrieron las puertas del cielo y nació un niño en la dignidad de una madre devota que dio Ius primae noctis (el derecho de la primera noche) al Señor. El Espíritu Santo vino sobre ella y engendró a Cristo (Mateo 1:18–20; Lucas 1:29–35). Lo que hace grande a Belén es lo que nos ha hecho grandes a nosotros también, y es, el nacimiento de Jesucristo. Nuestra gloria no es nuestra, sino de Él, porque Él ha nacido en nuestros corazones, así que si alguno se gloría, gloríese en el Señor (2 Corintios 10:17). Belén significa Casa de Pan porque allí nació el Pan de Vida que descendió del cielo (Juan 6:47–51). Ningún otro lugar es más recordado que Belén Efrata porque allí se materializó el plan de Dios para la salvación del hombre. La máxima gloria de Belén fue la que trajo uno de sus hijos, Jesús.


Belén Efrata…¿quién se atreverá ahora a llamarte pequeña?, porque de ti salió el guiador de la humanidad (Miqueas 5:2) ¿Quién osará levantar su voz para disminuir tu encanto y gloria? No es justo que hagamos silencio acerca de lo que pasó en Belén. El Señor, que siendo rico se hizo pobre por nosotros, y siendo el Señor de todo nació como niño para entregarse a la humanidad. Sus palabras fueron: Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos (Mateo 5:3) y…Si no fuereis como niños no entrareis en el reino de los cielos (Mateo 18:3). Tenemos que nacer de nuevo y ser niños en Cristo. Este es el modelo de Dios para la humanidad, el modelo de un niño (Isaías 9:6). Así que, como los pastores, pasemos a Belén para ver lo que ha acontecido y que es lo que el Señor quiere manifestarnos (Lucas 2:15). Busquemos de Cristo el Pan de Vida que descendió del cielo y saciemos nuestras almas.

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